MIEDO.
Mucho
se sufre en esta crisis por causa del miedo. Unos temen que mañana
no tengan que comer o cumplir con los pagos de cualquier obligación
o necesidad. Otros que poseen algo pero no mucho, quieren agarrarse
del dólar a medida que la percepción de que la moneda nacional está
haciendo agua y que de un momento a otro puede irse a pique. Los que
tienen mucho, temen perder algo de lo logrado, o la vida por envidias
por eso hicieron en gran escala lo mismo de los que tienen poco,
convirtieron el dólar en un salvavidas portátil, que se puede
guardar en diferentes países en caso de emergencia.
Ahora
es el dólar. Antes era el oro.
Lo
fue desde muy temprano en la historia de la humanidad, hasta que De
Gaulle se empeñó en convertir los dólares de Francia en oro y Fort
Knox no pudo aguantar el trote, por lo que teniendo los Estados
Unidos intereses en todo el mundo, pudo cambiar el patrón que regía
las transacciones financieras entre las naciones, usando el signo
monetario norteamericano. No fue muy complicado, ya que había
existido el Plan Marshall.
El
termómetro del miedo y la desconfianza de la población era el
precio del oro, ahora, en los países pobres, es el precio del dólar:
mientras mayor sea la desconfianza en el sistema productivo, o en el
político y el temor a quedarse en el aire, lleva al afán a hacerse
de divisas sólidas, por lo que al aumentar la demanda, aumenta su
precio. En muchos otros casos, no hace falta miedo ni desconfianza,
sino que se busca el lugar más confiable y estable donde poner lo
que se tiene para conservarlo u obtener más.
Hoy en
día con los medios de transacción electrónicos disponibles, al
cerrar la actividad bancaria en medio mundo, se está despertando la
otra mitad y vuelan entre satélite y satélite miles de millones de
dólares en el afán de producir más dinero y bienestar económico.
Muy diferente esto a los métodos de los Rothchild franceses e
ingleses después de Waterloo.
Ese
torrente de dinero son solo señales digitales que al amanecer pueden
hacer temblar a cualquier gobierno que carezca de la velocidad de
asimilar esos cambios y de sus sistemas económicos que por lentitud
caen en asincronía con la nueva realidad mundial.
El
mismo deseo de no poner todos los huevos en el mismo cesto llevó a
las personas a invertir por su seguridad en diferentes sitios,
surgieron compañías transnacionales con carácter global: la
incertidumbre política o económica en un país o región en
particular, aunque molesta, no significaba la pérdida catastrófica
que las depresiones ocasionaban antes al caer un solo país.
Como
dice Umberto Eco, las facciones ultraradicales terroristas italianas
describían un ogro denominado Stato Imperialistico delle
Multinazionale o SIM, (Estado Imperialista de Las Multinacionales) y
estas decidían alzas y bajas, guerras y paces. La realidad no era
tan lineal, de hecho en mucha de esas multinacionales estaban los
ahorros y los fondos de jubilación de ese proletariado que las
Brigadas Rojas querían salvar, sin embargo, había algo cierto: ya
los Estados como tales, no controlan la relación económica; el
último intento exitoso de control lo realizaron los Estados de la
OPEP en 1.973 y las compañías y Estados que lo sufrieron crearon
las contramedidas para que esto no volviera a repetirse.
Sin
embargo, esto les trae grandes problemas a los Gobiernos, porque los
electores ante la
incertidumbre
económica piensan que sus gobernantes no están haciendo todo lo que
debieran y sin negar que la instrucción pública, los sistemas de
transporte y la seguridad social son factores importantes, el control
de los gobiernos en el establecimiento de cuotas y precios se hace
cada vez más nominal que real.
Sería
injusto e irreal no reconocer el esfuerzo que los últimos gobiernos
democráticos latinoamericanos han tratado de hacer para servir mejor
a sus gobernados, pero las burocracias gubernamentales están en un
estado no muy dócil y por su carácter autoperpetuante, no hacen
cumplir lo que deben con la celeridad que la situación amerite y no
poseen la capacidad de adaptación a las dinámicas situaciones que
se dan hoy en día. Un presidente norteamericano antes de la Segunda
Guerra Mundial, refiriéndose a la burocracia gubernamental de su
país, la comparaba con un reptil que cuando se le pateaba la cola
para que hiciera algo, el mensaje llegaba al cerebro dos años
después.
