jueves, 2 de julio de 2015

DEL MAL QUE VAS A MORIR.



DEL MAL QUE VAS A MORIR.

 



No escogí esta materia. Pero bendigo al que la escogió por mí.
Después de un accidentado inicio que empezó con un duelo y una posterior victimización por el hampa, la  ilegal y la legal que prolifera en nuestro país, el autor de este libro comenzó su cruzada personal por exponer a un grupo de alumnos, su conocimiento y su visión.
Definitivamente, era algo vital. Un conocimiento extenso y abisal elevaba los razonamientos hacía arriba, sustentados además por una praxis, una experiencia vital abnegada, heroica y positiva, en una sociedad donde eso no se le permite sino a los grandes semidioses que rigen autoritariamente desde sus tumbas y dictan a semidioses temporales, sus sentencias y el camino escogido por ellos, para nuestro presente y nuestro futuro.
El doctor Gustavo Villasmil, hijo de héroe y héroe digno de su padre, es un hereje. Un hereje que se levanta contra los idolones de nuestro pasado y nuestro ahora. No lanza anatemas ni maldiciones, sólo muestra un ejemplo y los resultados de este, no se para en gremios. Milita en la verdad y la compasión. Diagnostica y resuelve, está más allá de los idola tribu, fori, theatri y specus que campean en nuestra sociedad nacional.
Está plenamente consciente de su finitud, entendió claramente el salmo donde se le pide al Creador que nos enseñe de la muerte para hacernos más humildes y más sabios.
Amén de más humildes y menos soberbios y prepotentes.
Esto, que escribimos hoy,  no es un ditirambo, ni una loa. Es sólo un reconocimiento en este desierto donde la  valentía moral  aparece como un árbol frondoso, que protege del viento y del sol, al retoño del árbol del saber venezolano, como en un diminuto oasis.
En la clase del viernes pasado, el doctor Villasmil,  nos obsequió un libro que escribió a cuatro manos con un prestigioso periodista: Roberto Giusti. La obra de ciento cincuenta páginas se acabó en una corta noche. Pero este escrito no podía escribirse en el menos propicio de los días del año, por eso, se retardo hasta hoy.
Cuando un médico de vocación y emulación sabe por experiencia propia, el vía crucis y los tormentos de la peor enfermedad en los pacientes y hace de esa experiencia una plataforma contra ese mismo mal y en contra de ambición e indiferencia que potencian sus síntomas, para evitarle el mal y reducir el dolor  a aquellos que no lo escogieron, en medio de este ambiente generalizado de desconfianza, odio y vanidosa estulticia, hacen del libro una necesidad imperiosa de leer, comprender, saber y HACER. Este es un libro que debe ser leído, comprado, discutido y regalado por todos los venezolanos que aspiran y trabajan por un país mejor.
El Doctor Villasmil en su libro armoniza los genes y los memes del genoma y de la cultura, la que es  posible en nosotros, los venezolanos, sin esa falsa armonía de patriarcas que sacrifican a generaciones y que únicamente una religión de genocidas se atreve a llamar “héroes”.
No. El libro categóricamente se opone a los Huitzilopochtlis y Tlalocs de pacotilla que abundan en nuestra historia, en nuestra política y en cualquier otro ambiente donde se impone el autoritarismo civil y militar que llena nuestros arquetipos de “Gente arrecha”.
Tampoco es, este humilde escrito destinado a una guardería ni a un Kínder. Estamos hablando de la Universidad subordinada a los problemas graves de la nación. En el libro del Doctor Villasmil se aprecian las ventajas médicas y culturales que podríamos conseguir y se aspira que los padres de los párvulos se lo enseñen a estos y les ahorren el dolor y la enfermedad. Que el bienestar de los niños venezolanos de ahora, con su salud, le rindan homenaje a los niños huérfanos que cruzaron el mar océano con viruelas, en esa cruzada por el bien que inició nuestro gran monarca, Carlos III, mucho mejor gobernante que doctorzuelos y generalotes en nuestra cronología republicana  de fracasos culturales y políticos.
También relata lo que significa el esfuerzo de una élite justificada, que desde 1936 se dedicó a crear la Venezuela de verdad verdad, con los residuos de lo que había sido un infierno de fiebres, espasmos y asesinatos en nombre de la justicia y el progreso.
Y le ganaron al mundo. Cambiaron la naturaleza y la hicieron obedecer, imitándola, no luchando contra ella.
No lo dice el doctor Villasmil, sino la OMS, la ONU y todo epidemiólogo decente en el planeta. Ya no tenemos héroes tísicos ni viudos por la fiebre amarilla, por el paludismo ni la esquistomiasis.
Se en el fondo, que el alma noble que nos queda como país, reconocerá este esfuerzo. Mi problema no es el del reconocimiento, sino del logro por la acción y oportunidad. Los héroes de hoy no son para inspirarnos después de muertos, no, son para vivir y producir más y mejor vida. Aquí y ahora.  Vida humana, mucho más importante que las falsas dicotomías de las obsoletas, e inútiles ideologías, que con sus estúpidos, estériles y por demás falsos dilemas, quieren anclarnos al  siglo XIX del que nos libraran o libertaran, los héroes sanitaristas y epidemiólogos del año 36 y de una larga fila de médicos, enfermeras, sanitaristas, que le enseñaron al mundo resultados, que nadie aún, ha podido superar. ¡Cómo los necesitan en África, a esos venezolanos ahora!
Las tropas de Napoleón Bonaparte no aprendieron y fueron derrotadas, según los mismos  los franceses, por el “General Invierno”. Ni el Emperador ni su cuñado aprendieron nada cuando a sus propios ejércitos, a los de Inglaterra y España, los derrotaran en tierras de América, en el Caribe, el “Mariscal Paludismo”, el “General Fiebre Amarilla” y los “coroneles Bilharzia y Chagas”(si, se que en esa época no se llamaban así, tenían sus nombres en Creole). ¡Y después dicen que no hay héroes civiles aquí!

