miércoles, 3 de enero de 2018

Iván Jiménez Sánchez. Requiem militarum II





II


INGEMISCO
Ingemisco, tamquam reus,
Culpa rubet vultus meus;
Supplicanti parce, Deus.
Qui Mariam absolvisti,
Et latronem exaudisti,
Mihi quoque spem dedisti.
Preces meae non sunt dignae,
Sed tu bonus fac benigne,
Ne perenni cremer igne.
Inter oves locum praesta,
Et ab haedis me sequestra,
Statuens in parte dextra.
Suspiro, como el culpable que soy;
la culpa sonroja mi rostro,
Oh, Dios, perdona al que suplica.
Tú, quien absolvió a Mariam (Magdalena)
y a ladrones escuchó,
me has dado esperanza a mi también.
Mis plegarias no son dignas;
pero Tu, quien muestra bondad, por piedad
no me dejes arder en el fuego eterno.
Dame un sitio en tu rebaño
y sepárame de las cabras
para colocarme a Tu diestra.


1992.
Hay años aciagos para civilizaciones y países. Para Venezuela 1992 fue uno de ellos. En ese año se lanzó la maldición que cayó sobre Venezuela y que ya va para veinte años, sin señales de perder fuerza, sin menguar en nada su maldad.
Si se sacan las cuentas de emigrados, muertos, presos, puede que el año 1992 fuese peor que 1814.
Pero hasta en los momentos más duros y más oscuros, hay rendijas por donde se cuela la luz y lo bueno del espíritu humano.
Como ya expresamos, el General Iván Jiménez, a pesar de ser un hombre de tacto no era muy bueno en relaciones públicas. Este “defecto”, le permitió salir indemne del problema de los JEEPS y de las acciones dudosas en su pasantía por la Casa Militar del Presidente Jaime Lusinchi, que lamentablemente, si las comparamos con las tropelías normales chavistas de hoy en día, no pasan de ser motas de polvo, partículas microscópicas dentro del mundo corrupto castro-chavista-venezolano, macroscópicamente y astronómicamente colosal.
 La “señora” Blanca Ibáñez, resultó ser mucho más señora que el mujerero chavista que medra en el pantano moral venezolano. Su título de abogado un millón de veces menos falso que la de los medicuchos curanderos formados en Cuba.
Así llegó el 4 de febrero mientras los capitostes del ejército y Armada trataban de congraciarse con el alzado (los que nos estaban ya en la conspiración), el único que  llamó  a Chávez y le dio el ultimátum de que sería bombardeado fue el General Iván Jiménez Sánchez. 
Cuando los generales que no estaban en manos de los chavistas estaban inmovilizados y presos, los que no (no todos)  estaban maniobrando políticamente, salieron corriendo a “rescatar” a Hugo Chávez Frías con otros conspiradores profesionales “civiles”. 
Sabían que el General Iván Jiménez no hablaba para delante ni para atrás. Era un hombre de una sola palabra. Sus enemigos y detractores siempre supieron eso.
En un momento de “iluminación” o de sabiduría política viendo el nivel de indisciplina entre los generales del ejército, Carlos Andrés Pérez nombró ministro de la Defensa al General Iván Jiménez.
 La Dirección de la EAM y el G-10 y el querer hacer ver la "Pacificación" como la panacea política del siglo XX, hacían que la lucha antiguerrillera no era una buena promoción para mercadear,  no daba todo lo anterior,  mucha publicidad fuera de Maracay y la Casa Militar requiere tanta reserva para cumplir su misión que tampoco sirve con fines de autopromoción y propaganda. El G-4 le dio una capacidad enorme de análisis logístico porque conocía un precursor de FMS que el G-4 usaba, por eso nadie le cuestionaba nada en la primera reunión porque sabían que les podían matar el piojo en la cabeza.
Desde el punto de vista político, el General Iván Jiménez no era ningún derechista ni ningún atrabiliario. Un hermano o primo se su señora esposa, estaba en la lucha armada. El General Iván Jiménez fue advertido de esto y de las repercusiones en su carrera, a lo que replicó que qué lástima que había perdido su carrera porque se iba a casar con su novia contra viento y marea.

Creo, que esta es la única cosa romántica que puedo escribir aquí y la pongo porque me conmueve como hombre y como oficial.

Su desempeño en los TO tampoco estuvo mediatizado por sus asuntos personales. Dentro de los derechos humanos, LE DIO CON TODO.
 
