lunes, 8 de enero de 2018

Iván Jiménez Sánchez. Requiem militarum III









III





LIBERA ME

Libera me, Domine, de morte aeterna, in die illa tremenda:
Quando caeli movendi sunt et terra.
Dum veneris judicare saeculum per ignem.
Tremens factus sum ego, et timeo, dum discussio venerit, atque ventura ira.
Quando caeli movendi sunt et terra.
Dies illa, dies irae, calamitatis et miseriae, dies magna et amara valde.
Dum veneris judicare saeculum per ignem.
Requiem aeternam dona eis, Domine: et lux perpetua luceat eis.



Líbrame, Oh Señor, de la muerte eterna aquel terrible día:
Cuando los cielos y la tierra tiemblen.
Cuando vengas a juzgar al mundo con fuego.
Estoy hecho para temblar y temer cuando la desolación llegue, así por la próxima ira.
Cuando los cielos y la tierra tiemblen.
Ese día, ese día de furia, de calamidad y miseria, extenso y más que amargo día.
Cuando vengas a juzgar al mundo con fuego.
Reposo eterno dadles, Oh Señor, y permite que la luz eterna brille sobre ellos.




Todos tenemos días especialmente duros. En ellos nos probamos nosotros mismos y tienen la utilidad adicional de comprobar quiénes son los sinceros, quienes no. Quienes son los  amigos y los que se esfuerzan en hacerlo creer sin serlo.

En entradas anteriores de este blog, hablé de la “La Corbata de 14 millones de Dólares”. 

En ese escrito están las particularidades de ese día dónde tuve que dejar un avión querido y llegar a la base sin él.  La máxima vergüenza, e máximo dolor después de una experiencia dura y frenética cuyo fruto fue sobrevivir para ir a volar y combatir otro día.

Otro día fatídico fue el 27 de noviembre de 1992. En el libro del General Iván Jiménez, está una narración muy completa de lo sucedido ese día, donde mi experiencia personal podría haber sido un capítulo, pero que se publicará en un momento más propicio. Sin embargo, mi participación en ese y los sucesos subsiguientes, se reflejaron en esa obra y llegó el momento de decir cómo llegaron hasta allí.

Saliendo el mismo día del Hospital Militar de Maracay. Mis padres se fueron a mi casa y un querido compañero el Teniente Coronel Di Sabatino fue a visitarme. 

Siempre me subí el cuello de la braga de vuelo después de estar amarrado a la silla de eyección y habíamos acordado ponerlo en los procedimientos de jefe de máquina, por lo que se chequeaba dos veces. Ese día no lo hice ni mi jefe de máquinas tampoco.

En aviación las cosas pasan con muy poco margen de error por lo que la quemada que tenía en el cuello era mi única responsabilidad. También tenía escoriaciones en las piernas por haber pasado por la canopia de un enorme cují. Sus espinas me habían hecho daño y tenía algunas clavadas todavía, por lo que tenía que estar en pantalones cortos y en dos días salíamos a hacer un reconocimiento para traernos los Mirage 50 restantes por la ruta del Mar del Norte. Esa era la fecha acordada con los médicos para ponerme los pantalones largos o la braga de vuelo otra vez.

Mis padres me habían hecho las cosas que más me gustaban para comer, por eso el italiano y yo nos dimos una cena  pantagruélica esa noche y ya en la sobremesa, recibí otra llamada de mi muy querido y admirado Contraalmirante Julio Chacón Hernández quien fuese mi consejero en la Escuela Superior de Guerra Naval y quien desde esa fecha ha sido mi consejero toda la vida. Un profesional militar sin parangón. 
Es imposible que un oficial de marca mayor no posea un carácter fuerte y decidido, el Almirante Chacón no era la excepción a esa regla. Lo cierto es que los estilos militares de ambos superiores era muy similar y yo estaba acostumbrado al mismo y a su grado de exigencias.

El almirante Chacón me dijo que su jefe de Casa Militar estaba en la casa de su señora madre y él lo estaba agasajando y que estaban con un grupo selecto de oficiales y sus señoras esposas. Ellos querían verme e interesarse por mi salud, cosa que agradecí, pero le expliqué a mi almirante la vestimenta que tenía que utilizar, además que estaba embadurnado de Furacin y otros potingues que me hacían impresentable y que sería una disonancia en su reunión, amén que me daba pena con la progenitora de mi consejero y superior. 

