JE SUIS NICMER, JE SUIS BASSIL, JE SUIS GERALDINE, JE SUIS
SANTIAGO. Big Yukk!!!!!!!!!!
PARTE I.
Tenía que escribir ayer, pero se murió mi perro el sábado.
Quería escribir algo que inspirara, pero las noticias, aún
presentadas de forma tan antiséptica y “justa y balanceada”, conspiraron contra
mi deseo.
Nací en un país donde se reunieron tres culturas. Esta
mezcla, a pesar de la propaganda y de lo “políticamente correcto”, no se ha
dado bien. De hecho, hay hoy, tres segmentos verticales y cronológicos, a lo
menos, con sus respectivas bipolaridades. Hay un sector moderno, un pre moderno
y uno neolítico. Tanto rural como citadino, tanto de izquierda como de derecha,
tanto en el gobierno como en la oposición, por lo tanto, no es nada difícil
explicar la desarmonía reinante.
Biológicamente sí ha sido un éxito, salvo en clases donde la
endogamia ha mantenido las taras y la predisposición a algunas enfermedades.
Somos un país donde la biología está más adelantada que la cultura. Gracias a
la lujuria. Con el perdón de Dios. La
biología compite con la cultura de la muerte resultante y de alguna forma, le
gana. La cultura venezolana del sobrevivir, está por encima de la vivir y
convivir. Muy lejos de la cultura de prosperar.
Lo peor de lo peor, es que no ha habido lo que pudiésemos llamar
como “solidaridad intergeneracional”. El que vaya atrás que tire y en las
puertas del cielo primero yo que mi padre.
La resultante final es que tomos estamos tirados a un
destino incierto y llegamos en muchedumbre a las puertas del infierno, donde
hasta para entrar, tenemos que hacer una cola, porque la “guerra económica”,
abarca e incluye hasta el azufre, el aceite hirviente y los utensilios de
cocina y tortura, a la que los demonios son tan dados.
Ambos bandos, los mayoritarios, están bajo el influjo de la
inercia cultural: los del gobierno se auto
engañan atribuyendo la causalidad a agentes externos y se niegan a revisar sus
supuestos y sus procedimientos. Los de la oposición creen que hay que salir de “esto”
y “después se verá” y en ese círculo vicioso, sólo aumentan las víctimas, la
crispación y la entropía. La ceguera de ambos bandos es voluntaria y su estado
de negación de la realidad es hasta fanático y total.
Tenemos un ambiente caldeado.
El desabastecimiento actual, el económico fue precedido por
la pérdida de referencias mentales. Tanto las de amar como las de odiar. La referencia
predominante fue Hugo Chávez.
La desaparición del Tcnel (F) Hugo Chávez Frías, dejó a los
que lo apoyaban sin referencias, sin objetivos reales y específicos y sin el
mecanismo de control que este mismo líder centralizaba. A los de la oposición,
de su principal y tal vez único “por ahora”, factor de unión o de aglutinamiento,
para ser un lo que son: la pandilla de Don Gato sin Don Gato, buscando
desesperadamente a uno que no lo consiguen, porque todos lo quieren ser.
Por un lado en el vértice de un triángulo, Chávez era el gran elector y el gran selector. Le decía al votante en una relación personal: -Por
este debes tú votar; y al seleccionado le
decía: -Aunque tú no te lo has ganado y no te conocen, voy a decir que voten
por ti y te elijan, recuerda que esos votos son míos, sólo te los estoy prestando.
También seleccionaba quién iba a ser su contrincante, después de saber hasta el
menor y más nimio detalle de él. Esto,
tal como era, se perdió.
La experiencia del finado líder, haber superado las pruebas,
ser de un segmento poblacional que sufrió el racismo venezolano, que se
pretende inexistente aunque es tan palpable para quien lo sufre como la fuerza
gravitacional terrestre a todos y que
como en toda América Latina, Norte de África y sur de España, adquiere la forma
de pared de vidrio o muro de cristal, descontando el conocer a fondo a
discriminadores y discriminados, le daban la motricidad emocional fina de
sintonizarse al momento con el flujo emocional circundante. Esto no pasa ahora.
