miércoles, 17 de agosto de 2016

Bailando al borde del precipicio. ¿Cómo conjurar una guerra civil? En doce pasos. PARTE III. PROMOVIENDO EL BONAPARTISMO INCONSCIENTEMENTE.



Parte III
Marx, Lorenz, Maduro y Capriles.
Se hace esta pequeña explicación, para que no le quede duda a nadie, que la conducta general está creando las condiciones  políticas, militares, comunicacionales, sociales, económicas y legales para que esa desgracia caiga sobre nosotros y cuyos resultados, sean los que sean, serán contraproducentes a la nación como un todo y las dos mitades escindidas artificialmente, podrían sudar sangre primero, para llorarla después. El bonapartismo es efecto, no causa. No se deben permitir las condiciones de que este eclosione.
Increíble, pero  el escrito más importante para los dos bandos de la Venezuela actual, en especial para sus  líderes, es  El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de  Karl Marx.
De seguro muchos se sabrán las máximas, pero esta vez, se requiere un conocimiento más profundo. De contexto y circunstancia, no de la analogía simple que hacen los sempiternos opinadores desde las sillas píticas de los estudios de los medios de comunicación social de los dos bandos, ya en fricción. ¡Qué bueno que se lo leyeran o se los leyeran completos a los líderes máximos del Gobierno y de la Oposición!
Entre sus principales disquisiciones están muchas que aplican a la situación actual venezolana: Nuestra clase pobre o proletaria, aún a pesar de los avances educativos y del aumento de su autoestima reciente, depende más de su gobierno que al revés. Cuando los golpes de estado se dan donde el proletariado  depende de la sociedad,  se producen dictadores como César, o Juan Vicente Gómez. Es decir: Cesarismos.
 Cuando el proletariado  sostiene a la sociedad y al gobierno, como en parte  sucede en nuestro país (PDVSA), se dan Bonapartismos (sentencia de Sismondy). Venezuela, como está en transición de industrialización, puede producir cualquiera o una mezcla peculiar de las dos categorías y aun de categorías desconocidas porque gran parte de la sociedad también depende para su subsistencia, directa o indirectamente, en mayor o menor grado del mismo gobierno.
Aquí la cita entera que casi todo el mundo conoce:
“Hegel  dice  en  alguna  parte  que  todos  los  grandes  hechos  y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de  agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa…”.
Puede ser también al revés, primero como farsa y después como tragedia. Esta demostración al contrario tiene mucho peso en lo cierto de esta frase más allá de la literatura.
Lo que unos llaman “guerra comunicacional” y los otros propaganda lleva a lo predicho en ese escrito: “…. ¡Allí, la frase desborda el contenido, aquí, el contenido desborda la frase!”
Las élites gubernamentales y las élites de la oposición deben esforzarse para que esa lucha entre ellos no descienda a los escalones  medios, ni bajos de la sociedad. Las migraciones de un bando a otro, llevan las costumbres aprendidas en el primero. No basta con decir:
-“¡El que sea violento no está conmigo!
¿Cómo el tránsfuga político se arranca, morigera o cambia sus costumbres anteriores?
 No hay, por más que se quiera, ni sortilegios ni encantamientos ni en la política ni en la guerra. ¡Qué bueno sería que consiguieran arreglos imaginativos que permitiesen la convivencia y formas de cooperación nuevas originales donde no se comprometieran principios y que definieran esos sacrosantos principios en términos operacionales y manejables!
En Venezuela, la administración pública ha sido una herramienta clientelar de los políticos. Si se quiere cerrar a la mitad del país esta opción, es recomendable dejar una vía de escape y generar incentivos para que se dedique a otra. Debe haber opciones reales, distintas al dilema tradicional: o gobernar o conspirar o subvertir.
Es allí cuando la historia se repite como en las  ecuaciones de Lorenz, las que se  reafirman su valor en sistemas complejos: lo del famoso y ya vulgar efecto mariposa: un pequeño desencuentro entre el liderazgo político de los dos bandos, pueden producir un efecto desmedido a los niveles más bajos, como se ha apreciado en los ataques y muertos que cada quién atribuye al contrario.
 A Venezuela le sobran tipos bravos y mujeres bravas, pero le faltan personas cultas y sensibles, que sepan canalizar la insatisfacción sin que esta “arrechera” se convierta en fuerza letal o destructiva. Debe haber opciones.
El mayor deber militar es la virtud cívica. Las Fuerzas Armadas deben estar subordinadas al Gobierno legalmente escogido.
 ¿Cuál es el Gobierno legalmente escogido?
Clara, taxativa e inequívocamente, el que nombró el árbitro que previamente había sido acordado y aceptado antes de la competencia, combate, elección o juicio. Ningún otro. No sólo es cuestión de ley, es cuestión de honor y de honorabilidad.
Los árbitros deben y pueden cuestionarse siempre antes de la competencia, no post hoc. Tampoco se debe atribuir cualquier actitud del árbitro como un contubernio con el rival, sin presentar pruebas.
Eso no significa que el árbitro sea omnisciente, omnipotente e inapelable. No, sólo significa que como humano falible puede equivocarse y para pedir reconvenciones, apelaciones y reconsideraciones, existe otro nivel y otros procedimientos. Sin que esto signifique que mientras se llega a una sentencia definitiva, el ganador está descalificado y se le pueden endilgar insultos, malcriadeces o silletazos. No, es el ganador hasta que la instancia superior decida lo contrario y lo despoje de la corona, cinturón o lo que venga al caso. Tanto en el Gobierno, como en el Tribunal de la Haya, cómo en el Tour de France.