Pero para los palaciegos del Ejército en todos sus grados, esos méritos y laureles no contaban ni cuentasn, no lo consideraban brillante. No era pantallero. Para los ayudantes y edecanes de siempre, solo podían ser brillantes eran los que les habían permitido reproducirse y conspirar por 20 años y que ahora hacían denodados esfuerzos por sacar a los golpistas indemnes de la cárcel.
Ya ministro de la Defensa, pudo constatar el nivel de penetración política de los presos del 4F y el apoyo traidor de los “Notables”, incluyendo a Rafael Caldera y de altos jerarcas de las finanzas y de la misma Iglesia. Estaba rodeado de traidores y sicofantes. Era un campo minado. Hasta en la Casa Militar había uno que otro, quien por cierto tuvo que ser conminado por el General Iván Jiménez, quien le dijo: “Si algo le pasa al presidente, eres hombre muerto”. 
Este personaje desapareció de la casa Militar desde el 26 hasta el 28. Después enmendó el camino.
Existía una doble moral por parte de muchos generales del ejército: se daban golpes de pecho de lealtad democrática y dejaban mientras tanto, a los golpistas hacer lo que les daba la gana en el Cuartel San Carlos y otras cárceles. 
Ellos fueron corregidos por el General Iván Jiménez, fueron los que inauguraron el Pabellón Militar en Yare.
Pero el errar es parte inmanente de la condición humana y mal podría hacerse este réquiem, separando de la carne, la tremenda realidad del error que esta misma carne implica.
Una de laas cosas terribles de nuestra cultura es no separar a los hombres de los hechos y santificar estos últimos con la mortaja de la muerte. Eso no es correcto.
 
A mi mejor saber y entender Iván Jiménez cometió cuatro errores:
1.  No creer en las narrativas que delataban al general Fco. Visconti como traidor y conspirador, o dejarse convencer por este y darle una segunda oportunidad en el Ministerio de la Defensa. Consecuentemente El General Paredes Niño le advirtió que era temerario perdonar a los felones y el General Iván Jiménez le advirtió a Paredes que si no le traía “pruebas”, no “evidencias”, ni “chismes”, le iba a solicitar la apertura de un Consejo de Investigación.
2.  Creer en sus compañeros a quienes también acogió para que trabajaran con él a los Infantes de Marina Gruber y el otro. El General Iván Jiménez por ayudar y por compañerismo se estaba rodeando de traidores y muertos vivientes.
3.  Como Moisés en Meriba, El general Iván Jiménez le dio dos golpes a la piedra. El 26 de noviembre el general Paredes Niño,  le informó al ministro de la Defensa que un oficial del G-16 contactado y reclutado por los golpistas, le había pasado el orden de operaciones de los mismos. En honor a la verdad, eso se corría mucho, pero el Ministro desestimó la información. Dicen que por Meriba,  Moisés no pudo entrar en la Tierra Prometida, Iván Jiménez tuvo que presenciar lo que le hacía más daño: Dos aviones FAV, combatiendo entre ellos. Cosa que a lo mejor no se da, si se le hubiesen puestos los ganchos en la tarde del 26,  a Visconti, a los infantes  y a los demás facinerosos.
4.  Dar de baja a un oficial del ejército con un “Visto” del Presidente, por culparlo sin querer por asociación con unos generales de muy dudosa lealtad a nada que no fuesen ellos mismos. Probablemente si hubiese leído el Curriculum del oficial hubiese notado su trayectoria en los TO y la lista de comandantes que se habían servido del oficial en cuestión. Probablemente lo hubiese recomendado para ascenso.
Estando los infantes de marina presos, empezaron a molestar a la familia del general Iván Jiménez y este fue y les hizo una visita con un Magnum 357. Les advirtió que con él se podían meter pero no con su esposa ni hijas. Las llamadas y los acosos cesaron inmediatamente.
Esos errores, fueron subsanados en vida, de una forma o de otra, o por el mismo general Iván Jiménez o por su jefe supremo: El Señor de los Ejércitos.
El fue un buen compañero con otros que no lo fueron, a un hombre sin resentimientos los de los demás les parecen inexistentes o ajenos.
Así, que es un atrevimiento mío llamar esto “errores”. 
Yo sí cometo errores, por lo menos seis cada día, pero es necesario poner algo para que el réquiem tenga sentido.
Para balancear, he de exponer uno mío propio.
La moral y la reconstrucción de la FAV fue una tarea muy dura. Muchos de los que quedaban en las unidades, sentían mucha simpatía por los traidores y de hecho, ahora es que muchos lo entienden y se arrepienten.
Siendo yo Comandante del C-34 en el Grupo 11, en diciembre me tocó de guardia el segundo turno, es decir  el fin de año.
 Los rumores, la baja disciplina y el mal ejemplo de los políticos en el mundo civil no colaboraban con la paz. Ese año tampoco pude salir de Maracay en el primer grupo, porque me lo pidió el comandante de la Base, General Gustavo León Campos.