El liderazgo actual del gobierno y de la oposición está demasiado centrado en
sí mismo como para hacer esto. Además, no sólo carece del instinto, sino de la
formación.
El desabastecimiento del liderazgo actual, en lo referente a
ideas, de carisma y hasta de ocurrencias, obliga a gastar una ingente cantidad
de energía en propaganda que inventa virtudes y méritos para el liderazgo del
propio bando y pecados, faltas y mala fe para el contrario.
La indignación sincera de Chávez se trata de sustituir por
una indignación enlatada, que busca suplantar el ser deseado en el tálamo por
una muñeca inflable.
El liderazgo actual del gobierno y de la oposición está
desabastecido de los recuerdos de la pobreza. Se han distanciado tanto del
pasado cuando la sufrieron, que sólo basta con ver las fotos antes del poder, en
el poder y después del poder, para ver el cambio físico, no sólo en adminículos
de estatus como ropa y joyas, sino en obesidades generalizadas y hasta obscenas
que contrastan con una delgadez de Guasina o de Yare o San Carlos, que bien
pudieran ser una mina de oro para el mercadeo de sistemas de adelgazamiento y
de píldoras para el mismo fin, solo retocando con Photoshop las tomas y
poniendo las de ahora como “antes” y las verdaderas del “antes”, como el “ahora”
o “después”. También se nota en sonrisas perfectas que señalan un proceso de
dentición al revés.
La distancia del liderazgo actual con los pobres es
astronómica. Con los campesinos, aún mayor.
El liderazgo actual carece de los rudimentos de pensar en
los problemas en tres niveles: táctico, estratégico y operacional. Ni siquiera
en pensamiento inductivo. Bueno, es que en toda la historia de la nación sólo
han existido tres estadistas o estrategas, capaces de dominar la inducción y la
deducción y reconocer cuando no lo hacían bien y sabían acudir a otros.
Bolívar, Gómez y Betancourt. Yo he conocido a cinco. Tres se murieron, Luís
Castro Leiva, Juan Nuño y José Ignacio Cabrujas. A los otros dos, que están
vivos, simplemente, no les da la gana. Bueno hay otro más, pero ese no tiene
vida, porque es aún más antipático que yo.
El liderazgo actual no puede ser simpático porque no puede,
ni sabe, ni quiere ser empático. El
estómago lleno y el aislamiento con aduladores y sicofantes es el mayor
obstáculo de la compasión.
El liderazgo actual no es perseverante en el objetivo. No
sabe aprovechar las oportunidades del medio ambiente ni de las circunstancias
porque está en un estado de negación total y separado de estas.
En estas horas en que todo el mundo quiere ser Charlie, mi
localismo tropical me conduce a contracorriente y aunque me conduelo de las
víctimas del terrorismo medieval y estúpido, prefiero evocar a las víctimas de
la sin razón moral, ni de la estupidez política,
de los fallecidos venezolanos, tanto los
chavistas como los de la oposición, víctimas de una misma cultura compartida,
que se impone, ante las diferencias
cosméticas con que los bandos la prefieren ocultar.
Están expulsando a los que critican a tirios o a troyanos,
sólo por querer saber ¿Qué pasó con la oportunidad que representaron 200.000
millones de dólares? ¿Cuál fue el truco de prestidigitación que los
desapareció?
Estas son preguntas que se olvidan, bajo el temor al hampa,
a que no haya leche o pañales o la medicina de Alzheimer de una mamá.
El liderazgo actual de los dos bandos está desabastecido de
suerte. No puede, como pudo Chávez (QEPD) anular los efectos de una mala idea
con mucha plata y algo de buena intención.
Hasta aquí. Hoy le tocó al liderazgo. Mañana encaro a los
seguidores.
Esta vez, como tantas otras en su historia, parece que
Venezuela volvió a perder su autobús.
Martín Lon Blanco.
Caracas, 12 de enero de
2015.