viernes, 14 de noviembre de 2014

LOS VENEZOLANOS NO SOMOS SUIZOS PERO LOS SUIZOS SÍ FUERON VENEZOLANOS.



LOS VENEZOLANOS NO SOMOS SUIZOS PERO LOS SUIZOS SÍ FUERON VENEZOLANOS.



               
Existe una extensa bibliografía de los males de Venezuela y lo malo de los venezolanos. Existe también, una gran cantidad de material escrito sobre la maravilla que somos. Por lo general, esos extremos (bipolares) son muy propios de nuestro clima y de nuestra mentalidad.
                Nos iría mejor si tratásemos de conseguir un punto intermedio,  una visión realista de lo malo y de donde sale, para mejorarlo y de lo bueno que hay que conservar.
                Decía Joseph Campbell que “El mito tiene como función ponernos en sincronía con nosotros mismos, con nuestro grupo social y con el ambiente en el cual vivimos”. Desde el comienzo de la esta República nuestra, se empezaron  a establecer unos mitos que sirvieron para lo que la cita refiere, por muchos años, hasta 1998, cuando el mito se encarnó en un liderazgo distinto para el que fue creado. Nuestros mitos fundacionales, se devolvieron contra aquellos, que eran  descendientes, de quienes los habían creado y de los que sin saber nada, habían llegado al país después.
                En el proceso evolutivo de la nación venezolana, personas con buena intención, se agarraron de ideologías, que trataron y tratan de presentar como panaceas y que en nuestro caso no funcionan  porque “somos muy malos”, “muy flojos”, o “muy brutos”.
                Lo cierto es que eso es falso en algunas  partes y cierto en otras. No somos buenos jugando en equipo. Nos cuesta llegar a acuerdos, como inercia cultural, con personas distintas a nuestra propia casta. Desconfiamos por default, o por defecto, mientras que la base del éxito de los grupos humanos descansa en dos pilares biológicos: la reciprocidad y la empatía, elementos imprescindibles de la confianza.
                Las guerras fundacionales nuestras, son el substrato basáltico de nuestra desconfianza, la base de nuestras deserciones y traiciones, y de nuestros frecuentes excesos verbales. El miedo que nos persigue como sociedad y civilización paraliza la compasión y la empatía y así estamos en un círculo vicioso.
                Se podría hacer un libro de las “MAXIMAS INFELICES VENEZOLANAS”,  de las cuales las “máximas infelices adecas”, sería sólo un pequeño capítulo. Aunque bien vale un escrito sobre el efecto de AD en la vida venezolana, pero eso lo dejaremos para otro día. Hoy recordaremos la inculta, maleducada y falsa expresión de “LOS VENEZOLANOS NO SOMOS SUIZOS”.  
          
                Había una vez unos cantones de gente que hablaba, italiano, francés, alemán y romansh. Para colmo, a comienzos del siglo XVI, se produce la “Reforma”, por Martín Lutero. Un cura suizo llamado Huldrych Zwingli, se impresiona con la obra de Lutero y en un momento de efervescencia social, decide separarse de la iglesia romana y cuestiona el sistema de mercenarismo que predominaba en los cantones más católicos. En esa época, no hacían relojes, ni quesos, ni tenían bancos. Suiza o lo que sería Suiza, vivía de los mercenarios y por eso los países de Europa trataban de que fuese aliada de ellos, cuando tenían guerras contra los otros países. Esto facilitó, como consecuencia no prevista, la famosa “neutralidad suiza”, que como vemos, no es ni Suiza ni altruista.

                Swingli muere en una batalla contra los suizos católicos y lo sucede Juan Calvino o Jean Calvin porque había nacido en Francia pero oficiaba en Ginebra. Ellos crearon el protestantismo que luego se llamaría “Calvinista”. Ne pas le argeant, ne pas les suisses. ¡Qué cosas que sea el Vaticano el único Estado que conserve la tradición de los mercenaarios suizos!

