domingo, 28 de diciembre de 2014

Corto espíritu de la navidad.



CONVULSIONES DEL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD.



Hoy, 26 de diciembre de 2014, tuve que ir al supermercado a acompañar a mi esposa, quien en esta época del año, por el placer y la gracia de la compañía de sus mayores, tiene un mes de trabajos más exigentes que aquellos que antecedieron a la salida de Egipto liderada por Moisés o por el trabajo a que se sometía mucho de la población venezolana, antes del decreto del General José Gregorio Monagas.
Yo trato de ayudar y cuando no puedo, trato, al menos, de no estorbar.
Pero hoy, eso ya no es suficiente.
En dos locales comerciales, uno popular y otro de clase media, las estanterías vacías, susurraban como las rocas bíblicas que las cosas no van bien, pero las largas colas para conseguir detergente para la ropa, insecticida, harina de maíz precocida, pañales para adultos y niños y tantas otras cosas, gritaban a toda voz, terribles profecías, predecesoras de peores lamentos.
Los dos centros o locales,  están en el “Este”. La gente parecía tener los recursos y el deseo de gastar, pero no había lo que estaban buscando, lo que se afanaban en hallar, no era para celebrar, sino para pasar un día a día en apariencias normal, que distrajeran de la precariedad económica de la mayoría sufre, ante la que los hemisferios escindidos de la consciencia del liderazgo nacional, no parecen ponerse de acuerdo, ni siquiera en intención, de querer remediar.
La celebración en la urbanización donde vivo, de clase media, fue sobria. La alegría, la música y los fuegos artificiales predominaron en los edificios de la Misión Vivienda, donde la algarabía se podía sentir, se podía oír y se podía ver.
Celebré que esos compatriotas tuvieran un ambiente de más seguridad tanto ante lo natural, como en lo social, pienso que ha sido un éxito religioso y moral que debió enfrentarse décadas atrás. La diferencia de ritmos y su duración, me hizo entender que nuestra Venezuela, que fue el gran sucedáneo de la “Tierra de la Leche y la Miel”, para cristianos, judíos y musulmanes, para españoles, portugueses e italianos, se había convertido en otra cosa, de lo que lo más prudente sería huir, pero seguía siendo el Shangri-la, para los refugiados de hoy: gente del interior, colombianos, ecuatorianos y los más felices de todos, los haitianos. Contentos estos últimos de tener donde conseguir la comida de su familia y la propia,  aunque sea, vendiendo helados.
Ningún comité de bienvenida recibió a los nuevos vecinos de los edificios, tampoco ninguna asociación de vecinos. Nadie les dijo cuáles eran las reglas de convivencia, las escuelas más cercanas, los puestos de policía ni que zonas eran más seguras para los niños. Quizá, por tal motivo, además de la euforia de sentirse seguros, de sentirse propietarios, haciendo un paréntesis de la nueva intimidad que estuvo negada a ellos tanto tiempo, por fas o nefas, con razón o sin ella, celebraron como en un pueblo del campo, donde estas celebraciones son más colectivas y expansivas. La música, explosiones pirotécnicas y demás demostraciones duraron sin tregua, hasta el mediodía del 26 y ya en la tarde, el silencio, lo era mucho más de lo que suele ser todos los años, o por lo menos, a mí me lo parecía.
Siento que hay que sincerar las cosas, las trincheras de la “guerra económica”, además de que no deberían estar localizadas en los mercados y demás negocios del territorio nacional, tampoco tendrían que enfrentar a los venezolanos, ni los ricos con los pobres y mucho menos, crear agresiones entre ellos mismos, dentro de su propia clase..
Antes, la mirada distraída de los que no nos gusta ir  de compras, se iba inconsciente detrás de una mujer ajena, mientras que la propia, fijaba su mirada en escoger lo mejor para la familia. Tal vez eran miradas de lujuria y de egoísmo familiar. Malas cosas. Pero hoy he visto una peor: las miradas no aburridas en los carritos y las bolsas de los demás, expresiones de queja ante la mala suerte y del destino, por haber llegado tarde y ver que el detergente y los pañales los agarró por mucho, otro, brillaba por su ausencia, la menor solidaridad y peor aún, se asentía y se aceptaba la justificación de tal modo de actuar. Ojos rojos con destellos verdes. Rabia y envidia siempre han sido muy mala mezcla.
Parafraseando a Nietzsche, Hitler dijo que quería volver a ver en los ojos de la juventud alemana, el “frio brillo de los ojos de la  fiera cuando caza”. Bueno, ese “brillo” lo vi hoy en jóvenes y viejos, en el mercado y en el supermercado. Vi que la bestia se estaba cebando nuevamente en nuevas víctimas, tal vez en nosotros. Tal vez nosotros nos estábamos convirtiendo en fieras o dejándonos convertir. Tal vez, después de haberle dado un zarpazo mortal al espíritu de la navidad.
Espero que los venezolanos, carguemos ese espíritu y lo llevemos a una “Emergencia” y haya lo necesario para salvarlo.

Feliz Navidad.


Martín Lon Blanco.

Caracas, 26 de diciembre de 2014.

P.S. Es muy grave la pérdida de soberanía nacional en la Playa de Arapito, que indignación, que decepción y que tristeza.
 Recomiendo ampliamente este audio.
http://doctorpolitico.com/?p=39992

5 comentarios:

  1. Consecuencias sólo consecuencias. El comunismo va tocando poco a poco a cada persona a cada estrato. Es solo cuestión de tiempo.

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  2. Con respecto a lo de Playa Arapito, da lástima como estamos. En mi opinión, es una de las consecuencias de la pérdida de nuestras instituciones. Los organismos que están llamados a poner el orden, están poniendo es el mal ejemplo.

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    1. Un abrazo Fernando. Tus opiniones enriquecen el blog, siéntete en libertad de hacerlas cuando gustes, mientras más mejor. Tu eres un hombre de fe, ayúdame a convencer que por la paz se pueden lograr las cosas. Un abrazo.

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  3. Estimado amigo Martin Lon, su estilo se purifica con acierto y a altas velocidades para describir con elegancia suprema las bajas pasiones y conductas de la fabrica de envidias del comunismo....excelente articulo y me siento orgulloso y siempre admirado de su Amistad y sus talentos...abrazos fraternos!!!

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  4. Muchas gracias Bernardo. Es muy motivador oír esas opiniones viniendo de tí.
    Un abrazo.
    Ojalá pudiese convencer a la gente que no es necesario una matazón para resolver estos problemas.

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