LOS
VENEZOLANOS NO SOMOS SUIZOS PERO LOS SUIZOS SÍ FUERON VENEZOLANOS.
Existe una extensa bibliografía de los males de Venezuela y
lo malo de los venezolanos. Existe también, una gran cantidad de material
escrito sobre la maravilla que somos. Por lo general, esos extremos (bipolares)
son muy propios de nuestro clima y de nuestra mentalidad.
Nos
iría mejor si tratásemos de conseguir un punto intermedio, una visión realista de lo malo y de donde
sale, para mejorarlo y de lo bueno que hay que conservar.
Decía
Joseph Campbell que “El mito tiene como función ponernos en sincronía con
nosotros mismos, con nuestro grupo social y con el ambiente en el cual vivimos”.
Desde el comienzo de la esta República nuestra, se empezaron a establecer unos mitos que sirvieron para lo
que la cita refiere, por muchos años, hasta 1998, cuando el mito se encarnó en
un liderazgo distinto para el que fue creado. Nuestros mitos fundacionales, se
devolvieron contra aquellos, que eran descendientes, de quienes los habían creado y
de los que sin saber nada, habían llegado al país después.
En el
proceso evolutivo de la nación venezolana, personas con buena intención, se
agarraron de ideologías, que trataron y tratan de presentar como panaceas y que en nuestro caso no funcionan porque “somos muy malos”, “muy flojos”, o “muy
brutos”.
Lo
cierto es que eso es falso en algunas partes y cierto en otras. No somos buenos
jugando en equipo. Nos cuesta llegar a acuerdos, como inercia cultural, con
personas distintas a nuestra propia casta. Desconfiamos por default, o por
defecto, mientras que la base del éxito de los grupos humanos descansa en dos
pilares biológicos: la reciprocidad y la empatía, elementos imprescindibles de
la confianza.
Las
guerras fundacionales nuestras, son el substrato basáltico de nuestra
desconfianza, la base de nuestras deserciones y traiciones, y de nuestros
frecuentes excesos verbales. El miedo que nos persigue como sociedad y
civilización paraliza la compasión y la empatía y así estamos en un círculo
vicioso.
Se
podría hacer un libro de las “MAXIMAS INFELICES VENEZOLANAS”, de las cuales las “máximas infelices adecas”,
sería sólo un pequeño capítulo. Aunque bien vale un escrito sobre el efecto de AD en la vida
venezolana, pero eso lo dejaremos para otro día. Hoy recordaremos la inculta,
maleducada y falsa expresión de “LOS
VENEZOLANOS NO SOMOS SUIZOS”.
Había
una vez unos cantones de gente que hablaba, italiano, francés, alemán y
romansh. Para colmo, a comienzos del siglo XVI, se produce la “Reforma”, por
Martín Lutero. Un cura suizo llamado Huldrych Zwingli, se impresiona con la
obra de Lutero y en un momento de efervescencia social, decide separarse de la
iglesia romana y cuestiona el sistema de mercenarismo que predominaba en los
cantones más católicos. En esa época, no hacían relojes, ni quesos, ni tenían
bancos. Suiza o lo que sería Suiza, vivía de los mercenarios y por eso los
países de Europa trataban de que fuese aliada de ellos, cuando tenían guerras
contra los otros países. Esto facilitó, como consecuencia no prevista, la famosa
“neutralidad suiza”, que como vemos, no es ni Suiza ni altruista.
Swingli
muere en una batalla contra los suizos católicos y lo sucede Juan Calvino o
Jean Calvin porque había nacido en Francia pero oficiaba en Ginebra. Ellos
crearon el protestantismo que luego se llamaría “Calvinista”. Ne pas le argeant, ne pas les suisses. ¡Qué
cosas que sea el Vaticano el único Estado que conserve la tradición de los
mercenaarios suizos!
