sábado, 27 de agosto de 2016

Bailando al borde del precipicio: Parte IV. SOBRE EL LENGUAJE, LA ASAMBLEA, EL DUELO Y LA AGRESIÓN.

SOBRE EL LENGUAJE, LA ASAMBLEA, EL DUELO Y LA AGRESIÓN.






Parte IV
Creemos que el nivel de violencia verbal es demasiado alto..
Es que el inconsciente colectivo humano es universal, Carl Jung dixit, y si entendemos el fascismo como la incorporación de los usos, costumbres y métodos de la corporación militar a la organización política y la vida civil, veremos cómo,  tal vez sin querer, sin darnos cuenta, nos deslizamos por esa pendiente política; y nos referimos a los dos bandos.
                El ambiente de crispación y de división nacional ha producido cambios en el lenguaje, que cada bando sigue y siempre escruta lo que alguien diga y como lo diga, para decir y denunciar: ¡Aja¡ ¡Traidor, como se te ocurre a ti! La prensa y la televisión muestran dos países diferentes, no es bueno que los siameses unidos por el mismo cuerpo piensen tan diferente.
Más adelante dedicaremos  algo de este trabajo a hacer una trinchera contra los ataques ad-hominem a las que los dos bandos se han acostumbrado desde hace algún tiempo, como pasa todas las noches, tanto  en canales fashion y en los  revolucionarios que tienen secciones y hasta programas completos dedicados al sicariato moral contra aquellos a los que racional o emocionalmente no pueden o no quieren entender, por tanto deben ser vilipendiados, escarnecidos, humillados e ignorados.
Se dirigen a una mitad del país sin importarles al parecer, las creencias y sentimientos de la otra. Los dos bandos lo hacen, con  nocturnidad, premeditación y bastante recochineo. Han hecho un gran negocio de ello.
A uno le dicen ¡Bruto!, al otro le ripostan: “Asesino”. Si llegase la paz, el entendimiento y la comprensión, el reino del Señor en Venezuela, estos mercachifles del odio y nos referimos a los de los dos bandos, se quedarían desempleados. Viven parasitariamente de la hez del otro y de las llagas de Venezuela.
La oposición tenía millones de opciones a su disposición. ¿Por qué tomó las más peligrosas?
¿Qué Rasputín le sugirió al candidato de la oposición que ahora tenía que ser “arrecho”?
Las necesidades de cambio de imagen por una más de “arrecho” no es compatible ni tiene porqué serlo cuando los dos candidatos son con todo derecho y con todo honor, civiles.
Sólo con una guerrita, como hicieron Guzmán Blanco o Ignacio Andrade, doctores primeros y generales después, podrían demostrar a todos que son bravos, como decía el Coronel Macario saludando: “venezolanos todos, arrechos todos”.
Ser arrecho es un deber ser en la nación yanomami. No en la de la Venezuela actual. Por cierto, la posibilidad de morir a manos de otro humano en la nación yanomami de Venezuela y Brasil es del 40% y del 30% respectivamente ¿Cuál será en los barrios de nuestra Venezuela moderna de hoy?
Ante el denigrante espectáculo de la satanización del árbitro previamente aceptado y del candidato ganador y de su campaña, de la acusación directa de la comisión de un delito electoral donde se sustituyó la acusación de fraude por la de robo, después de tuteos e irrespetos, el bando gubernamental consideró que “dos males hacen un bien” y ripostó con otro error y mal equivalente: la imposición de  la ley del silencio a los opositores en la Asamblea Nacional,  hacer callar a “lo arrecho”, a los que se elige a exprofeso para que no se callen. (No corregir un error de inmediato es cometer otro error. Confucio).
Los asambleístas de la oposición a sabiendas del luto y del malestar por la nueva situación, no escrutaron el ambiente emocional, de la incertidumbre del bando oficialista, en su fase inicial, que precedió al altercado mayor.
La agresión y  la lesión al asambleísta diputado William Dávila,  era una advertencia clara e inequívoca del paisaje emocional en  ese escenario, no pudieron inferir que al luto le estaban sumando las ofensas del desconocimiento del árbitro y las ofensas al candidato electo. Todo lo que puede ser malentendido o mal interpretado lo será. Creían que se resarcían de un mal causado a ellos con anterioridad y no se dieron cuenta de que estaban escalando el conflicto y que no iban a poder predecir ni controlar su fase aguda, tal como pasó.