 El Comandante estaba en el exterior, El segundo Comandante de Grupo iba a estar en el Zulia por lo que yo estaba a tiro de piedra de la Base todo el tiempo. Había regresado al G-11 en agosto del 92 y después del 27N, yo tampoco tenía confianza en el profesionalismo ni virtud militar del el personal restante habiendo estado sometidos a largos años de comando tóxico y de malos ejemplos.
Lamentablemente, hubo un accidente de transito de un estimado SOPC que estaba destacado en Carrizales, Estado Guárico. Mientras lo trasladaban a Maracay mandé activar el plan de recolección de emergencia del segundo grupo para asistir al velorio, acompañar a la familia y asistir masivamente a las honras fúnebres y al entierro.
Fue un fracaso. Muchas personas no llegaron, habían dado información falsa o errada, lo cierto es que no funcionó. Mantuve el plan de recogida y 24 hrs después del entierro, cuadró el parte y estaban todos.
Se les dijo en formación que el plan fue un fracaso y que era una falta tremenda contra la moral militar no acompañar a un compañero y a su familia en un sepelio, que eso daba una imagen muy mala del espíritu de cuerpo y del espíritu de la unidad.
Las excusas eran ridículas. Se les conminó a mejorar.
Cuando los iba a retirar, hubo movimientos de orden cerrado negligentes. Se dio la voz de otra voz y se repitió igual. La negligencia era deliberada. Entonces los mandé a dar una vuelta al tanquero. Cosa que hicieron de mala manera, por lo que los mandé otra vez y ordene  a buscar inmediatamente a la Policía Aérea y al Comandante de la Base. 
Ahí si llegaron enérgicos. 
El orden cerrado mejoró exponencialmente.

 Los retiré cuando todo estaba en orden.
Fui y se lo dije al Comandante de Base.

El lunes llegó Tamanaco al Grupo para hablar conmigo. Me dijo que la próxima vez agarrara a los más antiguos y les diera con todo lo que tenía el reglamento.

 Que lo había llamado el General Prato Navas para decirle que habían ido unos llorones a pasarme la novedad a la IV División y que como no les pararon, se habían ido para Caracas. La situación política era tal que me mandaron los nombres de las tres joyas. Le dije entendido.
Más tarde recibí una llamada en el Grupo del Ministro de la Defensa, que era el General Iván Jiménez Sánchez. Me dio el feliz año y me deseo lo mejor, me preguntó por la situación militar en Maracay y en la Base y después me dijo directo, que por qué les había mandado a dar las vueltas al tanquero y le dije porque me molestó la falta de todo de parte de todos ellos, que sí, que yo había fallado, pero que me hacía responsable de mi error.
El General Iván Jiménez me dió las mismas recomendaciones que Tamanaco aumentando las sanciones y el número se sancionados: el romanísimo 10%, y dio por terminada la conversación diciéndome que considerara sus recomendaciones no eran tales sino una amonestación privada. Que cualquier autoridad militar que me tratase de corregir o sancionar les expresase con la debida antelación y oportunidad que yo ya había sido sancionado.
 Me hizo repetir esas instrucciones dos veces. Me ratifico sus saludos y buenos deseos y trancó.
Los faltones consiguieron que alguien los escuchara, pero este superior habló con Tamanaco y sabía que ya había sido corregido por el Ministro, por lo que se limitó a ponerme de pitcher en el equipo de los SOPC y él de jefe de los oficiales en un partido de Beisbol que no era mi deporte.
 Por supuesto que como perdedor del juego, tuve que hacer el sancocho y servirlo a todos y cada uno, incluidos los tres llorones. El superior me dijo que me quería mucho a mí pero que quería demasiado al grupo, que mi misión era comandar a todos y si iba a perder alguno que fuera en combate. Que tenía que aprender a confiar de nuevo en ellos y ganarlos para la FAV. La dije dos cosas: “Gracias” y “Entendido”.
No volví a ver ni a hablar con el General Iván Jiménez hasta cuatro meses después. La noche del mismo día que salí del Hospital Militar después de la eyección que tuve en el Mirage 50 2056. Ese día fui salvado por los mismos SOPC que le habían dado las vueltas al tanquero en la rampa del G-6.
 Ellos habían cambiado, yo también. 
Pero eso es otra parte del réquiem, que también es digna de ser contada.

6 comentarios:

  1. Errare humanum est.
    No podría agregar nada mas a tu excelente trabajo sobre el G/D. Ivan Jimenez Sanchez digno oficial y modelo a seguir en nuestra futura FAV.
    El G/D. Maximiliano Hernandez Vasquez me comento que esta trabajando sobre un nuevo libro que está escribiendo. Tiene que ver con el Profesionalismo de los militares en Venezuela. Por lo que le escuche parece que va a resultar un trabajo muy interesante.
    Saludos y cuidate mucho Martin.

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  2. Un abrazo mi general. Esto no es petite histoire. Es verdad pura y dura.
    El apoliticismo es igual que la imparcialidad. Puntos de referencia tal vez muy lejanos pero que se usan tanto para hacer ochos perezosos y mantener la integridad, que junto con la honestidad son dos patas de la cuatro de la mesa del profesionalismo militar. Los otros dos son la moralidad y la ética.

    Un abarazo Mi general.

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  3. Saludos mi Gral, viene la 3ra. parte?

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  4. EXCELENTE RELATO.TENGO DOS OBSERVACIONES QUE NO INCIDEN EN EL FONDO DE TU ESCRITO. EN PRIVADO TE LAS DIRÉ. SALUDOS.

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