Exaltación
y petición a la promoción Subteniente (F) Antonio José Molina Borrero
Vi y recibí con gran satisfacción
y alegría la proliferación de portales de la Fuerza Aérea Venezolana. Allí me
reencontré con compañeros a quien la vida nos ha separado, pero sin corroer ni
en tiempo ni distancia, esa camaradería y esa amistad.
Por medio de esos portales se han
conseguido medicinas, se han hecho recolectas para operaciones, se ha informado
de funerales y entierros y muchas cosas importantes más.
Lamentablemente, en un reflejo
nuestro país actual, empezaron a salir
resentimientos y viejas querellas. Totalmente inoportunas, porque se dan en
aviadores que ya están en el retiro y más cerca de la tormenta final de la que
nadie escapa, de la gran igualación.
Todas las comparaciones son odiosas:
Yo no voy a comparar aquí a la Fuerza Aérea Venezolana con la Aviación Militar Bolivariana,
por las siguientes razones:
1.
Yo estoy retirado y ya cumplí mi misión.
Entregué el liderato.
2.
Mis circunstancias son diferentes a los de los
oficiales hoy en día.
3.
Las reglas bajo las cuales estuvo mi servicio
fueron cambiadas por otras, a las que la historia tocará evaluar.
4.
Sigo considerando que la función militar debe
estar subordinada al gobierno elegido en elecciones, eso lo creí en el año de
1992, lo creí en el 2002 y lo sigo creyendo ahora. La indisciplina militar
independientemente del gobierno, hace daño a cosas más trascendentales e importantes,
más importante que un gobierno es un Estado, un pueblo y su potencialidad.
5.
Detesté, detesto y detestaré a aquellos que
buscan romper la unidad de la institución militar porque además de destruir el
sistema político, produce daños más perniciosos que atacan al pueblo venezolano
como un todo e impide la maduración del liderazgo político y permite la
dilución de la responsabilidad del mismo, de las consecuencias de las políticas
públicas deficientes que ese gobierno a deponer haya equivocadamente decidido.
6.
Uno de los problemas que arrastra nuestra
cultura nacional es valorar el pasado más que el presente y el futuro y yo me
he convencido como De Gaulle que el futuro es más importante, sólo porque dura
más, aunque uno ya no esté en el.
Hechas estas precisiones,
me adentraré en el mal tiempo que tengo en frente y con el mayor de los
respetos voy a tratar de contribuir a zanjar un problema, que aunque pasado,
tiene relevancia actual como experimento de la ciencia social para ver si la
polarización que corroe a nuestra sociedad es reducible, controlable y manejable
o canalizable hacia fines positivos.
He leído
comentarios donde un subalterno juzga a un superior cosa que siendo todos
retirados no revestiría gran cosa, pero lo hace públicamente y peor aún sin el
contexto apropiado, porque deja por fuera las circunstancias de ese superior, en
tiempo y espacio, en este caso el muy señor General de División Arturo García.
He leído
comentarios de superiores juzgando a subalternos cosa que siendo nosotros
todos, permanentes visitantes del IPSFA, no revestiría gran cosa, pero se ha hecho públicamente y peor
aún fuera del contexto apropiado porque deja por fuera las circunstancias de
ese subalterno, en este caso el muy
señor General de División Arturo García.
Esto lo
escribo aquí, aun no siendo el objeto de este escrito, para hacer ver que el
problema a tratar esta vez no es aislado, no, no es un cisne negro y los Ad
Hominem dirigidos contra el Cunaguaro requieren un artículo exclusivo. Tomando
en cuenta los hombres y sus circunstancias como decía Ortega y Gasset, lo que engloba
la acción de ese hombre.
El tema de hoy
es el mal tiempo. Son los mismos nubarrones que han perdurado cuarenta y seis años
y parece extenderse tres años más, hasta el día de hoy, saliendo como un espíritu maligno de la tumba honrosa de la FAV para poseer el espíritu y el cuerpo
de la AMB.