 Las tácticas de la oposición estaban degradándose hasta los niveles más bajos de sus adversarios al comienzo de la era chavista, con formas de agresión, escarnecimiento y burla (hágalas quien las haga) más propias de una piñata y  de una manga de coleo o de un bar de puerto. Pensaban que con esas tácticas iban a  contrarrestar un mal con otro mal. En teoría, la política debe buscar la suavización de la ley del talión dentro de una sociedad, la actividad política de altura es más que una secuela de venganzas.
Con ruidos y pancartas pretendió la oposición hacerse sentir y esto, amigos políticos es el equivalente de los tambores de la guerra, como el caso del 23 de julio antes de la batalla de Carabobo (día de San juan) o del Tamborilet de Bruch.
Esto,  sumado a  supuestas  provocaciones verbales y  burlas, dieron por resultado un espectáculo indigno e injustificable, para todos, a todas luces, no esperado por sus víctimas, quienes se paralizaron inicialmente, sorprendidos, ante una andanada de golpes, con total desproporción, con las consecuencias negativas para el país, porque más allá del lamentable daño físico y moral de los golpeados y lesionados, se vio tristemente también, la aplicación de la violencia excesiva y la falta de proporcionalidad de los agresores,  el mal ejemplo para el niño y el ciudadano de calle y esto le agrega un peso muerto y una mala reputación a los partidos políticos en funciones de gobierno, dentro y fuera del país, cuya catadura moral no se atribuyen a los ejecutores de la agresión, sino a las instituciones  a las que pertenecen.
La vergüenza es compartida y la responsabilidad también. ¿Se hubieran atrevido los dos bandos a dar esa cómica estando el presidente Chávez vivo?
Debe entenderse que no para todas las personas es obligatorio ser héroe militar, no. Pero sí lo es el tener valentía moral si queremos hablar de virtud cívica. Hay héroes cívicos. Heroísmo militar hemos tenido para exportar, heroísmo cívico muy poco.
Después ambos bandos salieron por el mundo para predicar una misma verdad: la otra mitad de Venezuela, la que no nos sigue a nosotros no sirve para nada. Es mala, es una porquería.
 Los luchadores de la asamblea, agregaron al daño físico, degradación y humillación a la injuria. Definitivamente, un baldón para aquellos que   predican y se dan golpes de pecho con los derechos humanos y por lo visto, poco lo practican,  o lo hacen selectivamente. Dañaron al  gentilicio venezolano  como un todo.
La cadena de eventos que llevó a esa situación pudo haberse roto desde su mismo comienzo, no lo hicieron y sin darse cuenta, los dos bandos descendieron por debajo de donde sus propios electores los colocaron. ¡Qué bueno sería oír a los presidentes de otras naciones decir solamente cosas buenas y admirables de Venezuela! ¡Qué bueno sería que los venezolanos salieron al exterior orgullosos, con base y a hablar bien de sus compatriotas! ¡Que dijeran: Esa asamblea está llenas de Galarragas!
La Asamblea debería ser el lugar de confrontación intelectual cívica de ideas y argumentos, espacio para contraste de ideas con la más culta retórica, el lugar del ejercicio dialéctico, el sitio del análisis para la cooperación,  no la de la Hora Loca de una casa de fiestas de tercera categoría ni de un Octógono de UFC, donde se vale todo.
Venezuela se puso al nivel de las deprimidas naciones del Cáucaso, los Balcanes, y muchos de los países que terminan en “Tan”, donde las reuniones en sus parlamentos y asambleas son fuente de bastante diversión y burla (para los extranjeros).   ¡Qué bueno fuese que se aprendiese de esta experiencia, se deje hablar a quien la ley se lo permite y exige, que no se hagan horas locas en el horario laboral y nunca en ese sitio, y que las peleas, de ser inevitables, se acuerden en un parque deportivo siguiendo las leyes del Marqués de  Queensberry: Con árbitro (civil), second, esquina, médico y ambulancia, con estricto apego a las categorías por peso, fuera de las horas laborables!¡Qué bajo ha caído la nación, del Morocho Hernández, de Antonio Gómez, del Morochito Rodríguez, Alfredo Marcano y Vicente Paúl Rondón (quien nunca le pegó a nadie fuera de su propia categoría)!
