Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, para que
traigamos al corazón sabiduría.
Salmo 90:12.
Enséñanos de la muerte, para que nos hagamos sabios. Rey
David.
La muerte, de forma artera, lanza su inexorable zarpazo.
Régulo Antonio Anselmi Espín ha dejado este mundo para esperar con su Creador
el mundo por venir.
En todos los cumpleaños la felicitación de Guaiquerí era la
hebrea: ¡¡¡Qué el Señor te de 120 años!!!! A él su Creador decidió llamarlo
antes.
Cuando Dios hizo al Ángel de la Muerte, la creación se
detuvo.
Fue tal su fuerza y poder que el Universo dejó de girar por
un instante y después recupero su movimiento.
Ese ángel lleva una espada con la que pone una gota en le
punta de la lengua de quien ha agotado sus días, sus horas, sus segundos, sus
respiraciones y sus latidos.
De acuerdo con cómo nos hayamos portado recibiremos una
gota amarga o una gota dulce.
En los funerales de los reyes de Suecia, los sacan en un
catafalco de artillería y los llevan a la catedral. El Chambelán de la corte
toca la puerta del templo, la cual está cerrada a exprofeso. El Chambelán toca
con el picaporte tres veces. Le contesta un diácono:
-¿Quién vive?
-Chambelán: Un creyente ha muerto, requiero que abra las
puertas para los oficios de la religión.
-Diácono: ¿Cómo se llama el finado?
-Chambelán: Gustavo Adolfo de Bernardotte Rey de Suecia.
Soberano de las tres coronas.
-Diácono: No existe nadie con ese nombre en los libros de
entrada de las puertas del cielo. Vaya a otra parte.
-Chambelán: Vuelve a tocar tres veces con el picaporte.
-Diácono: ¿Quién llama a la puerta?
-Chambelán: ES el cuerpo sin vida de Gustavo Adolfo de
Bernardotte.
-Diácono: Ese nombre si sale en la lista de entrada al reino
de los cielos.
Se abren las puertas y se ingresa el cuerpo del que fue rey
de Suecia, pero entra como cualquier hijo de Dios y ya no es Rey.
Lo que significa que lo importante no son los grados ni los
títulos, sino el individuo tal y como es y sobre todo las cosas que ha hecho y
las que ha dejado de hacer.
Regulo Antonio Anselmi Espín fue un gran hombre, a pesar de
sus circunstancias, que verdaderamente, fueron muy malas.
Estábamos todos incluidos
en un plan del que no sabíamos nada y que estaba dirigido contra la libertad y
valores con los que fuimos formados y en los que creímos. Teníamos la falsa
idea de que la democracia y el estado de derecho iban a seguir su camino y que
nuestro deber era mantenernos al margen de las decisiones políticas de lo que
libérrimamente había escogido el pueblo. Todo era un engaño.
Aquello que nos enseñaron lo usaron contra nosotros mismos.
No podíamos atacar a un criminal investido democráticamente. No teníamos un
sistema inmunológico antes la letalidad de un virus por el que la mayoría había
votado. Los militares no votaban.
Ya estábamos escarmentados de importancia que nos daban los
políticos. Ya sabíamos gracias a Rafael Caldera de la elasticidad moral que
veía a los militares como cosas desechables.
Ese liderazgo civil desangelado, descansaba más en la
obediencia y subordinación voluntaria de los mejores y en la connivencia de los
peores, siendo estos últimos más manejables y maleables, total, sabiéndose
ellos mismos mejor que nadie, de su oportunismo y avilantez, se conformaban con las migajas de las
tarascadas del tiburón del que se adosaban y vivían un aquí y ahora saduceo y
que el que siga que tire.
Gran sorpresa nos causó, conseguir muchos, a quienes creímos
compañeros, siendo mucho peores que los políticos de quienes ellos murmuraban.
Ahora sabemos por qué.
El modelo heroico obligaba y obliga a los que forman parte
de él a tener una vida de privaciones y dar la apariencia de ser “Un buen
administrador de su sueldo”, por eso ascender era tan importante. Tanto, que
muchas veces era más importante que la vanidad y el orgullo que se podían
derivar de las especialidades militares que exigen retos continuos.
Pero de esa malformación salió la malformación mayor, la
mega distorsión que es hoy Venezuela.
Valga la anterior disquisición para entender las causas y
los efectos en las partes y en el todo para no , aún habiendo sido Régulo Anselmi Espín,
también, abogado.
