lunes, 7 de mayo de 2018

VOTAR O NO VOTAR NO ES LA CUESTIÓN.








El desprecio que la gente de oposición siente por los chavistas en general y por Maduro en particular, ha sido un sentimiento muy explotado por los propagandistas del régimen para mantenerse en el poder.
Vladimir Putin es un caso muy parecido, total, la ambición totalitaria y los ejemplos que usaron como paradigmas tanto Chávez como Putin son los mismos. El objeto de su odio y resentimiento también.
En las últimas “elecciones” rusas la participación fue del 67% y Putin obtuvo 76% de los votos. Lo extraño es que el resultado está por debajo del 80% de popularidad que con hambre y desempleo, el número es altísimo y esto es usando los resultados que el nuevo Zar detenta según encuestadoras occidentales. Los números rusos son aún mayores.
Este será el cuarto período de Putin en el poder, lo que lo pone en una posición muy fácil para superar en tiempo en el poder al mismísimo Josef Stalin.
Rusia es en tamaño mucho más grande que los EEUU y los países de la OTAN juntos. Tiene más tanques, cañones y aviones que todos ellos y una cultura de sacrificio de la tropas y derrotar por asqueo y cansancio a las tropas que se le enfrenten.
Putin sin ser cácora, era un pata en el suelo como Maduro, a quien asesora y sabe que es una pieza confiable en el ajedrez geopolítico que juega contra Occidente y la concepción de democracia que Maduro y Putin no sólo detestan, sino que odian.
Pero hay que guardar las apariencias.
Toda Rusia no produce más que el Estado de New York y Alemania, Inglaterra e Italia están por encima y por mucho de la economía rusa, casi en todo terreno menos en uno: Diseño y fabricación de armas.
Venezuela está por debajo de los condados más pobres del Estado de la Florida, donde viven y trabajan cientos de miles de venezolanos que votaron contra Maduro con los pies.
Pero en realidad, tanto en Rusia como en Venezuela, las elecciones no cumplen con los estándares mínimos internacionales, solo son ritos y remedos para tener la opción política por su inferioridad económica, científica y cultural.
Tanto Putin como Maduro no son “por ahora” dictadores, son solo tiranos nacionalistas y en el fondo marxistas con gustos demasiado zaristas.
El no tener elecciones, tipo China, Corea del Norte o Cuba, es bajar al nivel de los sátrapas africanos y nuestros pichones de dictador tienen egos muy inflados.
Cosas que comparten Putin y Maduro desde el punto de vista electoral:
No hay una verdadera oposición. Esta se mantiene dividida por dinero, por asesinatos, por destierros, cárceles o inhabilitaciones.
El poder judicial es un instrumento de coerción y de asesinato moral, que destruye a los candidatos que SÍ PUEDEN SER UNA AMENAZA.
Utilizan las famosas “turbas divinas” de Fidel Castro donde la chusma, alentada por el gobierno agrede a los opositores, con técnicas del hampa común, en la Venezuela de Maduro hay muy pocos prospectos de líderes que no hayan sido agredidos a golpes, pedradas y palos. Hay una clara frontera que divide a los opositores agredidos y los que nunca han sido tocados “milagrosamente”, ni con el pétalo de una rosa.
En la Rusia de Putin como en la Venezuela de Chávez y de su secuaz Maduro, los contrincantes electorales son cuidadosamente escogidos, en un proceso de calificación de su grado de amenaza real y destruidos en estricto orden de mérito.
Hay que reiterar que a la descalificación pública moral, con los peores insultos y asumiendo que son traidores y las ya nombradas agresiones del “pueblo”.
A los mismos “elegidos” como candidatos “opositores” se les reduce al máximo la exposición mediática y el contacto con las bases, no sea que por casualidad, produzcan alguna chispa que los proyecte más arriba que el rol que los tiranos le han asignado.
El derecho de reunión política se conculca, usando la fuerza “pública” o la chusma. De hecho, en los dos países, la diferencia entre las dos categorías es extremadamente borrosa, o difusa.
Putin ha ido más allá. Ha mandado a arrestar y encarcelar a aquellos que llaman a la “ABSTENCIÓN”, cosa que se le hace cuesta arriba a Maduro por el rechazo internacional que ha concitado por la misma Prostituyente.
La corrupción electoral es generalizada, tanto en Rusia, como en Venezuela.
Las bolsas clap, el carnet de la patria, el dinero, alcohol y drogas son usados abundantemente, a la vez que el monopolio económico le impiden a los contrarios de usar las mismas tácticas. Todo dinero o recurso que los amenace lo consideran como dinero del “imperio”.
La burocracia estatal, está totalmente al servicio de la reelección de los “amados líderes”.
Los canales oficiales del gobierno también están diseñados para apoyar las campañas de los totalitarios y la burocracia usada como relleno en las concentraciones políticas.
La AGENDA MEDIÁTICA LA CONTROLA EL GOBIERNO.
Los canales de televisión y mucho de las redes los controla el gobierno que no está separado de los partidos políticos y las maquinarias electorales del continuismo reeleccionista.
No hay ningún canal o estación de la oposición, sólo hay algunos anclas y locutores de la oposición, quienes además de la censura del gobierno tienen la de los mismos dueños de los medios.
Los gobiernos y la cúpula es una gran pandilla gangsteril, tanto en Rusia como en Venezuela.
Miembros de la familia de Maduro y de su cúpula partidista están solicitados por ilícitos de todo tipo: desde narcotráfico hasta tráfico de personas. Los rusos no se quedan atrás, incluido el tráfico de armas.
Las fortunas del liderazgo político de ambos países tienen más millonarios que países del Primer Mundo y Corporaciones y Saibatsus, casí no hay manera ni en Rusia ni en Venezuela de prosperar si no es dentro del gobierno o a la sombra de este. Esto requiere el visto bueno de la jerarquía y de la palabra final del sátrapa.
El monopolio del poder es ejercido por: la burocracia, los medios de comunicación, las fuerzas militares y policiales, el sistema judicial y el hampa.
No sólo es cuestión de criticar a la oposición por hacerlo, definitivamente no han sido infalibles y no han cesado de cometer errores, porque en el fondo, los futuros dictadores saben manipular la parte simbólica de la mayoría, sus miedos y aspiraciones y saben cuando hacerse temer y cuando hacerse odiar.
La oposición ha buscado sólo hacerse amar, por eso cada rato es revolcada.
Así que votar o no es un falso dilema. El autoritarismo ya ganó un juego cuya única estrategia de victoria es no jugar y llevarlo a un tablero donde no controle todo lo que controla actualmente.

Martín Lon Blanco
 Madrid, 7 de mayo de 2018.

1 comentario:

  1. Tratamos de excluir los males que se suceden día a día. Nos separamos por razones muy egoístas a sabiendas que unidos podemos hacer más.

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