No se les está pidiendo a los pasados candidatos que sean como Simón Bolívar, ni como Pedro I el Grande de Rusia, ni el General Chu Te, ni como Churchill, o cualquier presidente de los EE.UU, no. Sólo se les sugiere que vean y emulen a alguien como  Armando Galarraga, Venezolano, quien sí lanzo un juego perfecto, el umpire Jim Joyce se equivocó y el gran venezolano, porque hay que ser grande para ser así, aceptó el fallo con una humildad, siguió lanzando y ponchó al siguiente, demostrando una enormidad de espíritu que le hizo un gran bien a su equipo, al gentilicio, a él mismo y fue como una brisa fresca en un negocio donde los esteroides y la competencia desleal estaban creando escándalos y serios cuestionamientos. No se quedó allí nuestro compatriota, el umpire Joyce se disculpó directamente, la respuesta del señor Galarraga fue aún más grande. Solo agregó que “nadie es perfecto”.
Aun cuando, como  en nuestra tradición,  estos gobiernos tengan algún pecadillo original como fue el caso octubre del cuarenta y cinco o los del año noventa dos. Es menos malo  ese pecadillo original que la marca de Caín. Y aún en gobiernos ilegales, dictatoriales, como el del Portugal de Oliveira Salazar o la república Democrática Alemana de Hoenecker, la mejor actuación militar consistió en dejar decantar la situación política y de verdad, verdad, los políticos tuvieron que ponerse arduamente, a trabajar. ¡Qué bueno sería que los militares vieran los ejemplos de las fuerzas armadas portuguesas, y aún las de aquella Alemania donde estaban destinadas a dejar de existir!
               La actual situación, sumada al escalamiento verbal que se incrementa día a día, la mentalidad de sitio que obliga a compras nerviosas, el lenguaje militarista generalizado en ambos bandos, el someter al pueblo llano a los temores del desabastecimiento, del abandono, aun estando bajo la depresión, el luto y el sentimiento de pérdida por la relación personal y especial que tenían con el finado presidente, hacen esta mezcla explosiva.
 No se debe jugar con ácido nítrico y glicerina en las calles de Venezuela. Es obligatorio el  compartir estas preocupaciones, en el deseo legítimo de que sean escuchadas y meditadas a quienes van dirigidas,  y de no ser así, que algunos compatriotas se las repitan o se las expresen con sus propias palabras, porque lo que está en juego es de valor supremo:
El presente y el futuro de nuestro país. De la gente que está viva y de la que está  por venir.  
El pasado, aunque no tan importante, tiene un valor, y es el valor acumulado de las experiencias y  de los sacrificios del país, desde la muerte del general Gómez hasta el día de hoy, con lo bueno, lo malo y lo feo de la llamada IV República, de la V  y lo bueno, lo malo y lo feo de la herencia del recientemente fallecido  presidente. ¡Qué bueno sería que a los venezolanos no nos alegrara nunca el deceso ni la mínima desgracia de ningún venezolano y fueran consecuentes con el esfuerzo generacional y general del país!
Existen señales muy graves ya.  No tanto por los actos en sí, sino por quienes los han cometido. Tánganas en el la Asamblea, provocadas al parecer a  exprofeso por señales culturales que el bando gubernamental entiende como insultantes y agresivas en su idiosincrasia propia y responde de acuerdo a esas mismas referencias y usos, es decir,  a trompadas.
La oposición no consideró, y a lo mejor no considera todavía, que sus actos resultaran tan ofensivos como para generar la respuesta que obtuvo. Por eso tal vez quepa aquí el mandato de Sun Tsu: Conoce a tu adversario como a ti mismo. Muchas veces, conocer al adversario y sus motivaciones, nos permite evitar el conflicto armado o hacerlo lo más breve posible.
La oposición y los chavistas no se conocen lo suficiente, les iría mejor a todos si lo hicieran, porque después de saber en qué se diferencian, podrían conseguir en que se parecen y sobre esa base,  erigir políticas públicas de cooperación y de compartimiento de responsabilidades, que le darían al país respuestas constructivas y no la desgastante diatriba política, cada vez más y más militarística y agresiva.  El finado presidente sí se conocía a sí mismo y sí conocía a su adversario. Este no parece ser el caso actual. Las diferencias de la oposición y el chavismo son por tener las mismas coordenadas, en relaciones y percepciones de espacio y tiempo distintos.
La jerga militar ha invadido y desplazado la jerga política civil: Hay comandos, los dos los tienen  epónimos militares, hay estados mayores, hay jefes de campaña, jefes regionales en los dos partidos, encargados de la logística, de las operaciones,  hay brazaletes, que se usan para santo y seña, pero ahora significan otras cosas, hay gorras tricolores con aditamentos secundarios diferenciadores. Hay guerra económica, guerra mediática, ablandamiento, aplastar, arremeter, pasar a la ofensiva, la artillería del pensamiento, etc.
Esto, es demasiado.

Martín Lon Blanco.

2 comentarios:

  1. Excelente mi General, muy acertado y pertinente en estos tiempos de tanta crispación y secuestro de jergas y costumbres no consonas a la vida política (civil )de la república.

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  2. Estimado amigo. Tremendo análisis!!!! Voy a buscar el libro de Tony Blair. Los bobos nuestros de los dos lados sólo ven el poder y no ven el precipicio.

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