Aunque las analogías y los símiles son las formas más primitivas de comprobación de la verdad, y que hoy se disponen de formas mucho más precisas, por el espacio usaremos lo que la historia sugiere, y es  que a  veces las conductas del legislativo preceden luchas civiles muy malas y crueles como es el caso de una de las peores  guerras civiles, como la de los Estados Unidos, donde un representante del sur, Preston Brooks  agarró su bastón de caña, de los que servían para “disciplinar” perros y encaró al Senador Charles Sumner quien se encontraba pegándole estampillas a un discurso donde descargaba al representante del sur. Preston Brooks se le acercó y sin mediar palabra le golpeó la cabeza con la parte metálica, repetidas veces. Lo dejó muy mal. Al haberse roto el discurso racional, se marcó una pauta emocional que desembocó en 600.000 muertos y dos millones de heridos e inválidos. Amén del putsch parlamentario que elevó a Hitler a Canciller. ¡Qué bueno sería que la educación, la decencia, el lenguaje correcto, el trato gentil fuese la pauta de la asamblea y los asambleístas y que los niños vieran a un Fermín Toro o a un Juan Vicente González (aunque a ambos les dieron, también, sus peinillazos), donde estuviesen vetados por sus propios partidos los Catones y los Catilinas (también las sempronias, por si acaso por la igualdad de género)!
Los EEUU de la Guerra Civil y la Francia del 18 de Brumario de Luís Bonaparte tenían 31 millones de habitantes. Comparen eso con nuestra población y con la mano en el pecho, dedíquense, por el amor de Dios, a evitar eso.
                Otra cosa muy peligrosa es que ambos bandos han salido corriendo al exterior a buscar árbitros que no pertenecen ni estaban en la cancha de juego. ¿Tienen arte y parte?
Eso  es  ceder soberanía,  transfiriéndola a un poder externo escogido por una sola de las partes y una mala señal de la incomprensión entre dos bandos,  que en teoría, buscan (o deberían buscar) el mismo bien de toda Venezuela. Eso, dada la situación de casi recesión en el llamado primer mundo, crea cualquier cantidad de oportunidades de negocios, a los mercaderes de la muerte. ¡Cuidado!
Indica también que entre ellos, aun siendo venezolanos, no se quieren  entender y que no les importa que no los entiendan, que el otro venezolano, no importa lo que diga o piense, está errado, está mal, que no puede tener la razón, ni tener la verdad de su parte nunca, porque es inferior, y para eso tienen correligionarios extranjeros que sí los quieren y los entienden. Que son mejores que sus adversarios connacionales.
¡Qué bueno sería que buscasen avenidas de entendimiento. La distancia social o ideológica no es tan grande cuando esa distancia no es tal  biológicamente, como para no lograr relaciones de cooperación constructivas!

Caracas, 2014.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Bailando al borde del precipicio. ¿Cómo conjurar una guerra civil? En doce pasos. PARTE III. PROMOVIENDO EL BONAPARTISMO INCONSCIENTEMENTE.



Parte III
Marx, Lorenz, Maduro y Capriles.
Se hace esta pequeña explicación, para que no le quede duda a nadie, que la conducta general está creando las condiciones  políticas, militares, comunicacionales, sociales, económicas y legales para que esa desgracia caiga sobre nosotros y cuyos resultados, sean los que sean, serán contraproducentes a la nación como un todo y las dos mitades escindidas artificialmente, podrían sudar sangre primero, para llorarla después. El bonapartismo es efecto, no causa. No se deben permitir las condiciones de que este eclosione.
Increíble, pero  el escrito más importante para los dos bandos de la Venezuela actual, en especial para sus  líderes, es  El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de  Karl Marx.
De seguro muchos se sabrán las máximas, pero esta vez, se requiere un conocimiento más profundo. De contexto y circunstancia, no de la analogía simple que hacen los sempiternos opinadores desde las sillas píticas de los estudios de los medios de comunicación social de los dos bandos, ya en fricción. ¡Qué bueno que se lo leyeran o se los leyeran completos a los líderes máximos del Gobierno y de la Oposición!
Entre sus principales disquisiciones están muchas que aplican a la situación actual venezolana: Nuestra clase pobre o proletaria, aún a pesar de los avances educativos y del aumento de su autoestima reciente, depende más de su gobierno que al revés. Cuando los golpes de estado se dan donde el proletariado  depende de la sociedad,  se producen dictadores como César, o Juan Vicente Gómez. Es decir: Cesarismos.