Por otra parte, habiendo dependido directamente de él desde
año 2001 hasta abril del 2002, me permitió presenciar muchas cosas, de las que
opiné en su momento, pero si el asunto es juzgar, entonces siguiendo la ley
visigoda parte las bases fundacionales de nuestra cultura, podrán hacerlo sus
pares, es decir, otros comandantes generales pero en derecho, más nadie.
Seguimos desde 1998, por inercia el juego, abrigando falsas
esperanzas, pero los hechos decían cuál era el camino por donde iban las cosas.
Después que el triunfo electoral permitió que se empezaran a caer las máscaras.
El régimen chavista manipulaba aún más a los militares que
el anterior.
Sólo se buscaban reyes, reinas, alfiles, caballos, torres y
peones para usarlos como piezas desechables de un ajedrez opaco a veces,
invisible otras y adelantar la destrucción de un progreso lineal pero constante
y continuo que empezó en 1936.
En ese mundo de intrigas, corrupción y conspiraciones de
toda ralea, de las ambiciones nobles e innobles de una promoción enorme (no
siendo ellos la causa sino la consecuencia de errores anteriores a pesar de los
problemas experimentados con promociones de tal escala) Régulo Antonio Anselmi Espín por esa vanidad
venenosa que se inocula en la EAM de ser General y más comandante General y
sabiéndose capaz de cumplir esa tarea por estar sobre preparado para ella,
aceptó el regalo griego, pasando a ser el Comandante de Fuerza Menos antiguo
del nefasto alto mando. Otra vez se saltaban las promociones, se violaban las
bases del sistema.
Eso lo ponía en una situación de debilidad peor. Todos le
llevaban demasiado en antigüedad, ese es el problema cuando se saltan
promociones, aunque el mismo concepto de promoción no ha sido el más feliz en
países pequeños.
El menos antiguo casi siempre debe decir entendido y si no
lo hace atenta contra sí mismo.
Así que las críticas sobre todo por el uso del cuarto piso
de la Sede de Cogeavia para el ministerio de la defensa se hizo, así como una
gran meada territorial para volver a subordinar a la FAV al Ejército y al
oportunismo político de las otras Fuerzas, que no habiendo sacrificado nada en
las mismas asonadas militares, estaban mejor armadas en intrigas y adulaciones
que no caben en el mundo aeronáutico ni vocacional militar.
Es superficial y anticientífico, atribuirle el mal mayor de
lo que pasa en el país al Zombi.
Peores fueron quienes lo hicieron, en especial, el inquilino
del Cuarto piso de la Sede de la Comandancia General de la Aviación. Ese Doktor
Víctor Frankestein, a quien se le murieron que se sepa, al menos dos de sus
creaciones anteriores: Fabricio Ojeda y Jorge Rodríguez. Ese estará en un
círculo más profundo en el infierno que el beisbolero marruñeco del villorrio
de Sabaneta.
Así que como en el caso del tamaño de las promociones y de
haber ignorado los resultados prácticos de la promociones de vuelo que con
nombres de epónimos reunían oficiales de otras fuerzas y suboficiales de la
Escuela de Clases de la Grita, dieron mejor resultado que el concepto “moderno”
de las promociones, donde las hubo desde pigmeas hasta gigantes, siendo sus
integrantes inocentes del mismo desempeño promocional porque el mismo tamaño
atentaba o contra el principio de contingencia de justicia con los hombres que
más hacen (como premiar o ascender si son muchos, o como eliminar a los menos
aptos) o de justicia con la organización, adaptándola a ella no a la misión
sino a la coyuntura de la promoción. Además, las más pequeñas eran depredadas por
las más grandes. Lo importante de las clases de pilotos o promociones de vuelo
era que NINGUNO, VINIESE DE LA FUERZA QUE VINIESE NI LA SARGENTADA ANDINA PODÍA
HACERLE DAÑO A LA FUERZA, aunque a veces fuese en detrimento de alguna
individualidad.
Se despreció la experiencia de un alférez piloto como
Paredes, León, Belzares, Robayo, Hernández Vázquez y mucho otros para tener
“LICENCIADOS”. Craso error.
En fin, había problemas organizacionales arrastrados y no
superados y ahora había que sumarle el exceso de información que producía el
sistema que no se sabía manejar y el inicio de una ofensiva ideológica que aparte
de estar muy mimetizada tampoco se quería creer lo que se estaba viendo y
viviendo. El culto bolivariano nos había preparado a todos si no al culto a la
personalidad, a su aceptación silente.
Así, que en este escrito no se va a hacer énfasis en una
historia lineal donde todo fue fácil y bueno para Guaiquerí, NO, PORQUE NO FUE
ASÍ.