El problema en
cuestión son las consecuencias del problema de la promoción “Subteniente (F)
Antonio José Molina Borrero” graduada en 1968.
Ese problema
ha sido la relación entre los señores Generales de División Juan Antonio
Paredes Niño y Francisco Efraím Visconti Osorio.
¿Qué atrevimiento
el de ese nuevo?
¿Cómo se le
ocurre?
Entendido.
El problema es
que además de contraproducente, establece no solo un mal ejemplo al país como
un todo, establece un precedente negativo en las promociones de aviadores del
porvenir y después de cuarenta y nueve años es hasta aburrido.
Llevo
cincuenta años viendo una misma serie de televisión: Dr. Who, cuya alma
transmigra a otro cuerpo, ya lleva doce y ha vivido dos mil años. Ósea, que
tengo experiencia en series largas pero esta es entretenida y educativa, por lo
menos.
Todo sistema
moral moderno y todo sistema legal como producto de este, debe tomar en cuenta
lo siguiente:
La lotería de
la vida.
1)
Lotería genética.
2)
Lotería sexual.
3)
Lotería de progenitores.
4)
Lotería de hermanos.
5)
Lotería de raza, clan y familia.
6)
Lotería de tribu.
7)
Lotería de la cultura.
8)
Lotería del país.
9)
Lotería de las habilidades y destrezas.
10)
Lotería de los talentos.
11)
Loterías de las oportunidades de estudios.
12)
Lotería del matrimonio.
13)
Lotería de accidentes aéreos y terrestres.
Esto no lo digo yo, sino John Rawls, en su Teoría de la
Justicia.
¿Hubiese pasado lo mismo que ha pasado hasta hoy si las
suertes de Leopardo y Chagua pudiesen intercambiarse?
¿Hubiese sido todo diferente o por el contrario: hubiese
sido igual?
Esta
especulación es la misma que recomienda caminar una milla en los zapatos del
otro, o e ver primero la viga en el ojo propio.
Otra de
las cosas increíbles de este desencuentro y su duración hasta para aparecer en
los portales, es que ambos lograron el
éxito en sus propios términos.
Por los
aviones que volaron, por los cursos que hicieron, por las carreras que
estudiaron fueron ambos unos privilegiados dentro de su promoción y dentro de
la Fuerza, como quiera que se vea.
Existe
también una motivación personal mía para hacer este intento. ¡Le debo tanto a
esa promoción!!!!!!
Mi coronel Ítalo
D´Ambrosio Díaz, el jefe de mi escuadrilla desde nuevo hasta segundo
año.
Mi General Gonzalo Gómez García, mi jefe de escuadrilla en
tercero y cuarto años.
Mi coronel Roberto Castro Isturde oficial de planta por
largos años.
Terremoto (General Boris Omar Saavedra Pérez) mi instructor
de Mentor T-34.
Tiramuto (General Antonio María Conde Casadiego) instructor
de Jet Provost y T-2D. (Cuando no estaba Mapache)
Zamuro (General de división Gustavo Machado Guzmán) Jefe de
Evaluación y chequeador de T-2D.
Coyote (Coronel Fernando Magallanes) instructor de líderes
en Mirage.
Mi coronel José Luis Ochoa Vargas como tutor en el ESCUSUP.
Mi general Manuel Piña Tovar instructor de gerencia y
decencia.
Mi coronel Sergio Marcano resolvedor de cangrejos
logísticos.
Mi coronel Ramón Guzmán Díaz profesor y consejero de Seguridad Aérea y
Terrestre.
Mi coronel José Sulbarán Sánchez, profesor, consejero
jurisconsulto.
Mi coronel Ramón Acosta Noriega, instructor de paracaidismo.
(sus enseñanzas me sirvieron haste 23 años después)
Leopardo (General de División Juan Antonio Paredes Niño) me
dio instrucción en Mirage y F-16 y me dejó mucha disciplina y muchos trucos.