Me despedí de él con toda la sinceridad y el afecto. No habían pasado tres minutos y me volvió a llamar, que me presentara allá en El Limón así como estaba, que yo sabía que el hecho de que fuera “nice” no significaba que me estaba pidiendo un favor, me estaba dando una orden y que si no tenía quien me llevase, su chofer me estaba recogiendo en 10 minutos.



Tranqué me puse otro short y otra franela, me reafeité y le pedí al Italiano que me acompañara. 

 “Entendido”. Isnaldo Di Sabatino me llevó para allá.

Llegamos al lugar y yo desentonaba totalmente. Saludé a todos y le pedí permiso para continuar al general Iván Jiménez quien creo, estaba ya en la situación de retiro, o muy próximo a ella. Me hicieron un lugar y nos sirvieron una cena espectacular que Disabatino y yo celebramos y nos la comimos.

En la sobremesa el general Iván Jiménez me dijo que me tenía que pedir un favor. Le contesté que para mi era irrelevante su situación militar y que él jamás y nunca tendría que pedirme un favor a mí, que yo sólo tenía que saber qué era lo que se tenía que hacer y se hacía.

El general sin que yo le preguntase nada me dijo que él como ministro recibía una copia de todo lo que entraba y salía de los centros de retención de los golpistas que el había aprobado mi respuesta a la cartas del Teniente Coronel Castro Soteldo pero que por mi misma calidad profesional había denegado la solicitud mía de irlos a visitar en dichas cárceles. 
Que el iba  a hacer un libro y dejar un testimonio verdadero, que ya proliferaban los libros pro autoritarios empezando por el de Ángela Zago de la ·rebelión de los ángeles”, hasta los ditirámbicos poemas de Tarek William Saab.

RCTV tenía periodistas que simpatizaban abiertamente. Los Poleo, padre e hija. El Nacional, José Vicente Rangel y los Notables. Los villanos éramos los que habíamos sostenido la Constitución y aplastado las rebeliones. 

Yo le contesté que podía hacer el uso que considerase conveniente de todo lo que tuviese que ver con mi persona, hice el énfasis delante del Almirante Chacón y mi Teniente Coronel Di Sabatino, pero que sí se necesitaba más que mi palabra,  que me dieran una hoja de papel para yo llamar a mi mamá para que me redactara un documento y registrarlo.

El General Iván Jiménez se conmovió. Me preguntó si estaba siguiendo las recomendaciones médicas. 

No sabía como decirle al Almirante Chacón lo que me molestaba estar desentonando como un zarrapastroso con ese atuendo. El general Iván Jiménez me preguntó qué me preocupaba y le dije. Él me contestó que el almirante le había informado a los invitados mi condición y que yo era su alumno y de verdad, la molestia era sólo mía, todo el mundo era muy, pero muy deferente.

Así que disfruté de la conversación hasta que el almirante Chacón me dijo que me podía ir.

Me fui a mi casa y este es el relato del primer encuentro social, no puramente militar.
 Después del retiro del General Iván Jiménez si lo frecuenté mucho en su casa de las decisiones de comando e institucionales que tenía que tomar. Además disfrutaba preguntarle de su vida profesional y me maravillaba de su sinceridad, ante aciertos y errores. Se mantenía actualizado en todo el desarrollo tecnológico y doctrinario militar aeronáutico y de la situación de la FAV.

En ese entonces, trabajaba en un Banco, donde dio la talla como siempre.

Escribiendo estas líneas, se me ocurre pedirle una autorización a la viuda y a las huérfanas para que me autoricen a subir el libro que yo tengo en PDF y que me den un número de cuenta para subirlo a Amazon anombre de ellas, el libro vale mucho y va a valer más. 

Estoy seguro de que el libro del General Iván Jiménez es mucho más verdadero en lo histórico y su estilo literario mejor que el de toda la historia apócrifa  chavista.

No puedo decir que esto pasa porque la “Historia la escriben los vencedores”, porque los chavistas fueron derrotados dos veces y lo hubiesen sido tantas veces más si hubiesen seguido con la guachafita. 
La falsa historia épica la están escribiendo chupatintas, crápulas morales, historiadores en “Historias” más no en historia, Licendiaduchos de comunicación “Social” devenidos en propagandistas de agitación.

Todo no se descubre porque se vistieron con los míticos galones y soles de los libertadores y del supuesto socialismo de Jesucristo, pero alguien, algún día en Venezuela saldrá un niño que gritara “EL REY NO TIENE ROPAS” y quedarán desnudas las momias corruptas e inmorales de esos verdaderos leprosos, disfrazados de falsos mesías.

