Parte III
Marx, Lorenz, Maduro y Capriles.
Se hace esta pequeña explicación, para que no le quede duda a nadie, que
la conducta general está creando las condiciones políticas, militares, comunicacionales, sociales,
económicas y legales para que esa desgracia caiga sobre nosotros y cuyos
resultados, sean los que sean, serán contraproducentes a la nación como un todo
y las dos mitades escindidas artificialmente, podrían sudar sangre primero,
para llorarla después. El bonapartismo
es efecto, no causa. No se deben
permitir las condiciones de que este eclosione.
Increíble, pero el escrito más
importante para los dos bandos de la Venezuela actual, en especial para sus líderes, es El 18
Brumario de Luis Bonaparte, de Karl Marx.
De seguro muchos se sabrán las máximas, pero esta vez, se requiere un
conocimiento más profundo. De contexto y circunstancia, no de la analogía
simple que hacen los sempiternos opinadores desde las sillas píticas de los
estudios de los medios de comunicación social de los dos bandos, ya en fricción.
¡Qué bueno que se lo leyeran o se los leyeran completos a los líderes máximos
del Gobierno y de la Oposición!
Entre sus principales disquisiciones están muchas que aplican a la
situación actual venezolana: Nuestra clase pobre o proletaria, aún a pesar de
los avances educativos y del aumento de su autoestima reciente, depende más de su
gobierno que al revés. Cuando los golpes de estado se dan donde el proletariado
depende de la sociedad, se producen dictadores como César, o Juan
Vicente Gómez. Es decir: Cesarismos.
Cuando el proletariado sostiene a la sociedad y al gobierno, como en
parte sucede en nuestro país (PDVSA), se
dan Bonapartismos (sentencia de
Sismondy). Venezuela, como está en transición de industrialización, puede
producir cualquiera o una mezcla peculiar de las dos categorías y aun de
categorías desconocidas porque gran parte de la sociedad también depende para
su subsistencia, directa o indirectamente, en mayor o menor grado del mismo
gobierno.
Aquí la cita entera que casi todo el mundo conoce:
“Hegel dice en
alguna parte que
todos los grandes
hechos y personajes de la
historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó
de agregar: una vez como tragedia y la
otra como farsa…”.
Puede ser también al revés, primero como farsa y después como tragedia.
Esta demostración al contrario tiene mucho peso en lo cierto de esta frase más
allá de la literatura.
Lo que unos llaman “guerra comunicacional” y los otros propaganda lleva a
lo predicho en ese escrito: “…. ¡Allí, la frase desborda el contenido, aquí, el
contenido desborda la frase!”
Las élites gubernamentales y las élites de la oposición deben esforzarse
para que esa lucha entre ellos no descienda a los escalones medios, ni bajos de la sociedad. Las
migraciones de un bando a otro, llevan las costumbres aprendidas en el primero.
No basta con decir:
-“¡El que sea violento no está conmigo!
¿Cómo el tránsfuga político se arranca, morigera o cambia sus costumbres
anteriores?
No hay, por más que se quiera, ni
sortilegios ni encantamientos ni en la política ni en la guerra. ¡Qué bueno
sería que consiguieran arreglos imaginativos que permitiesen la convivencia y
formas de cooperación nuevas originales donde no se comprometieran principios y
que definieran esos sacrosantos principios en términos operacionales y
manejables!
En Venezuela, la administración pública ha sido una herramienta
clientelar de los políticos. Si se quiere cerrar a la mitad del país esta
opción, es recomendable dejar una vía de escape y generar incentivos para que
se dedique a otra. Debe haber opciones reales, distintas al dilema tradicional:
o gobernar o conspirar o subvertir.
Es allí cuando la historia se repite como en las ecuaciones de Lorenz, las que se reafirman su valor en sistemas complejos: lo
del famoso y ya vulgar efecto mariposa: un pequeño desencuentro entre el
liderazgo político de los dos bandos, pueden producir un efecto desmedido a los
niveles más bajos, como se ha apreciado en los ataques y muertos que cada quién
atribuye al contrario.
A Venezuela le sobran tipos
bravos y mujeres bravas, pero le faltan personas cultas y sensibles, que sepan
canalizar la insatisfacción sin que esta “arrechera” se convierta en
fuerza letal o destructiva. Debe haber opciones.
El mayor deber militar es la virtud cívica. Las Fuerzas Armadas
deben estar subordinadas al Gobierno legalmente escogido.
¿Cuál es el Gobierno legalmente escogido?
Clara, taxativa e inequívocamente, el que nombró el árbitro que
previamente había sido acordado y aceptado antes de la competencia, combate,
elección o juicio. Ningún otro. No sólo es cuestión de ley, es cuestión
de honor y de honorabilidad.
Los árbitros deben y pueden cuestionarse siempre antes de la
competencia, no post hoc. Tampoco
se debe atribuir cualquier actitud del árbitro como un contubernio con el
rival, sin presentar pruebas.
Eso no significa que el árbitro sea omnisciente, omnipotente e
inapelable. No, sólo significa que como humano falible puede equivocarse y para
pedir reconvenciones, apelaciones y reconsideraciones, existe otro nivel y
otros procedimientos. Sin que esto signifique que mientras se llega a una
sentencia definitiva, el ganador está descalificado y se le pueden endilgar
insultos, malcriadeces o silletazos. No, es el ganador hasta que la instancia
superior decida lo contrario y lo despoje de la corona, cinturón o lo que venga
al caso. Tanto en el Gobierno, como en el Tribunal de la Haya, cómo en el Tour
de France.