 Cuando el proletariado  sostiene a la sociedad y al gobierno, como en parte  sucede en nuestro país (PDVSA), se dan Bonapartismos (sentencia de Sismondy). Venezuela, como está en transición de industrialización, puede producir cualquiera o una mezcla peculiar de las dos categorías y aun de categorías desconocidas porque gran parte de la sociedad también depende para su subsistencia, directa o indirectamente, en mayor o menor grado del mismo gobierno.
Aquí la cita entera que casi todo el mundo conoce:
“Hegel  dice  en  alguna  parte  que  todos  los  grandes  hechos  y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de  agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa…”.
Puede ser también al revés, primero como farsa y después como tragedia. Esta demostración al contrario tiene mucho peso en lo cierto de esta frase más allá de la literatura.
Lo que unos llaman “guerra comunicacional” y los otros propaganda lleva a lo predicho en ese escrito: “…. ¡Allí, la frase desborda el contenido, aquí, el contenido desborda la frase!”
Las élites gubernamentales y las élites de la oposición deben esforzarse para que esa lucha entre ellos no descienda a los escalones  medios, ni bajos de la sociedad. Las migraciones de un bando a otro, llevan las costumbres aprendidas en el primero. No basta con decir:
-“¡El que sea violento no está conmigo!
¿Cómo el tránsfuga político se arranca, morigera o cambia sus costumbres anteriores?
 No hay, por más que se quiera, ni sortilegios ni encantamientos ni en la política ni en la guerra. ¡Qué bueno sería que consiguieran arreglos imaginativos que permitiesen la convivencia y formas de cooperación nuevas originales donde no se comprometieran principios y que definieran esos sacrosantos principios en términos operacionales y manejables!
En Venezuela, la administración pública ha sido una herramienta clientelar de los políticos. Si se quiere cerrar a la mitad del país esta opción, es recomendable dejar una vía de escape y generar incentivos para que se dedique a otra. Debe haber opciones reales, distintas al dilema tradicional: o gobernar o conspirar o subvertir.
Es allí cuando la historia se repite como en las  ecuaciones de Lorenz, las que se  reafirman su valor en sistemas complejos: lo del famoso y ya vulgar efecto mariposa: un pequeño desencuentro entre el liderazgo político de los dos bandos, pueden producir un efecto desmedido a los niveles más bajos, como se ha apreciado en los ataques y muertos que cada quién atribuye al contrario.
 A Venezuela le sobran tipos bravos y mujeres bravas, pero le faltan personas cultas y sensibles, que sepan canalizar la insatisfacción sin que esta “arrechera” se convierta en fuerza letal o destructiva. Debe haber opciones.
El mayor deber militar es la virtud cívica. Las Fuerzas Armadas deben estar subordinadas al Gobierno legalmente escogido.
 ¿Cuál es el Gobierno legalmente escogido?
Clara, taxativa e inequívocamente, el que nombró el árbitro que previamente había sido acordado y aceptado antes de la competencia, combate, elección o juicio. Ningún otro. No sólo es cuestión de ley, es cuestión de honor y de honorabilidad.
Los árbitros deben y pueden cuestionarse siempre antes de la competencia, no post hoc. Tampoco se debe atribuir cualquier actitud del árbitro como un contubernio con el rival, sin presentar pruebas.
Eso no significa que el árbitro sea omnisciente, omnipotente e inapelable. No, sólo significa que como humano falible puede equivocarse y para pedir reconvenciones, apelaciones y reconsideraciones, existe otro nivel y otros procedimientos. Sin que esto signifique que mientras se llega a una sentencia definitiva, el ganador está descalificado y se le pueden endilgar insultos, malcriadeces o silletazos. No, es el ganador hasta que la instancia superior decida lo contrario y lo despoje de la corona, cinturón o lo que venga al caso. Tanto en el Gobierno, como en el Tribunal de la Haya, cómo en el Tour de France.
No se les está pidiendo a los pasados candidatos que sean como Simón Bolívar, ni como Pedro I el Grande de Rusia, ni el General Chu Te, ni como Churchill, o cualquier presidente de los EE.UU, no. Sólo se les sugiere que vean y emulen a alguien como  Armando Galarraga, Venezolano, quien sí lanzo un juego perfecto, el umpire Jim Joyce se equivocó y el gran venezolano, porque hay que ser grande para ser así, aceptó el fallo con una humildad, siguió lanzando y ponchó al siguiente, demostrando una enormidad de espíritu que le hizo un gran bien a su equipo, al gentilicio, a él mismo y fue como una brisa fresca en un negocio donde los esteroides y la competencia desleal estaban creando escándalos y serios cuestionamientos. No se quedó allí nuestro compatriota, el umpire Joyce se disculpó directamente, la respuesta del señor Galarraga fue aún más grande. Solo agregó que “nadie es perfecto”.