Hubo oficiales que combatieron con fuego y en los tribunales.

Hubo otros que hicieron SERE en la Isla del Burro y en los centros donde los apresaron los sediciosos.

Hubo otros que hubiesen deseado combatir, pero estaban lejos.

Hubo otros que se comprometieron en la rebelión y se acobardaron.

Hubo otros que se metieron debajo de la cama y se escondieron.

No soy yo quien los juzgará.
 A unos los premio con mi reconocimiento y mi admiración, a los otros, a los cobardes y traidores mes basta con darles mi olvido, mi repugnancia moral y mi desprecio.

Pero de todos los que hicieron los correcto, refulgen como dos titanes, las figuras y los nombres de: Iván Darío Jiménez y Helímenas Labarca Soto.

A uno le pedí muchos consejos, al otro tal vez le dí muchos.

Con uno hablé poco para lo que hubiese deseado, al otro le hablé tal vez demasiado de los temas menos deseados.

Pero lo cierto, es que llevaron el peso máximo en el peor momento y no titubearon y a pesar del dolor cumplieron con las órdenes y con el deber. 

Fue un honor haber respirado el mismo, aire, comer la misma comida y beber la misma agua.
 Fue un honor haber compartido el uniforme, los sueños y las experiencias, incluidas el engaño y la traición y de un enemigo que nunca vimos como tal, insidioso, inmisericorde, cobarde y vil. Ni en la cárcel ni en el exilio se les pidió cuartel.Su envidia y falsedad no les permite superar eso, no olvidan ni perdonan. Su vileza los sustenta. Aman ser adorados por una legión de enfermos y muertos de hambre que le piden piedad, remedios y comida.


Pero peor que los conspiradores combatientes chavistas, fueron aquellos que usaron sus votos para darles lo que en campo de batalla, con la traición, la fuerza, (porque la tuvieron toda y la sorpresa por la buena fe de los demás que defraudaron), NO PUDIERON LOGRAR. Fueron derrotados en las montañas, en la Bases y en las ciudades. 

Los que votaron y hoy los vemos muriéndose de hambre, de mengua por falta de medicinas, pidiendo limosnas internacionales, usaron los procedimientos democráticos, el voto,  para ponerse un collar y una cadena peor que la del Lobo Fenrir que hicieran los enanos del Inframundo.

 Fenrir era hijo de Loki y para dejarse poner el collar con la cadena y que no lo engañaran pidió que un dios pusiera la mano en su boca. 
Lo hizo Tyr, dios de la ley y la justicia. Una vez puesto el collar y la cadena y al darse cuenta Fenrir de que mientras más la halaba más fuerte se hacían sus eslabones, cerró sus fauces y le comió la mano a Tyr.

A veces, viendo las ventajas de las leyes nórdicas, pienso que prefiero una justicia mocha que  a una justicia ciega.

El “pueblo” venezolano, independientemente de su clase social como lo podemos ver en los saqueos generalizados de clase media y pobre de estos días, es mucho peor que Fenrir y la cadena que él mismo se puso se endurece mientras más se retuercen y más trabajo y hambre pasan. 
No les bastó con ponerse el collar y la cadena, se pusieron un bozal de arepas y esperan que un “militar de mierda”, que un Marine, que unos cascos azules le metan la mano en la boca al lobo Fenrir y que después el mocho se vaya y les deje el poder para que el mango les vuelva a caer, pelado en la boca.

Iván Jiménez y Labarca fueron a veces Thor, a veces Tyr.

Aunque ya se escribirá y se publicará sobre eso, el 27 N con las debidas distancias, fue una demostración similar a la de Winston Churchill sobre los pilotos de combate de la Real Fuerza Aérea. 
 “La gratitud de cada casa en nuestra isla, en nuestro imperio, y de hecho en todo el mundo, excepto en las moradas  de los culpables, se dirige a los aviadores británicos, quienes sin faltarles el coraje  por lo desigual de las probabilidades, a los cuales en desafío constante y el peligro mortal no los desgastó, están cambiando la marea de la guerra mundial por su bravura y por su devoción. Nunca en el campo del conflicto humano se debió tanto, de tantos a tan pocos”.

Nunca en el campo de los conflictos humanos en Venezuela, no hubo tantos malagradecidos, que les malagradecieran tanto a tan pocos. Como a los oficiales que combatieron la lucha armada y todos los golpes totalitarios que le pavimentaron el camino al totalitarismo de hoy.

