viernes, 28 de noviembre de 2014

VENEZUELA: ¿Cómo sería una guerra civil? Parte II Economía de Guerra II



VENEZUELA: ¿Cómo sería una guerra civil?
Parte II
Economía de Guerra II
                Este tema es fuerte, pero es inevitable, porque sabiendo la verdad se puede prevenir esta situación a la que parece empujar muchas personas, unas viejas, no aptas para pelear pero incitan a la lucha y otros jóvenes románticos, que creen que la solución de Venezuela siempre está en la boca de un fusil.
                El tema económico es obsesivo, es importante pero no es el vital en este momento. Ya que la violencia potencial está por encima del ciclo económico, el cual, tiende a empeorarse.
                Por otra parte, muchas personas me preguntan: ¿Para qué tal reconciliación?. La respuesta es que mientras que cada bando no reconozca en el otro un interlocutor válido y que la realidad es que no se puede técnicamente desaparecer a una mitad del país sin que este desaparezca como tal. Por otra parte, se persigue que cada bando le dé el beneficio de la duda al otro: ¿Podrían tener razón? ¿Pudiese yo, estar equivocado? La experiencia nos revela que esto no pasa y nos arrimamos al barranco cada vez más.
                Lo cierto, es que al aparecer la debacle de suministros en una guerra civil, aparece el mercado negro, el extraperlo, y lo que es peor, la delincuencia se convierte en una forma de vida. Para hacerse de las propiedades de otros, e incluso pendencias pasionales y de todo tipo.
El odio de clase, el odio racial, la  envidia, llevan a crímenes, denuncias falsas, cárceles y fusilamientos por causas mezquinas. El miedo se adueña de todos y la cooperación se hace más difícil.
Desde el punto de vista militar, si los dos bandos de casi el mismo tamaño y con jefes ineptos, se caerá irremisiblemente en una guerra de desgaste, que consumirá todo bien económico y aumentará la fricción.
Cuando se va a entrar en una población, usualmente se promete respetar las vidas y la propiedad y los soldados regulares con buenos jefes lo cumplen, no así los simpatizantes de los que están llegando que estaban escondidos y sometidos en esa población.
Las penurias y la rabia pueden llevar a actos de saqueo por insubordinación y por lo general, después de un saqueo, deserta un tercio (1/3) de las tropas.
En un teatro fluido donde las poblaciones cambian de manos, es lo normal que lo que no se saqueó se destruya para negárselo al contrario, lo que deja sin nada o casi sin nada a la población civil de dicho poblado.
Entonces se crean guerrillas y grupos de bandoleros. Ambas hacen el trabajo sucio que los soldados no quieren cumplir, como los “donativos” a la fuerza, los secuestros de manzanas o edificios completos por lo que se exige un rescate en tiempo breve y perentorio, algo así como secuestros exprés múltiples.
Las guerrillas y grupos de bandoleros, actúan descentralizadamente por lo que las quejas, reclamos y cualquier derecho al pataleo no tienen ninguna cabida ni ningún valor ni fruto.
Esto lleva a que las fuerzas utilizadas en trabajos policiales y la misma policía se judicialicen, es decir, que se les da la capacidad de juzgar y condenar ellos mismos, sin la presencia de un defensor, ni un fiscal ni de un juez. La arbitrariedad es inevitable. Y de eso se aprovechan los que viven del chisme y de la codicia de los bienes ajenos.
Las campañas suelen seguir la ruta de las posibles riquezas, los venezolanos son individualistas en la guerra, salvo los muy entrenados. A menor entrenamiento militar, mayor individualidad.
Se declara el toque de queda, aunque la inseguridad de las calles hace que ocurra espontáneamente y con cierto orden comienzan las exacciones económicas y alimentarias.
Estas suelen ser:
1.       “Secuestros y confiscaciones de emigrados, desafectos y sospechosos”
2.       “Acopio de provisiones, embargo, despojo de los bienes con pago diferido y aleatorio”.
3.       “Préstamos forzosos, impuestos, multas y donativos”
Todo esto, teniendo detenido al sujeto o a su familia.
Suelen sucederse “saqueos disfrazados”, por individuos de baja jerarquía. Estos se encargan de las joyas, del dinero menudo y todo bien codiciable, no requisado por el escalón superior.
Los “notables y los artistas” que tratan de apaciguar a los “vencedores”, han tenido crueles finales en casi todas las partes del mundo. Pero los “vencedores” requieren ser reconocidos como tales, por lo que habrá: “Arcos de Triunfo”, “Desfile de Vírgenes regando pétalos de flores”, “vuelo de campanas”, “Tedeum”, “Fuegos artificiales” y “Saraos” y “bailes” donde las señoras y señoritas deben entretener a los “Vencedores”. Si la ciudad o población cambia de dueño, pues hay que hacer lo mismo con los nuevos “Vencedores” que además de serlo, son también “liberadores”.

                                                               
                Ojalá la paz sea con ustedes amigos.
Ojalá me pase como a Jonás.

Martín Lon Blanco.
Caracas, 28 de noviembre de 2014.

               

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