Aun cuando, como  en nuestra tradición,  estos gobiernos tengan algún pecadillo original como fue el caso octubre del cuarenta y cinco o los del año noventa dos. Es menos malo  ese pecadillo original que la marca de Caín. Y aún en gobiernos ilegales, dictatoriales, como el del Portugal de Oliveira Salazar o la república Democrática Alemana de Hoenecker, la mejor actuación militar consistió en dejar decantar la situación política y de verdad, verdad, los políticos tuvieron que ponerse arduamente, a trabajar. ¡Qué bueno sería que los militares vieran los ejemplos de las fuerzas armadas portuguesas, y aún las de aquella Alemania donde estaban destinadas a dejar de existir!
               La actual situación, sumada al escalamiento verbal que se incrementa día a día, la mentalidad de sitio que obliga a compras nerviosas, el lenguaje militarista generalizado en ambos bandos, el someter al pueblo llano a los temores del desabastecimiento, del abandono, aun estando bajo la depresión, el luto y el sentimiento de pérdida por la relación personal y especial que tenían con el finado presidente, hacen esta mezcla explosiva.
 No se debe jugar con ácido nítrico y glicerina en las calles de Venezuela. Es obligatorio el  compartir estas preocupaciones, en el deseo legítimo de que sean escuchadas y meditadas a quienes van dirigidas,  y de no ser así, que algunos compatriotas se las repitan o se las expresen con sus propias palabras, porque lo que está en juego es de valor supremo:
El presente y el futuro de nuestro país. De la gente que está viva y de la que está  por venir.  
El pasado, aunque no tan importante, tiene un valor, y es el valor acumulado de las experiencias y  de los sacrificios del país, desde la muerte del general Gómez hasta el día de hoy, con lo bueno, lo malo y lo feo de la llamada IV República, de la V  y lo bueno, lo malo y lo feo de la herencia del recientemente fallecido  presidente. ¡Qué bueno sería que a los venezolanos no nos alegrara nunca el deceso ni la mínima desgracia de ningún venezolano y fueran consecuentes con el esfuerzo generacional y general del país!
Existen señales muy graves ya.  No tanto por los actos en sí, sino por quienes los han cometido. Tánganas en el la Asamblea, provocadas al parecer a  exprofeso por señales culturales que el bando gubernamental entiende como insultantes y agresivas en su idiosincrasia propia y responde de acuerdo a esas mismas referencias y usos, es decir,  a trompadas.
La oposición no consideró, y a lo mejor no considera todavía, que sus actos resultaran tan ofensivos como para generar la respuesta que obtuvo. Por eso tal vez quepa aquí el mandato de Sun Tsu: Conoce a tu adversario como a ti mismo. Muchas veces, conocer al adversario y sus motivaciones, nos permite evitar el conflicto armado o hacerlo lo más breve posible.
La oposición y los chavistas no se conocen lo suficiente, les iría mejor a todos si lo hicieran, porque después de saber en qué se diferencian, podrían conseguir en que se parecen y sobre esa base,  erigir políticas públicas de cooperación y de compartimiento de responsabilidades, que le darían al país respuestas constructivas y no la desgastante diatriba política, cada vez más y más militarística y agresiva.  El finado presidente sí se conocía a sí mismo y sí conocía a su adversario. Este no parece ser el caso actual. Las diferencias de la oposición y el chavismo son por tener las mismas coordenadas, en relaciones y percepciones de espacio y tiempo distintos.
La jerga militar ha invadido y desplazado la jerga política civil: Hay comandos, los dos los tienen  epónimos militares, hay estados mayores, hay jefes de campaña, jefes regionales en los dos partidos, encargados de la logística, de las operaciones,  hay brazaletes, que se usan para santo y seña, pero ahora significan otras cosas, hay gorras tricolores con aditamentos secundarios diferenciadores. Hay guerra económica, guerra mediática, ablandamiento, aplastar, arremeter, pasar a la ofensiva, la artillería del pensamiento, etc.
Esto, es demasiado.

Martín Lon Blanco.