miércoles, 20 de mayo de 2015

Vuelta a las aulas.




Vuelta a las aulas.


Es una prueba de esperanza y de fe regresar a la universidad frisando los sesenta años.
Un querido  y admirado compañero, me ha hecho “pararme en la puerta”, una vez más. La confianza en él y su equipo,  como “maestros de salto”, en su equivalente de estas edades, lugares y circunstancias,  me dan el vigor y el optimismo que ciertas dolencias y ruidos en las articulaciones, propios del tiempo vivido,  han mermado.
Otra vez me he maravillado de los compatriotas y conciudadanos que tengo. Los doctores que con su conocimiento y experiencia, nos guían y la de los compañeros que aspiran algo más o menos similar, para aportarlo a Venezuela.
Muchas de las cosas que nos duelen y horrorizan como país,  no lo harían tanto, si tan sólo los hubiesen dejado poner en práctica lo que saben, a los que saben.
En la primera clase, entre tantas cosas importantes, me hicieron recordar y repensar las figuras tristes de tres vidas que probablemente no sirvieron para mucho, pero cuyas muertes fueron el negocio publicitario para gentes mucho peores que ellos.
Ellos fueron Horst Wessel, Pavlik Morozov y José Ruíz de la Hermosa.
Estos fueron “mártires”, de los extremos ideológicos,  tanto del Fascismo, como del Comunismo.
¿Por qué las muertes de ellos se glorificaron y se buscó inmortalizarlos y convertirlos en leyenda?
Tal vez por lo que un “borrado de la historia”, como León Trotsky llamó “los dos hermanos gemelos”. Los extremos ideológicos de la incertidumbre de la Gran Depresión y de la consolidación de la Revolución Industrial.
 
Tal vez sirvan como amago de explicación,  las remembranzas de las Tierras Altas de Escocia, donde en el gaélico antiguo se acuñó la palabra “sluagh-ghairm”, que en inglés se convirtió en “slogorn”, que significa Grito (ghairm) y ejército (sluagh), o grito de guerra.
Se decía también que tenía otra connotación y era que en la mañanas y tardes brumosas cuando la niebla no dejaba ver nada y coincidía con la fecha de alguna batalla, se oían los gritos de los guerreros de los clanes muertos y aterraban a quienes tenían la mala suerte de escucharlos.
¿Cómo una palabra de origen tan funesto y de un idioma tan modesto se convirtió en la herramienta de los fatídicos hermanos gemelos que chocaron en la II Guerra Mundial y en la palabra clave del consumismo y de la ideologización, simultáneamente?
¿Por qué la jerigonza de soldados muertos desde hace tanto tiempo, sigue viviendo hoy, en los tiempos modernos?
¿Cómo convertir en un símbolo hasta la vida de personas normales y hasta mediocres, en arquetipos y modelos a seguir e imitar?
¿Cómo hacer de la muerte un negocio político, militar y comercial, que obligue a los vivos, dejarse gobernar por los muertos?
Bueno, esa respuesta y las respuestas a un millón de preguntas más, es lo que vine a buscar y he empezado a encontrar, además de poder aportar lo que humildemente se pueda, en esta universidad nuestra, en estos tiempos nuestros.
Lo que sí puedo decir es que tanto las personas que aprenden como las que enseñan, lo hacen para la vida y por ella, pensando en la nación y en todos y cada uno de sus integrantes y eso me hace sentir muy bien, aún con las vientos que soplan. Aquí no se busca hacer una carrera sobre la memoria buena, regular o mala de cualquier muerto.
Para no caer en disquisiciones semánticas, entre billones y millardos, para hoy,  hay 7.400.000.000 personas vivas en nuestro planeta, pero desde  8.000 años antes de la Era Común hasta hoy, han nacido aproximadamente 107,602,707,791, a las que hay que restar los que aún tenemos la gracia y la suerte de respirar.
No sería educado nombrar a las personas que me llevan a estas reflexiones, el pudor, el respeto y el recato no lo recomiendan ni permiten, pero sí: “¡Gracias!”, de una vez. Gracias por hacerme recordar la respuesta de Yudistira, de la que dependía la vuelta a la vida de sus hermanos que un rakshasha o demonio había matado y  le hacía los más difíciles acertijos y que se conocen como las “Preguntas del estanque”:
¿Quiénes son más: los muertos o los vivos?
A lo que el hijo del dios de Dharma le contestó.
Los vivos, porque los muertos ya no son.
Los hermanos pandavas, que estaban muertos, resucitaron. Sin slogans. Esos los dejaron para la batalla de Kurusetra.



Martín Guillermo Lon Blanco.

Caracas, 19 de mayo de 2015.

martes, 5 de mayo de 2015

MOKUSATSU: PARA LOS LIGEROS DE LENGUA PARA HABLAR DE GUERRA. PARTE II.