Si no fuera por la misma compasión religiosa, a veces provoca decirle a los que crujen por el chavismo: “¡¡¡¡¡Bien hecho Fenrir!!!¡¡¡¡Tu mismo te lo buscaste!!!! Pero uno no puede porque se tiene sensibilidad y da lástima.

El santoral cristiano del 27 de noviembre nombra los siguientes santos.



























No conozco la historia de ninguno y no es mi idea el averiguarlo ahora. Tal vez otro día, tal vez más tarde, pero busqué el santoral porque al General Iván Jiménez en esta oración militar, si me recuerda el sermón de otro guerrero.

En la  Inglaterra de 1414, durante la Guerra de los Cien años se peleó la batalla de Agincourt. Un 25 de octubre. El día de San Crispín y de San Crispiano. Ambos santos eran hermanos y fueron mártires de su fe. Eran zapateros y predicadores. Los mató Diocleciano clavándoles taachuelas bajo las uñas y metiéndolos en agua hirviendo. 

Esa fecha era libre, es decir, no había trabajo en Inglaterra. Pero había un ejército inglés en Francia, reclamando los justos derechos de Enrique V.
 Se estaban retirando por la enfermedad. Pidieron salvoconducto a Calais. Se lo negaron. Los franceses eran muy superiores en número. 4 a 3.

Antes de la batalla un noble, creo que el condestable Westmoreland, se quejaba y murmuraba, viendo al ejército francés que en Inglaterra miles de hombres tenían el día libre mientras que ellos iban a luchar y morir ese día. El Rey lo escuchó y dio una arenga militar que ha pasado a la historia.

Aunque sé que todos mis compañeros militares se la saben de memoria la voy a transcribir:


WESTMORELAND

¡Ójala tuviéramos aquí ahora

Aunque fuera diez mil de aquellos hombres que en Inglaterra

Están hoy ociosos!



REY ENRIQUE V

¿Quién pide eso?

¿Mi primo Westmoreland? No, mi buen primo:

Si hemos de morir, ya somos bastantes

Para causar una pérdida a nuestro país; y si hemos de vivir,

Cuantos menos hombres seamos, mayor será nuestra porción de honor.

¡Dios lo quiera! te lo ruego, no desees un solo hombre más.

Por Júpiter, no codicio el oro,

Ni me importa quién se alimente a mi costa;

No me angustia si los hombres visten mis ropas;

Esos asuntos externos no ocupan mis deseos:

Pero si es pecado codiciar el honor,

Soy la más pecadora de las almas vivientes.

No, creeme, primo, no desees un solo hombre de Inglaterra:

¡Paz de Dios! no perdería un honor tan grande

Como el que un solo hombre creo que me arrebataría

por lo que más deseo. ¡Oh, no pidas uno solo más!

Proclama, en cambio, Westmoreland, por mi ejército,

Que el que no tenga estómago para esta pelea,

Que parta; se redactará su pasaporte

Y se pondrán coronas para el viático en su bolsa:

No quisiéramos morir en compañía de un hombre

Que teme morir en nuestra compañía.

Este día es la fiesta de Crispiniano:

El que sobreviva a este día y vuelva sano a casa,

Se pondrá de puntillas cuando se nombre este día,

Y se enorgullecerá ante el nombre de Crispiniano.

El que sobreviva a este día, y llegue a una edad avanzada,

Agasajará a sus vecinos en la víspera de la fiesta,

Y dirá: 'Mañana es San Crispiniano'.

Entonces se alzará la manga y mostrará sus cicatrices

Y dirá, 'Esta heridas recibí el día de Crispín'.

Los viejos olvidan: y todo se olvidará,

Pero élrecordará con ventaja

Qué hazañas realizó en ese día: entonces recordará nuestros nombres.

Familares en sus labios como palabras cotidianas

Harry el rey, Bedford y Exeter,

Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester,

Se recordarán como si fuera ayer entre sus jarras llenas.

El buen hombre contará esta historia a su hijo;

Y nunca pasará Crispín Crispiniano,

Desde este día hasta el fin del mundo,

Sin que nosotros seamos recordados con él;

Nosotros pocos, nosotros felizmente pocos, nosotros, una banda de hermanos;

Porque el que hoy derrame su sangre conmigo

Será mi hermano; por vil que sea,

Este día ennoblecerá su condición:

Y los gentileshombres que están ahora en la cama en Inglaterra

Se considerarán malditos por no haber estado aquí,

Y tendrán su virilidad en poco cuando hable alguno

Que luchara con nosotros el día de San Crispín.