Chagua (General Francisco Visconti Osorio) me enseñó muchas
cosas y lo vi recuperar una fase incipiente de barrena en Mirage V DV de la
forma más rápida y eficiente, haciendo combate disimilar de dos Mirage contra un
F-16.
Guácharo (General Jesús Rodríguez Velázquez) Jefe, asesor y
consejero por muchos años, como jefe de Operaciones Aéreas.
En fin,
cómo no agradecerle a esta promoción por tanto que le dieron a la fuerza, cómo
no agradecerles, como lo hago ahora otra vez, todo lo que hicieron por mí.
Hoy el
país pasa por circunstancias donde el diálogo, la empatía y la compasión
son los instrumentos en que hay que meterse
a volar para salir de esta borrasca. Es la hora de dar el ejemplo otra vez, en
algo tan pequeño como estos portales de aviadores.
¿Cómo
nosotros que volamos juntos, comimos lo mismo, dormimos en el mismo grupo no
podemos hacer este esfuerzo?
Lo peor
de todo fue un comentario inicial de que
Leopardo se había muerto. Yo no estuve nunca en una Fuerza donde uno se
felicitara y se alegrara del mal ajeno, el vil y bajo sentimiento que Freud
denominase Schadenfreude, el
sentimiento innoble de felicidad por la mala fortuna de los demás o del otro.
Sí esto
es un desencuentro que ha de terminar de uno parado felicitándose sobre la
tumba del otro, por lo menos yo como gregario, traté de que no fuese así y Dios
no permita que eso pase o que yo lo vea.
Si levanto algún malestar y me mandan al carrizo, Ok, de
mejores lugares me han botado.
En ese caso rompo de
la formación, hago QSY y me les reúno supersónico a la formación Guácharo, que
en los planos tienen Coyote de número
tres, coronel Ochoa Vargas de dos y al coronel DÁmbrosio que va de cuatro. Me
les pego y voy tranquilo y confiado porque son hombres sencillos en quienes no
cabe falso orgullo y ellos, ellos sÏ, sí tienen un master y un doctorado en
injusticias, que más que afectarlos a ellos y a sus familias, afectaron la
moral y el desempeño general de nuestra ya pasada Fuerza Aérea.
Había
un artículo que hablaba del oficial que buscaba el bien común y la concordia
que era lo deseado. Ustedes, Leopardo y Chagua ó Chagua y Leopardo me enseñaron
lo mismo. Tienen la oportunidad de dar un ejemplo de despolarización, sin dejar
de ser quienes son ni humillarse en forma alguna. Yo defendí la celebración del
10 de Diciembre no por la fecha en sí, sino porque ese día, en que todo aviador
trabajaba en equipo, parecía un solo cuerpo, los corazones latían al mismo
tiempo y se deseaba lo mejor para Venezuela. Al perderse esa unión, al perderse
ese espíritu y ser sustituido por el del resentimiento, la ira o el
revanchismo, se prostituyó para mí la fecha y como no me voy a alegrar de la
tragedia ajena, pues prefiero no celebrar nada, ningún día.
Ya es
hora de dejar que los muertos entierren a los muertos y como decía Goethe:
Sobre las tumbas, ¡¡¡¡avanzad!!!!!
El más
bravo, el mejor es el que llame y se disculpe primero.
A lo mejor al fin sabremos quién es verdadero “primero” de
esa promoción. Ahora que ya no importa.
Excelente compañero, Saludos
ResponderEliminarnunca hay que echar a perder una buena disculpa con un mala excusa.
ResponderEliminarPido disculpas a mi General de División Gustavo Machado Guzmán, excelente superior y amigo y benefactor de mi hija Nicole en numerosas oportunidades por haber escrito mal su nombre, no volverá a suceder. El lapsus pudo haber sido causado por no tratar a mis superiores por su nombre sino por su grado y sus dos apellidos. Un abrazo.