 

No dudo que el libro como su autor e inspirador tendrán sus “opositores” y “detractores”. ¡Cuándo no!! Pero más allá de las aspiraciones de cualquier gremio, esta obra brinda la oportunidad de nuclear a todos, a la nación entera tras un noble fin, que redundará en el bien de común, mucho más que el oro de El Dorado y el petróleo del oropel, porque el algoritmo del éxito es sanear, educar, adiestrar, entrenar y producir. Ha sido tonto y contraproducente, alterar ese orden.

Felicito al Doctor Villasmil, a la UCV, al gremio Médico, a todo venezolano de bien y a todo amante de la humanidad, por esta obra y más aún por la trayectoria que relata y las metas que aspira, porque al fin y al cabo los pacientes sólo son enfermos sufrientes y tanto ellos como los síntomas y curas, están más allá de nacionalidades, Estados, Banderas e ideologías.

Después de terminar el libro, me felicité de ser venezolano y de ser humano.
¡Cómo deseo mandárselo a mis hijos, a mis amigos y a los que fueron mis subalternos!!!!!
¡Honor y gloria a los héroes del 36 y  a sus herederos de gesta!!!

Martín Guillermo  Lon Blanco.


Caracas, 2 de julio del 2015.

martes, 30 de junio de 2015

Venezuela primero.



Venezuela primero.




En octubre del año pasado recibí la conminación de mi compañero de armas,  y hermano, Doctor Fernando Falcón Veloz a ingresar al doctorado de Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela. Otro hermano, el señor Coronel y doctor Ángel Alberto Bellorín, me hizo ponderar esa posibilidad y como más vale el consejo de alguien que lo estime en la Tierra, que un ángel en el cielo, me decidí a seguirlos.
Hice las consultas a quienes podía causarle problemas logísticos o de cualquier tipo, las personas que más peso tienen en mi vida y todas dijeron que sí.
No sabía en qué disciplinas me estaba metiendo. Toda mi vida fue dedicada en áreas del saber donde lo vital eran las ciencias duras. Mis superiores e instructores y las circunstancias de mi trayectoria militar me hicieron algo fuerte en eso. Hasta logré un premio presidencial haciendo unos algoritmos de balística externa que se usaron para programar el software de un avión de caza de nuestra Fuerza, de la adaptación de cargas y homologación de armamento aéreo en otro sistema, y de la homologación de un sistema de misiles y de guerra electrónica en un tercero.
La diferencia de ese pasado con mi “ahora”, estribaba en que en las ciencias en las que me sentía cómodo,  sabía dónde estaba y para donde iba, en este nuevo reto no sabía ninguna de las dos cosas, pero mis compañeros quienes me animaban para tal aventura habían sido siempre para mí como los caballeros que para salvar Camelot, salían cada uno por su lado a buscar el Grial para salvar la Tierra y a su Rey, sin mapas, brújula o instrucción, sólo guiados por su instinto y un noble corazón.
A veces, la edad y las  experiencias de la vida no ponen flojos y cobardes. Y es ese, el peor enemigo que se puede tener. Aunque en verdad, el reunirme con esos tipazos, sirviera para recordar juventudes ya idas y anécdotas llenas de vida, optimismo y afán de superación, esos miles de pequeñas vanidades que no eran tan pecaminosas porque estaban al servicio de una causa mucha mayor: Venezuela, su progreso, su bienestar y su libertad.
Siguiendo el sabio consejo de mis instructores, después del papeleo y el asalto a la primera fortaleza, que en este caso fue la burocrática, donde tuvieron que desenterrar notas y títulos de polvorientos archivos en Institutos y Universidades, en las que  adquirí mucho de lo que hoy se y mucho más importante: me hicieron consciente de lo que no se y más aún, que siempre el conocimiento es una isla pequeña, un atolón en medio de un océano a veces calmo, a veces borrascoso. El mar profundo y frío de la ignorancia y del desconocimiento.
Use las cinco “Ces” de los pilotos.  Las que tienen que recordarse y usarse cuando uno está perdido en un avión y ruego que se me perdone por ponerlas en rancio pitiyanqui, de cuyo conocimiento y abuso me acuso públicamente:
Confess,
Conserve,
 Climb,
Communicate,
and Comply.