En
aquel tiempo, Ginebra era peor que Petare hoy: asesinatos, borrachos,
riñas, suciedad, enfermedad. Los pobres vivían en chiqueros y los ricos tenían
su dinero e inversiones en Francia, Alemania o Austria. Lausana era peor que los Valles
del Tuy, la descomposición social era la misma, Zurich era peor que Catia,
Berna era como Barrio El Marite en Maracaibo, pero sin calor, Lugano era como la Charneca,
Lucerna como el Barrio Ziruma, Neuchatel
como el barrio Olegario Villalobos y
Basel como el barrio Tierra Negra de Barquisimeto.
Pero
entonces, los reformistas, porque así se llamaban, empezaron a poner orden,
estableciendo un orden social mucho más draconiano y exigente que cualquier
ciudad griega u otra de la antigüedad. Pero fue Calvino quien introdujo el
término de los “Viejos”, además del Consistorio, quienes pasaron a tener más poder que los
curas párrocos, cuyo deber era mantener, supervisar y hacer cumplir con el
orden moral establecido en el Antiguo y Nuevo Testamento. Esto último colidía
con el poder civil, que Swinglio había convertido en “Corte Moral”, pero en este caso, esto se mezcló.
La
población a efectos prácticos se dividió en tres grupos: los píos, los indiferentes
y los perdidos o insalvables. El primer grupo tenía que espiar a diario a los otros
dos, tal como pasa hoy en día en Corea del Norte desde Kim Il Sun hasta
nuestros días.
Esta era
la política social de Swinglio, Calvino y de algún tiempo después de Oliver Cromwell.
Estaba prohibido:
1.
Rezar en latín.
2.
Tener ornamentos, estatuas, pinturas en las
iglesias, plazas, casas.
3.
Tener libros paganos.
4.
Practicar la brujería.
5.
Usar, cadenas, cristos, medallas o cualquier
tipo de amuleto.
6.
Matrimonios de mujeres mayores con hombres más
jóvenes.
7.
Una sola iglesia.
8.
Hablar bien del Papa.
9.
Hacer deporte o cualquier tipo de actividad
física distinta al trabajo.
10.
Todo placer estaba prohibido porque alejaba la
salvación del alma y de la congregación.
11.
El teatro no religioso.
12.
Maldecir, decir groserías.
13.
Pasear los domingos que no fuera para ir al
servicio religioso.
14.
Dormirse o distraerse en los sermones.
15.
Usar ropa lujosa. Las mujeres debían vestirse de
negro desde el cuello hasta los tobillos y tener el pelo recogido dentro de un
velo blanco.
16.
Los hombres no debían usar prendas distintas al
negro y tener el pelo corto.
17.
Celebrar cumpleaños o santos, estos se
sustituyeron por un día de ayuno al mes, el mismo día para todos.
18.
Las mujeres no debían usar ningún maquillaje,
siendo deber de los píos y de los soldados de limpiarles la cara si lo hacían.
19.
Celebrar la navidad como época de regocijo y
celebración, solo se celebraría el nacimiento del Señor, era deber de los píos
allanar y decomisar cualquier comida especial que se estuviese cocinando para
esas fechas.
20.
Bailar.
21.
Cantar canciones no religiosas u obscenas.
22.
Tener sexo por recreación, sólo se aceptaba para
reproducción.
23.
Tener sexo desnudo.
24.
Comilonas y tomar exceso de alcohol.
25.
Arbolitos, u otro signo pagano.
26.
Poner a los niños nombres no bíblicos.
27.
Pedir limosna.
28.
Atender a los pobres fuera de la casa de estos o
el hospital.
29.
Usar velas para velorios o santos.
30.
Jugar cartas o dados, o apostar dinero.
31.
Hacer ruido distinto al necesario para trabajar.
32.
Tomar alcohol en tabernas (duro tres meses el
experimento y falló)
Quien hiciere lo incorrecto, se
castigaba físicamente con azotes y
después con cárcel, si el delito era
traición, brujería o herejía, entonces pena de muerte en la hoguera.
Cosillas
más cosillas menos, así pasaron estas restricciones a la Inglaterra de
Cromwell, a los Países Bajos y cuando perdieron el piso político en los Alpes, bueno,
allí alquilaron unos barcos los más puros y se fueron (ya sé que lo adivinaron ¿verdad?)
a fundar unas poblaciones que después
serían los Estados Unidos.