No
debe ser fácil para hombres acostumbrados a la aclamación el
recibir un bombardeo diario que cuestiona no sólo sus aptitudes sino
su integridad también.
El
problema se hace más complicado cuando existe la percepción de que
es el Estado el que debe proveer todo y los gobiernos
sobredimensionados más allá de sus deberes normales de educación
para el trabajo, seguridad social , seguridad policial, defensa y
relaciones exteriores, se ven copados de acusaciones de ineptitud que
por lo general son reales por estar desviadas las funciones
gubernamentales, que si bien pueden complementar la función de la
familia y de la sociedad civil en la formación de ciudadanos libres
y productivos, no pueden sustituirlas.
No son
ajenos los resultados negativos de los intentos de ingeniería social
en los que se trató de sustituir el núcleo familiar como ente
fundamental de formación con organizaciones gubernamentales, poco en
términos reales puede hacer el Estado para que un niño no huela
pega a falta de un buen padre o una madre, los orfanatos de la
Rumania de Caucescu tampoco fueron ninguna solución a la falta de
progenitores.
Pero
la percepción de la ineptitud de los gobiernos también contribuye
con la desconfianza en la moneda y si a eso se le suma el miedo a no
poder depender del Estado hasta para las necesidades más básicas
como ha sido la costumbre, por intuir que la sobredimensión del
pasado no puede mantenerse, el miedo crece hasta el pánico y la
desolación.
La
desilusión actual con respecto a los sistemas democráticos
latinoamericanos se debe en gran parte a la percepción generalizada
de que el Estado es el responsable de todo; los mismos gobiernos, a
lo largo de su proceso de maduración contribuyeron en el pasado a
solidificar esa idea en gran parte de la población, ahora es el
momento de hacer ver claras las cosas, qué en términos reales se
puede hacer, qué tipo de empresas pueden generar los empleos para
resolver el problema inmediato de la subsistencia de acuerdo a la
capacidad laboral de los que están en niveles de pobreza, qué
empresas extranjeras hay que atraer y con qué facilidades, cómo
agilizar el sistema educativo para que proporcione las destrezas para
empleos productivos y sueldos mayores. Hay que promover y motivar, el
proverbio chino del pez y enseñar a pescar es un lugar común rayano
en la vulgaridad, cuando el problema es no querer pescar.
Las
metas deben ser racionales, pero medibles y alcanzables, el fin de la
educación en los próximos diez años, no debe ser algo etéreo como
la “excelencia”,
sino algo así como “equiparable al del país
menos adelantado de la Comunidad Económica Europea”.
El objetivo de la Ley no debe ser la “perfección
de los hombres”, sino algo más modesto,
ejecutable y supervisable, como decía Hobbes: “para
que los hombres no se coman los unos a los otros”.
La
perfección como la excelencia son como la felicidad: más que una
meta son un camino.
Comenzar
algo independientemente puede causar temores, hasta miedos, pero
alentar al trabajo y a la producción dando facilidades a quienes
quieren y pueden hacerlo le pueden dotar a las naciones las
herramientas para depender menos de las percepciones del Estado
paternal, recobrar la confianza individual y colectiva .
Todo
aquel ciudadano que con su trabajo reduzca la necesidad de gastar
divisas, es un ciudadano muy importante.
Todo
ciudadano que con su trabajo decente traiga dólares es un héroe.
Así,
la espiral del miedo podría detenerse.
Así,
el alza del dólar se podría parar.
Para
hacerlo bajar, hay que estudiar y trabajar mucho más.
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Tcnel(av)
Martín Lon Blanco.
Muy actual tu pensamiento de hace 20 años, que lamentablemente han pasado sin que haya cambiado en algo nuestro pais, al contrario todo se ha empeorado. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy actual tu pensamiento de hace 20 años, que lamentablemente han pasado sin que haya cambiado en algo nuestro pais, al contrario todo se ha empeorado. Un abrazo.
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