                En aquel tiempo, Ginebra era peor que Petare hoy: asesinatos, borrachos, riñas, suciedad, enfermedad. Los pobres vivían en chiqueros y los ricos tenían su dinero e inversiones en Francia, Alemania o Austria. Lausana era peor que los Valles del Tuy, la descomposición social era la misma, Zurich era peor que Catia, Berna era como Barrio El Marite en Maracaibo, pero sin calor, Lugano era como la Charneca, Lucerna como el Barrio Ziruma, Neuchatel como el barrio Olegario Villalobos y Basel como el barrio Tierra Negra de Barquisimeto.
                Pero entonces, los reformistas, porque así se llamaban, empezaron a poner orden, estableciendo un orden social mucho más draconiano y exigente que cualquier ciudad griega u otra de la antigüedad. Pero fue Calvino quien introdujo el término de los “Viejos”, además del Consistorio,  quienes pasaron a tener más poder que los curas párrocos, cuyo deber era mantener, supervisar y hacer cumplir con el orden moral establecido en el Antiguo y Nuevo Testamento. Esto último colidía con el poder civil, que Swinglio había convertido en  “Corte Moral”, pero en este  caso, esto se mezcló.
                La población a efectos prácticos se dividió en tres grupos: los píos, los indiferentes y los perdidos o insalvables. El primer grupo tenía que espiar a diario a los otros dos, tal como pasa hoy en día en Corea del Norte desde Kim Il Sun hasta nuestros días.
                Esta era la política social de Swinglio, Calvino y de algún tiempo después de Oliver Cromwell.
Estaba prohibido:
1.       Rezar en latín.
2.       Tener ornamentos, estatuas, pinturas en las iglesias, plazas, casas.
3.       Tener libros paganos.
4.       Practicar la brujería.
5.       Usar, cadenas, cristos, medallas o cualquier tipo de amuleto.
6.       Matrimonios de mujeres mayores con hombres más jóvenes.
7.       Una sola iglesia.
8.       Hablar bien del Papa.
9.       Hacer deporte o cualquier tipo de actividad física distinta al trabajo.
10.   Todo placer estaba prohibido porque alejaba la salvación del alma  y de la congregación.
11.   El teatro no religioso.
12.   Maldecir, decir groserías.
13.   Pasear los domingos que no fuera para ir al servicio religioso.
14.   Dormirse o distraerse en los sermones.
15.   Usar ropa lujosa. Las mujeres debían vestirse de negro desde el cuello hasta los tobillos y tener el pelo recogido dentro de un velo blanco.
16.   Los hombres no debían usar prendas distintas al negro y tener el pelo corto.
17.   Celebrar cumpleaños o santos, estos se sustituyeron por un día de ayuno al mes, el mismo día para todos.
18.   Las mujeres no debían usar ningún maquillaje, siendo deber de los píos y de los soldados de limpiarles la cara si lo hacían.
19.   Celebrar la navidad como época de regocijo y celebración, solo se celebraría el nacimiento del Señor, era deber de los píos allanar y decomisar cualquier comida especial que se estuviese cocinando para esas fechas.
20.   Bailar.
21.   Cantar canciones no religiosas u obscenas.
22.   Tener sexo por recreación, sólo se aceptaba para reproducción.
23.   Tener sexo desnudo.
24.   Comilonas y  tomar exceso de alcohol.
25.   Arbolitos, u otro signo pagano.
26.   Poner a los niños nombres no bíblicos.
27.   Pedir limosna.
28.   Atender a los pobres fuera de la casa de estos o el hospital.
29.   Usar velas para velorios o santos.
30.   Jugar cartas o dados, o apostar dinero.
31.   Hacer ruido distinto al necesario para trabajar.
32.   Tomar alcohol en tabernas (duro tres meses el experimento y falló)
Quien hiciere lo incorrecto, se castigaba físicamente con azotes y después con cárcel, si el delito era traición, brujería o herejía, entonces pena de muerte en la hoguera.
                Cosillas más cosillas menos, así pasaron estas restricciones a la Inglaterra de Cromwell, a los Países Bajos y cuando perdieron el piso político en los Alpes, bueno, allí alquilaron unos barcos los más puros y se fueron (ya sé que lo adivinaron ¿verdad?)  a fundar unas poblaciones que después serían los Estados Unidos.