Yo conocí al Brigadier Anselmi Espín en la EAM. No recuerdo
haber interactuado con él y me parecía una buena persona que llevaba su vida
con una especie de paz interior o calma, podía ser hasta budista, era un cadete
ecléptico, nada de excesos. Era el mejor corneta. Cuando estaba de comisión, de
guardia o en enfermería era seguro que en el toque de oración si tampoco estaba
Saenko, había vueltas al patio.
Cuando llegué al Grupo 12, El teniente Anselmi se
desempeñaba como oficial SAT y hacía su trabajo muy bien. También volaba mucho
el F-5. Su promoción estaba en gran número en ese Grupo que se aprovechaba de
su experiencia en T-38 por el sempiterno problema de abastecimiento y
mantenimiento de ese sistema.
Esa solución no era sistemática porque dejaba por fuera a
las promociones del 72, 73 y 74. La promoción del 71 tenía un solo integrante y
la del 70 ninguno por la muerte del Caníbal en un T-2D. A eso había que sumarle
seis de la promoción del 76, cinco de la mía y dos rezagados tapa amarilla de
T-2D de la misma promoción del 75, que no habían sido enviados antes.
De las promociones no incluidas muchos se enviaron a
comandar tropas o el GEA, los que tuvieron más suerte, otros a la EAM. Esto no
era causado por la promoción del 75, como tampoco por las promociones
sobrepasadas.
La causa real era la
ausencia de conocimiento y planes para mantener una “PIPELINE” O UN oleoducto
constante de formación de pilotos. Esto iba a solucionarse con la adquisición
del Sistema Hawk, junto con los F-16.
No se solucionó nunca, aunque mejoró estando yo, ya de
coronel. Pero el problema había durado veinte años, el problema era sistémico y
estaba más allá de solucionarse porque esos problemas se empeoran con el tiempo
y se cumple el principio de la Reina de Corazones para poder mantenerlos. No se
deben arreglar los problemas con otros problemas más grandes.
De esa cola salieron muchos resentimientos porque los
cazadores del G-12 se sentían injustamente tratados por los superiores que sin
querer y sin intención, se habían quedado afuera o sobrepasados y estos, veían
a los del 75 como privilegiados.
En el G-12 había dentro de la misma promoción del 75 como
castas o categorías. El teniente Anselmi, se mantenía en sus vuelos y en su
especialidad y no tomaba bando ni formaba subgrupos, que los había. El proceso
de selección natural dentro de esa misma promoción fue atroz y también dejó
resquemores y resentimientos.
Todo eso resucitó en el año 2001. Por eso se trae a
colación.
El Capitán Régulo Anselmi Espín fue mi instructor cuando
llegué de teniente al Grupo Aéreo de Caza Nº 16. El Venía de l G-12 y yo del
G-11. Pero yo no tenía ni la intención ni el tiempo de meterme en grupitos de
esa categoría. Mi instructor era el Coronel Montiel, pero sus labores obligaban
a ir a Caracas y a reuniones y entonces me asignaron al Mayor USAF Michael
Sandock, quien también tenía deberes en su embajada y al final la mayoría de
los vuelos fueron con Guaiquerí, llamada que denota su amor por lo auténtico de
su amor por su región.
Guaiquerí tenía un sistema pragmático envidiable. Sus
apuntes eran extraordinarios porque sabía que era lo medular y sustantivo y qué
lo superfluo, por tal razón yo se los pedía y los fotocopiaba y por esos
estudiaba. Su técnica de vuelo era impecable también, por lo que era muy
difícil no aprender de él.
También se mantenía actualizado en todo lo referente a la
especialidad de caza y tenía inquietudes intelectuales, bastante ordenadas.
Leía mucho, lo que no significaba que fuese ascético y no supiera disfrutar los
placeres magros de la vida militar. La relación instructor-alumno produce un
tipo de confianzas y de complicidades productivas y de un tipo de competencia
sana alrededor del sistema compartido.
Muchas horas volamos juntos y siempre estábamos en los
Estados Mayores de cuanta operación militar hubiese, trabajando siempre en
operaciones y en los briefings de esas misiones masivas que envolvían todos los
modelos de aeronaves de la FAV, eso fue una constante que mantuvimos desde
oficiales subalternos, hasta general y coronel.
El General Anselmi tenía una gran virtud, que era mantener
la tranquilidad y la calma en momentos de altísimo estrés, podía mantener la tranquilidad
en situaciones extremas, esa paz se trasmitía a los demás, eso bajaba la incertidumbre. Era un hombre
más de saber que de creer, lo que facilitaba la resolución de los problemas que
surgían en las operaciones.