Confiésese usted mismo que está perdido.
Conserve su combustible. (O su energía).
Ascienda, gane altitud o visión panorámica.
Comuníquese para que lo asistan y
Cumpla.
Le confesé a mis compañeros que no sabía nada de esos temas.
Que por favor me ahorraran el proceso de escoger entre materias.
Que me dijeran que tenía que buscar con la visión apropiada.
Les comunique mis reservas y dudas y cumplí leyendo lo que me indicaron.

Han sido tres meses de esfuerzos muy agradables.
De libros que debí haber leído años ha.
De pararme temprano y de tener siempre algo pendiente. Dela maravillosa sensación de conseguir personas que sepan más y hasta que sean mejor de lo que uno es o se cree ser.

Pero todo esfuerzo es poco ante la sorpresa y hasta la estupefacción ante los conocimientos de mis profesores en primer término y como un relámpago después del rayo, de los conocimientos de mis compañeros de curso.

Por supuesto. La misma pregunta de siempre:

¿Cómo le ha pasado a nuestro país lo que le ha pasado, teniendo gente así?

No sé si el símil de David en la cueva, de Qumram o de las catacumbas romanas sea el apropiado, pero había descubierto la guarida donde se asilan las mejores mentes y tal vez los mejores corazones, dispuestos a dar como han dado lo mejor por Venezuela, como ya lo han hecho y siguen haciéndolo.
He descubierto que nuestro país tiene otra historia, hecha por héroes anónimos de carne y hueso. He descubierto que el mal por el mal mismo, rara vez se ha hecho a consciencia y que tal vez, exista la esperanza de que cuando cunda al fin, y  la desesperanza sea endémica e inocultable y  se acabe el saco de las excusas basadas en ideologías y soluciones llave en mano, los venezolanos vamos a acudir sinceramente al otro, para pensar soluciones e implementarlas hombro con hombro, sin manipulación ni malicia por el bien de la nación como un todo.

¿Utopía?

No.
Lo he visto, lo he documentado y lo puedo demostrar y reproducir, estudiando con quienes estudio y comparto en este doctorado.

Pero amigos, no deben creerme, eso no es lo que se enseña aquí, aquí se enseña es a dudar, a confrontar ideas y a concurrir. Sólo después de confirmar, se permite confiar.

Por eso, tal vez nosotros, o uno de los que se anime a ver con sus propios ojos lo que aquí se promueve, podrá encontrarse o acercarse al Grial, al objetivo de  un país que busca una razón distinta a la histórica y a la política para abrazarse y compartir una alegría del presente, una posibilidad mejor de futuro, tal como se espera de la vinotinto, a quienes el triunfo se les ha impuesto como una cruz.

 

Tal vez alguno o varios o mejor todos entiendan que el secreto del Grial es uno simple y viejo:
-Tú y tu Tierra son sólo uno.

Este es un sitio donde de verdad, además de los venezolanos, Venezuela, es primero.



Martín Lon Blanco.

Caracas, 29 de junio del 2015.



P.S. La próxima entrada es la de una persona que está componiendo la tomada que como el flautista de Hamelin, va a traer de vuelta a Venezuela, a los que por maltratos y falta de oportunidad se han ido, pero vendrán con sus familias, porque esto puede ser mejor y va a ser mucho mejor de lo que ha sido y es.

domingo, 21 de junio de 2015

Opiniones sobre la fecha aniversaria de la Fuerza Aérea Venezolana.

Fecha de fundación de la FAV.


Soy poco dado a vivir en el pasado. Sin embargo, dada la volatilidad de la memoria en nuestro país, considero oportuno presentar otra vez un testimonio del año 2010. Ante las opiniones de que no se hicieron las cosas o en el eterno juego del "blame game", dejo sentado que siempre hubo venezolanos quienes en minoría y desventaja, no sólo mantuvieron la fe, sino que aún sin esta, cerraron filas y se enfrentaron con lo que fuera. Siempre superados en número, pero jamás en moral. Quizas, sea esta el arma secreta que exponencia su poder de juego.
"Yo he hecho lo que podido, fortuna lo que ha querido".  El presente tiene nuevas y distintas luchas, nuevos desafíos. Atesoró los ejemplos de mis oficiales de planta, de mis instructores de vuelo, de mi patrulla de primer año, de mis primos mayores, de mis tios, de mi padre y de mi abuelo. Aparte de la moral, entiendo que el honor es también una poderosa arma para el bien, aunque algunas veces pesa.
Fuí parte de un grupo de hombres ordinarios que les tocó vivir una época extraordinaria: No nos rendimos y entendimos como ahora entendemos, nuestra caducidad. Quiza sea esta nuestra mayor virtud, si se nos permite esa pequeña jactancia, en unos tiempos de "seres eternos", "inmortales" e "imperecederos".






Martín Guillermo Lon Blanco.


Caracas, 21 de junio del 2015.