No se les está pidiendo a los pasados candidatos que sean como Simón
Bolívar, ni como Pedro I el Grande de Rusia, ni el General Chu Te, ni como Churchill,
o cualquier presidente de los EE.UU, no. Sólo se les sugiere que vean y emulen
a alguien como Armando Galarraga, Venezolano,
quien sí lanzo un juego perfecto, el umpire Jim Joyce se equivocó y el
gran venezolano, porque hay que ser grande para ser así, aceptó el fallo con
una humildad, siguió lanzando y ponchó al siguiente, demostrando una enormidad
de espíritu que le hizo un gran bien a su equipo, al gentilicio, a él mismo y
fue como una brisa fresca en un negocio donde los esteroides y la competencia
desleal estaban creando escándalos y serios cuestionamientos. No se quedó allí
nuestro compatriota, el umpire Joyce se disculpó directamente, la respuesta
del señor Galarraga fue aún más grande. Solo agregó que “nadie es perfecto”.
Aun cuando, como en nuestra
tradición, estos gobiernos tengan algún
pecadillo original como fue el caso octubre del cuarenta y cinco o los del año
noventa dos. Es menos malo ese pecadillo
original que la marca de Caín. Y aún en gobiernos ilegales, dictatoriales, como
el del Portugal de Oliveira Salazar o la república Democrática Alemana de
Hoenecker, la mejor actuación militar consistió en dejar decantar la
situación política y de verdad, verdad, los políticos tuvieron que ponerse
arduamente, a trabajar. ¡Qué bueno sería que los militares vieran los
ejemplos de las fuerzas armadas portuguesas, y aún las de aquella Alemania
donde estaban destinadas a dejar de existir!
La actual situación,
sumada al escalamiento verbal que se incrementa día a día, la mentalidad de
sitio que obliga a compras nerviosas, el lenguaje militarista generalizado en
ambos bandos, el someter al pueblo llano a los temores del desabastecimiento,
del abandono, aun estando bajo la depresión, el luto y el sentimiento de
pérdida por la relación personal y especial que tenían con el finado
presidente, hacen esta mezcla explosiva.
No se debe jugar con ácido
nítrico y glicerina en las calles de Venezuela. Es obligatorio el compartir estas preocupaciones, en el deseo
legítimo de que sean escuchadas y meditadas a quienes van dirigidas, y de no ser así, que algunos compatriotas se
las repitan o se las expresen con sus propias palabras, porque lo que está en
juego es de valor supremo:
El presente y el futuro de nuestro país. De la gente que está viva y de
la que está por venir.
El pasado, aunque no tan importante, tiene un valor, y es el valor
acumulado de las experiencias y de los sacrificios
del país, desde la muerte del general Gómez hasta el día de hoy, con lo bueno, lo
malo y lo feo de la llamada IV República, de la V y lo bueno, lo malo y lo feo de la herencia
del recientemente fallecido presidente.
¡Qué bueno sería que a los venezolanos no nos alegrara nunca el deceso ni la
mínima desgracia de ningún venezolano y fueran consecuentes con el esfuerzo
generacional y general del país!
Existen señales muy graves ya. No
tanto por los actos en sí, sino por quienes los han cometido. Tánganas en el la
Asamblea, provocadas al parecer a exprofeso por señales culturales que el bando
gubernamental entiende como insultantes y agresivas en su idiosincrasia propia
y responde de acuerdo a esas mismas referencias y usos, es decir, a trompadas.
La oposición no consideró, y a lo mejor no considera todavía, que sus
actos resultaran tan ofensivos como para generar la respuesta que obtuvo. Por
eso tal vez quepa aquí el mandato de Sun Tsu: Conoce a tu adversario como a ti
mismo. Muchas veces, conocer al adversario y sus motivaciones, nos permite
evitar el conflicto armado o hacerlo lo más breve posible.
La oposición y los chavistas no se conocen lo suficiente, les iría mejor
a todos si lo hicieran, porque después de saber en qué se diferencian, podrían
conseguir en que se parecen y sobre esa base, erigir políticas públicas de cooperación y de
compartimiento de responsabilidades, que le darían al país respuestas
constructivas y no la desgastante diatriba política, cada vez más y más militarística y agresiva. El finado presidente sí se conocía a sí mismo
y sí conocía a su adversario. Este no parece ser el caso actual. Las
diferencias de la oposición y el chavismo son por tener las mismas coordenadas,
en relaciones y percepciones de espacio y tiempo distintos.
La jerga militar ha invadido y desplazado la jerga política civil: Hay comandos, los dos los tienen epónimos militares, hay estados mayores, hay jefes
de campaña, jefes regionales en los dos partidos, encargados de la logística, de las operaciones, hay brazaletes, que se usan para santo y
seña, pero ahora significan otras cosas, hay gorras tricolores con aditamentos
secundarios diferenciadores. Hay guerra
económica, guerra mediática, ablandamiento, aplastar, arremeter, pasar a la ofensiva, la artillería
del pensamiento, etc.
Esto, es demasiado.
Martín Lon Blanco.
Excelente mi General, muy acertado y pertinente en estos tiempos de tanta crispación y secuestro de jergas y costumbres no consonas a la vida política (civil )de la república.
ResponderEliminarEstimado amigo. Tremendo análisis!!!! Voy a buscar el libro de Tony Blair. Los bobos nuestros de los dos lados sólo ven el poder y no ven el precipicio.
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