miércoles, 26 de noviembre de 2014

VENEZUELA: ¿Cómo sería una guerra civil? Parte II Economía de Guerra I.



VENEZUELA: ¿Cómo sería una guerra civil?
Parte II
Economía de Guerra I.

                Muchas personas banalizan y convierten la guerra en algo romántico, haciendo énfasis sólo en lo referente al combate. Pero hay una población civil detrás de cada ejército o fuerza militar y el desarrollo de la tecnología ha hecho más evidente el concepto de Clausewitz, el de la guerra total.
                Las guerras civiles tienden a ser más que totales. Pero dado el poco eco que han tenido mis advertencias en los dos bandos casi simétricos en tamaño,  de la Venezuela de hoy, me veo obligado a mostrar el lado más traumático del conflicto humano y el que deja más huellas y rencores. También porque la visión de homo economicus es la predominante,
                El tamaño de la población dividida políticamente hace que sea la de  dos bloques del mismo tamaño, la condición peor, porque uno no podrá imponérsele al otro, de la forma más rápida, por lo que esa circunstancia,  hace que sean guerras muy largas. Puede verse en el caso de nuestra hermana República de Colombia y en la Guerra de Independencia desde 1810 hasta 1815, en las guerras civiles de Argentina y de la Guerra Civil Española, de la que quien escribe, es producto.
                En los actuales momentos nuestro país importa el setenta por ciento (70%), de los alimentos que consume, según un bando. De acuerdo al otro, más de ochenta por ciento (80%). Pero la importación de alimentos, requiere las divisas que produce el petróleo, la de importación de medicinas e insumos médicos y los armamentos.  En otras palabras, ningún bando puede sobrevivir sin divisas y sin puertos capaces de descargar masivamente los artículos importados, bien saben los oficiales navales, lo sencillo que es estrangular a Venezuela en este sentido, sólo impidiendo el tráfico marítimo por las rutas litorales por donde llegan los buques con suministros y por donde salen los buques petroleros. Eso significa a efectos prácticos, hambre, enfermedad y depredación social.
                En una situación de guerra civil, los saqueos, las confiscaciones, las requisiciones, se convierten en actos del servicio, mientras las fuerzas combatientes enfrentadas tienen sus reservas, no hay problema, este aparece cuando las reservas se agotan y hay que vivir de  la zona donde se combate. La misma necesidad de acortar el conflicto crea las condiciones para que las fuerzas militares o milicianas enfrentadas, hagan uso de todos los recursos que disponga la población civil. La Guerra Prolongada, solo funciona cuando el país produce lo que consume en alimentos o tiene un producto que se puede exportar capilarmente por las fronteras terrestres, como la amapola en el caso afgano y la pasta de coca en el colombiano. En Venezuela, para cualquier bando, el pueblo no es el mar que decía Mao y la guerrilla o fuerzas militares son un pez que consume mucho y está en un estero que se hace más chico cada segundo que pasa.
                La falta de comida y medicinas lleva a la desmoralización de los combatientes, lo que conlleva  a la deserción y esto a su vez hace impostergable, las levas o reclutas obligatorias y coercitivas, lo que a su vez hace que la disciplina baje y los oficiales no puedan evitar los saqueos y demás actos de pillaje. E inclusive, se vean obligados por fuerza mayor, a incitarlos.
                En los frentes de combate, como en las zonas civiles, aparece primero, la “tolerancia resignada”, después, la “tolerancia cómplice”, estas dos son expresiones de la “tolerancia activa” que crea la necesidad biológica de sobrevivir y de triunfar.
                Esto último, da legitimidad natural a actividades delictuales y a la degradación moral.
                Pero bueno, ya esto está largo y todo el mundo está apurado. Seguiremos en la próxima entrada.
                Ojalá la paz sea con ustedes amigos.
    Ojalá me pase como a Jonás.

Martín Lon Blanco.
Caracas, 25 de noviembre de 2014.

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