Se dice
y no sin razón que “la constitución americana la hicieron cincuenta y cinco
hombres y un fantasma”, ese fantasma era el de Cromwell, quien al convertir a
Inglaterra en una “República”, la dividió en once partes y a cada una le puso
un general del Ejército de Nuevo Modelo, quienes hacían también, el papel de
policía religiosa y moral.
Si
ponemos a todos los caudillos venezolanos, colombianos, argentinos y otros,
tales como Boves, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Rojas Pinilla, Pérez Jiménez,
Perón, los babosos de las juntas militares argentinas en los setenta y ochenta,
a Pinochet y a todos los que se les ocurra, incluyendo a los comunistas y neo
comunistas y los muelen, no les saldrá ni un kilo de Calvino ni Zwinglio y
mucho menos un gramo de Cromwell.
Entonces,
·"Los suizos si fueron venezolanos". Esos países que hoy admiramos y no sin razón, no se hacen merecedores de esa
admiración por ser seres sobrenaturales ni distintos a nosotros. Tienen una
tradición donde están las lecciones de sus propios errores y han desarrollado
costumbres e instituciones para no volver a reincidir en los mismos defectos.
El
problema de nosotros es que estamos cometiendo esos errores cuatro centurias o
cinco después. Y los medios de esta época magnifican nuestros errores, que los tenemos
y nuestras taras que no podemos esconder ya.
En los
países que sufrieron y aprendieron de la Reforma y de la Contra Reforma,
también tenían diferentes idiomas, y fenotipos particulares no uniformes.
Por eso que disponemos la ventaja de un mismo idioma y del conocimiento de la
ciencia y cultura de los demás, si nos da la gana de estudiarla, en vez de auto
flagelarnos y menospreciarnos.
No
significa eso, dejar de reconocer nuestros errores. Hemos visto que las barriadas
venezolanas, basura y suciedad y personas que esperan que el gobierno vaya y les
limpie la porquería que ensucian, que parece que dejan la basura para
parapetarse detrás de ella para combatir la guerra de “N” generación. Hemos
visto urbanizaciones de clase alta compitiendo y ganando inclusive a los
pobres, tirando basura en las calles y quemándola como forma de lucha política.
Lo que sí se vio clarito fue que eran sucios los dos.
Por
eso, ya desde otra arista, podemos entender, que Al Qaeda, el Estado Islámico,
El Nuevo Califato son niños de pecho en lo que se refiere a fanatismo religioso
cuando se le compara con la historia del nuestro mundo occidental.
Las
leyes, los terrores, el estado policial, llevaron a las sociedades que hoy
envidiamos a hacer relojes, bancos, chocolates, quesos y mil cosas más. Sacaron
de su sufrimiento algo mejor para el futuro.
Si a
alguno le queda una duda de esta demostración de que los suizos fueron
venezolanos o peor hace quinientos años o los ingleses hace cuatrocientos, le sugiero
que busque la obra “El libro que
transforma las naciones” de Loren Cunningham y en él encontrarán una
casuística más entretenida y si tienen más tiempo, pueden ir a Cagua o Maracay
y buscarse al Capitán Retirado Ricardo
Fernando Fernández Rizo quien fue primero de su promoción, un excelente
piloto de caza, si se me permite decir, excepcional y un hombre de fe y asistir
a su congregación. Debo aclarar que no comparto las mismas creencias religiosas
de mi estimado capitán, pero sí las morales. Él les puede dar mejores luces en
el tema que hemos tratado hoy y si eso no fuese suficiente, pueden ir a Maracay
a HELADOS RIZO. Que queda en la Avenida Fuerzas Aéreas diagonal con Parque
Aragua, su página web es www.heladosrizo.com.
Allí podrán refrescarse y pasar un buen momento y comerse un helado de torta
suiza y recordar las palabras que para bien, hemos compartido hoy.
Queda
pendiente lo de AD. Pero esa es una historia, también, digna de ser contada.
P.S. Con relación a Ricardo, Max Weber tampoco se equivocó.
Martín Lon Blanco
Caracas, 14 de
noviembre del 2014.
Exelente tema y una buena leccion del pasado que hoy se repite
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