domingo, 16 de noviembre de 2014

ALGO DE POLÍTICA RACIONAL: SENTÉMONOS UN RATO A CONVERSAR.


RECONCILIACIÓN IV.















               Los problemas humanos, requieren soluciones humanas.  Humano es hablar. Conversar, charlar y  dialogar, pueden ser sinónimos pero a nivel muy superficial
               En profundidad no son la misma cosa, no son similares en todas las connotaciones.
               Cuando existe un problema entre dos o más grupos, el grupo poderoso y dominante puede sermonear o monologar, si ese poder no lo es tanto, debe dialogar, no porque sea bueno o deseado, sino porque es necesario.
               ¿Pero qué pasa cuando la condición de ambas partes ha deslizado por la peligrosa pendiente del conflicto y la intolerancia,  lleva a pensar que se le debe imponer por la fuerza la visión al otro bando y someterlo y si no se puede, destruirlo?
               En esa condición el diálogo no lleva a ninguna parte, porque el diálogo significa etimológicamente dia (a través), logos (tratado). Eso lo hemos visto por TV en cadena, el gobierno ha llamado al diálogo pero en la reunión ha hecho un monólogo, pero ha soportado a su vez, los monólogos de los que han intervenido, pero sólo ha quedado claro que hay dos visiones del mundo excluyentes la una de la otra , donde cada bando ha dejado claro que no van a cambiar su modo de pensar y por la tanto, tampoco su modo de ser y consecuentemente, tampoco cambiarán su modo de actuar.
Un uroboros maligno, el can Cerbero  corriendo en círculos detrás de su propia cola que termina en la cabeza de una serpiente venenosa que puede matarlo incluso a él mismo. Un círculo vicioso, que lejos de demostrar conocimiento marxista o capitalista, demuestra una soberbia omnisciente y omnipotente. Es el falso dios de la soberbia, de la prepotencia de nosotros los venezolanos donde el poder hace el papel del agua después de la medianoche, para esos animalitos espilberianos que de buenos pasan a malos, que son los Gremlins.
               Por eso no llegaron a nada. Fue una competencia entre dos soberbias, entre dos omnisciencias negadas a reconocer no sólo la opinión del otro, si no a la predisposición de no darle la razón al otro, aún teniéndola y sabiéndolo.
               Mientras tanto, las balas matan y hieren, hay escasez de productos, hay colas donde la gente pierde la solidaridad, el respeto y la decencia y muchos, votan con los pies y emigran.
               Yo les pediría que se sentaran primero a conversar. No a buscar una lógica superior, ni convertir al otro a su ideología, sentarse a compartir pensamientos y “versar”, a darles vuelta a los asuntos: reunirse a dar vueltas. A buscar no cambiar al otro, sino a aprender de él para cambiar y hacerse mejor uno mismo. Demostrar que ante la prueba, se tiene la flexibilidad de adaptar el punto de vista propio y que ese cambio se traduzca en la solución de problemas concretos.
               Así, se podrían vertebrar acciones cooperativas y no competitivas, en las áreas que flagelan a tirios y troyanos, que llevaran al reconocimiento público y la admiración de tener un buen gobierno y una buena oposición.
               Hecho esto, entonces los asambleístas podrán dialogar en la Asamblea lo que les pluguiese.


               Todos saldríamos ganando.


               
Martín Lon Blanco.
Caracas, 16 de noviembre de 2014





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