MOKUSATSU: PARA LOS LIGEROS DE LENGUA PARA HABLAR DE GUERRA.
PARTE II.
                En la declaración de Postdam del 26 de julio de 1945, firmada por los EE.UU., Gran Bretaña e incluso China (país más victimizado por Japón), se le daba al Japón la opción de proclamar  la rendición incondicional de las fuerzas armadas japonesas, en lugar de la rendición incondicional del gobierno. Esto se recibió con gran ánimo por el los líderes japoneses conscientes de la situación real. También la declaración de los Aliados garantizaba la existencia de la nación nipona y se aseguraba su no destrucción, el regreso de los soldados y el suministro de materias primas para su industria, después que escogieran el gobierno que quisieran y terminase la ocupación.
                Se sugería, casi abiertamente, en contra de la racionalidad político militar, que se dejaría al Emperador, en el trono.
                El gabinete japonés estaba feliz y pensaba que se debían aceptar los términos, pero dudaban de permitir que la declaración de los Aliados, llegase al “pueblo” llano, es decir, al hombre común. El ministro de asuntos exteriores Togo, apuró a los demás para que dejaran que la información se le pasase a la gente. Estuvo cuatro horas bregando y venciendo la oposición del Ejército Imperial, se dio la declaración a los periódicos.
                Japón no tenía canales regulares con los Aliados, al menos alguno que funcionase rápido, por lo que la información que tenían era la de la radio. ¿Podían tomar esa información no oficial como valedera? Muchos exigían una oferta formal. Por lo que decidieron mantenerse en silencio y no decir nada por un tiempo.
                El Primer Ministro Suzuki debía hacer una declaración a la prensa al día siguiente, donde le preguntarían con seguridad, sobre la Declaración de Postdam. Y es aquí donde se comete el error, porque el equivalente del ministro de propaganda, Hiroshi Shimomura influyó para no perjudicar las negociaciones que llevaban con la URSS, se tratase lo de la Declaración con ligereza. Esto le sugeriría al pueblo japonés que la rendición en los términos de los Aliados se estaba considerando seriamente y que especialmente, no se estaba rechazando.
                La tragedia fue el término que usó el Primer Ministro en su declaración, quien dijo que el gabinete estaba siguiendo una política de Mokusatsu, una palabra ambigua en japonés y más en cualquier otro idioma. En japonés puede ser “sin comentarios” o “ignorar”, porque los dos caracteres que la forman, significan Moku “silenciar” y satsu “matar”. En sentido literal, es “matar con el silencio”.
                Aparte del error al escoger el término, se agravó la situación, porque la propia Agencia de Noticias japonesa Domei, no sabía lo que el Primer Ministro, de verdad quería decir y tradujo la declaración al inglés y las estaciones japonesas radiaron al mundo la noticia de que el Gabinete había decidido “ignorar”, el ultimátum de Postdam.
                Nueve días después, caía la primera bomba atómica en Hiroshima y la URSS invadía Manchuria después de declararle la guerra al Japón.
                Los EE.UU, habían experimentado más bajas en Okinawa que en todas las demás batallas del Pacífico. La población civil, con el cerebro lavado por la propaganda se había suicidado en masa. Se calculaba que al menos se perderían un millón de habitantes en la toma de las otras islas.
                ¿Qué hubiese hecho el gentil lector que lee esta entrada, en lugar del presidente Truman?
                Quien además de ser presidente y saber del desarrollo de la bomba atómica a última hora, después de la muerte del presidente Roosevelt, era oficial de Artillería.
                Muchos, con torvos intereses, satanizan a los EE.UU por esta decisión, Otros satanizan a la URSS de declarar la guerra cuando el Japón estaba derrotado de hecho y ponen esto como una venganza de la Guerra Ruso Japonesa que perdió Rusia por paliza. Pero lo cierto es que los costos de la guerra lo exigían y los crímenes del Japón militarista también.
                Un político más hábil le habría pedido a China que escogiera los blancos y en ese entonces el Kuomingtan estaba de aliado de Mao Tse Tung y el Partido Comunista Chino, pero no se hizo así y se atacó una de las ciudades menos militaristas con más cristianos del Japón.
                Sirva esto para resaltar la importancia de la moderación en el lenguaje y que el que gobierna debe escoger con mucho cuidado sus palabras siempre.
                Todo lo que pueda ser malinterpretado lo será. Esto lo fue. Muchos inocentes murieron y sufrieron y todo por tratar de adaptar la realidad al modelo falso que crea la propaganda.
                Las bombas atómicas destruyeron el Sumeru Mikuni.


Martín Guillermo Lon Blanco.
Caracas, 4 de mayo de 2015.