El término “band of brothers”, banda de hermanos, sale de aquí y los “pocos”, “the few”, Churchill, también.

Ciertamente, cuando oigo, me encuentro o veo a aquellos pocos que tuvieron el honor de operar y triunfar el 27 de noviembre, en cualquier base, en la isla del Burro o en Cogeavia o centros de retención de los traidores, me siento orgulloso de la FAV y de los “pocos”. 

Como la sinvergüenzura terminará algún día, algún justo dirá un 10 de diciembre, que todo lo bueno fue posible, por unos poquitos, que siguiendo a Iván Jiménez Sánchez, salvaron, al país a la democracia y el honor militar.
Hoy los que usufructúan el poder, los que medran de estos y aquellos políticos, empresarios, periodistas que facilitaron el ascenso de Chávez al poder y sostienen a Maduro, callan en connivencia, porque se saben reos de lo que la historia les cobrará un día.

El 27 N será lo que siempre fue, un día en que un gigante como Iván Jiménez se les soltó y correteó a una marabunta de enanos morales.

Si lo entendemos así. En verdad fue un gran día.



“The gratitude of every home in our Island, in our Empire, and indeed throughout the world, except in the abodes of the guilty, goes out to the British airmen who, undaunted by odds, unwearied in their constant challenge and mortal danger, are turning the tide of the World War by their prowess and by their devotion. Never in the field of human conflict was so much owed by so many to so few.


La conclusión será la parte IV. Aún hay cosas que contar y cosas que agradecer.



MARTÍN LON BLANCO.





Madrid, 7 DE ENERO 2018

7 comentarios:

  1. Excelente mi General, siempre recuerdo la anécdota cuando le preguntaron que hacer con todos esos oficiales que habían violado la Constitución y su Juramento bajo una seudojustificacion moral y social, usted recomendó fueran expulsados de la Institución ya que ninguno era digno confiable o un oficial. Que pena, si le fuesen hecho caso. Pero la justicia llegará y se reinvindicaran las verdades y demostrarán los engaños y mentiras.

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    1. Hay que reapreciar la situación. Eso ahora sólo justificaría el exilio dorado de unos pocos que han traicionado hasta muchos de los que se embarcaron en esas diábolicas empresas y ahora están boyantes de dinero mal habido, a costa de la salud y el hambre de unos venezolanos que por haberlos seguido y seguirlo, en parte marecen.
      Un abrazo Morocho, a tí y a toda la familia.

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  2. Dios es que juzga al justo y Dios está airado todos los días contra el impio.
    Salmo 7-11
    Un fuerte abrazo Martín.

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    1. Amén. Cierto, muy cierto Tío Guido, un abrazo por el cumpleaños!!!!!!

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  3. La historia de Venezuela, al igual que la historia de la humanidad está llena de pusilánimes, mentecatos, ladrones de baja ralea, imbéciles, ignorantes, y de personas mediocres hasta la obscenidad que han sido gobernantes, reyes, magistrados, generales y sobre todo traidores a quienes creyeron en ellos y también a ellos mismos y a sus propios familiares. Lo ocurrido en Venezuela en el año 1992 y luego a partir de 1998 es solo el reflejo de la incidencia de las mas bajas pasiones e intereses y ambiciones de quienes esperaban, desde su sórdido mundo de mediocridad, obtener beneficios practicando la lisonja. A muchos, esta practica le ha brindado frutos, que no beneficios, porque se basan en la degradación de su propio espíritu para obtener bienes materiales que solo alcanzan para satisfacer sus apetencias Hobbianas a ser consumidas por el Leviathan de sus vidas. La historia está llena de desaciertos y de errores que hemos cometidos todos, pero que al final, de una u otra manera se logran aclarar y nos enseñan el camino que debemos recorrer como seres humanos pensantes, racionales, con los mismos derechos inalienables en búsqueda de la libertad y del bienestar común. Soy un firme creyente en que la justicia siempre triunfa. La historia, al menos la que he aprendido a lo largo de mis años, así lo demuestra. De nuevo, mis felicitaciones por tu excelente artículo sobre un digno oficial de la Fuerza Aérea Venezolana, a la que debemos, casi que todo, lo que somos. Un abrazo Martin.

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    1. Excelentes palabras mi General Anselmi que en adición a el escrito de mi General Lon refuerzan mi fe y esperanza a que si hay lugar para los justos y amantes de la Libertad, Democracia, Justicia y Equidad. Buenas noches. BZ Check six!!!

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