                Se dice y no sin razón que “la constitución americana la hicieron cincuenta y cinco hombres y un fantasma”, ese fantasma era el de Cromwell, quien al convertir a Inglaterra en una “República”, la dividió en once partes y a cada una le puso un general del Ejército de Nuevo Modelo, quienes hacían también, el papel de policía religiosa y moral.
                Si ponemos a todos los caudillos venezolanos, colombianos, argentinos y otros, tales como Boves, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Rojas Pinilla, Pérez Jiménez, Perón, los babosos de las juntas militares argentinas en los setenta y ochenta, a Pinochet y a todos los que se les ocurra, incluyendo a los comunistas y neo comunistas y los muelen, no les saldrá ni un kilo de Calvino ni Zwinglio y mucho menos un gramo de Cromwell.
                Entonces, ·"Los suizos si fueron venezolanos". Esos países que hoy admiramos y no sin razón, no se hacen merecedores de esa admiración por ser seres sobrenaturales ni distintos a nosotros. Tienen una tradición donde están las lecciones de sus propios errores y han desarrollado costumbres e instituciones para no volver a reincidir en los mismos defectos.
                El problema de nosotros es que estamos cometiendo esos errores cuatro centurias o cinco después. Y los medios de esta época magnifican nuestros errores, que los tenemos y nuestras taras que no podemos esconder ya.
                En los países que sufrieron y aprendieron de la Reforma y de la Contra Reforma, también tenían diferentes idiomas, y fenotipos particulares no uniformes. Por eso que disponemos la ventaja de un mismo idioma y del conocimiento de la ciencia y cultura de los demás,  si nos da la gana de estudiarla, en vez de auto flagelarnos y menospreciarnos.
                No significa eso, dejar de reconocer nuestros errores. Hemos visto que las barriadas venezolanas, basura y suciedad y personas que esperan que el gobierno vaya y les limpie la porquería que ensucian, que parece que dejan la basura para parapetarse detrás de ella para combatir la guerra de “N” generación. Hemos visto urbanizaciones de clase alta compitiendo y ganando inclusive a los pobres, tirando basura en las calles y quemándola como forma de lucha política. Lo que sí se vio clarito fue que eran sucios los dos.
                Por eso, ya desde otra arista, podemos entender, que Al Qaeda, el Estado Islámico, El Nuevo Califato son niños de pecho en lo que se refiere a fanatismo religioso cuando se le compara con la historia del nuestro mundo occidental.
                Las leyes, los terrores, el estado policial, llevaron a las sociedades que hoy envidiamos a hacer relojes, bancos, chocolates, quesos y mil cosas más. Sacaron de su sufrimiento algo mejor para el futuro.
                Si a alguno le queda una duda de esta demostración de que los suizos fueron venezolanos o peor hace quinientos años o los ingleses hace cuatrocientos, le sugiero que busque la obra “El libro que transforma las naciones” de Loren Cunningham y en él encontrarán una casuística más entretenida y si tienen más tiempo, pueden ir a Cagua o Maracay y buscarse al Capitán Retirado Ricardo Fernando Fernández Rizo quien fue primero de su promoción, un excelente piloto de caza,  si se me permite decir, excepcional y un hombre de fe y asistir a su congregación. Debo aclarar que no comparto las mismas creencias religiosas de mi estimado capitán, pero sí las morales. Él les puede dar mejores luces en el tema que hemos tratado hoy y si eso no fuese suficiente, pueden ir a Maracay a HELADOS RIZO. Que queda en la Avenida Fuerzas Aéreas diagonal con Parque Aragua, su página web es www.heladosrizo.com. Allí podrán refrescarse y pasar un buen momento y comerse un helado de torta suiza y recordar las palabras que para bien, hemos compartido hoy.

                Queda pendiente lo de AD. Pero esa es una historia, también, digna de ser contada.


P.S. Con relación a Ricardo, Max Weber tampoco se equivocó.



Martín Lon Blanco
Caracas, 14 de noviembre del 2014.

               

1 comentario:

  1. Paul Orestes Perez15 de abril de 2015, 13:37

    Exelente tema y una buena leccion del pasado que hoy se repite

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