Tenía también una actitud contemplativa de la vida, por lo
que no se molestaba y discutía de forma no confrontacional. Como lo hacemos muchos
(en especial yo).
Eso se mal interpreto varias veces y se confundió con
tibieza que sumado a los resentimientos llevó a que los ejercicios de comando
fueran cortos tanto en el G-16, BAEL y BAVALLE. Eso, se repitió en el Comando
General, pero el lance fue distinto: Esa vez lo terminó fue él y NO FUE NO.
Cuando dejó el G-16, el vuelo de despedida lo hice yo en un
Mirage 50 con permiso de Tamanaco.
En una campaña de tiro aire-aire en Margarita me invitó a
tomar unos tragos en un sitio donde preparaban algo que me iba a gustar. Nos
tomamos bastantes y al calor del alcohol, le pregunte por el medio de la calle
cómo se mantenía frío en las situaciones de alto estrés, eso fue hablando de un
accidente que él tuvo en un F-5 que se le metió la rueda de nariz. La junta
Investigadora determinó una falla de diseño, porque siendo tan alto la punta de
la bota de vuelo usando el NWS podía tocar una línea hidráulica del tren de
aterrizaje, haciendo que se retrajese sin accionar la palanca. La respuesta fue
que tuvo una experiencia infantil y preadolescente con una enfermedad de su
padre que le enseñó a mantener la calma. No era esa calma resignación ni
creencia determinista en el destino. Era una forma de observar y pensar
contemplativamente en el medio del caos. Por supuesto que eso le permitía ser
un excelente investigador de accidentes aéreos, formó grupos de rescate en
BALANDA y en el Estado Lara.
El plato especial de esa cena, yo lo había evitado toda la
vida por remilgos estúpidos, resulto ser mi especialidad preferida y ahora
extrañada y añorada: Pastel de Morrocoy con plátano bien maduro.
Entre las cosas que arrastra una organización sin resolver
como la cola del G-12, también estuvo que fue escogido para el curso del avión
presidencial, el cual lo realizó de manera excelente, pero al regresar del
curso le dijeron que no lo iba a volar porque tenía que irse fijo para Caracas
y dejar la aviación de caza, la cual había aprendido a amar porque cuando llegó
de los Estados Unidos había pedido ir a volar C-130 en el G-6.
Nuestra relación profesional no siempre fue un lecho de
rosas. Las operaciones militares las discutíamos incluyendo a muchos superiores
comunes de manera muy cruda. Sólo los ignorantes dicen que no hay democracia ni
debate ni diálogo en la vida militar, será en la vida de los mediocres. La
diferencia era que una vez que estábamos de acuerdo y las disidencias claras se
seguía sin rechistar, la orden de operaciones subsiguiente. Lo mismo con los
asuntos de Estado Mayor. La sinceridad brutal pudo dejar algún que otro morado,
pero la verdad siempre libera, aunque esté vestida de harapos, más que una
mentira con ropa de Carolina Herrera a la que los venezolanos somos tan dados.
(Por supuesto que no me refiero a la Haute Couture sino a la mentira y a la
falsedad).
El Coronel y el General Anselmi Espín regresaron a la
Universidad, in corpore me refiero, porque intelectualmente nunca salió de
ella. Se graduó de abogado.
Lo de ir a volar al G-6 de subteniente y estudiar abogacía
después, fueron dos cosas que resultaban para mí incomprensibles en su momento,
pero no ahora.
Al Comandante General Anselmi le tocó una época demasiado
interesante.
Una maldición china,
aunque muchos hablan de maldiciones chinas sin haber estado en China ni saber
que son tres: ¡¡¡¡Qué los dioses te den a vivir una época interesante!!!
¡¡¡Qué los dioses te permitan llamar la atención de los
gobernantes!!!!
¡¡¡¡¡Qué los dioses te permitan conseguir lo que estabas
buscando!!!!!!
Con la crudeza habitual histórica se le advirtió todo lo que
está en este escrito y otras muchas cosas que no vienen al caso.
Pero de verdad ¿Si no lo estuviésemos sufriendo, no sería
esta una época muy interesante?
Ahora del chino mandarín la expresión original era “寧為太平犬,莫做亂離人”, que significa “Es mejor ser un perro en
tiempo de paz, que ser humano en época de caos y guerra”. De ese
pensamiento se desprende que toda paz verdadera es aburrida. De eso se tratan
los cuentos de Feng Menglong.
El General Anselmi se vio rodeado de los malvados, empezando
por Chávez y sus secuaces del G-12, por los de las promociones desplazadas, por
los de su misma promoción con ambiciones (No implico al Gral Pablo Pérez,
hombre leal, en cualquier caso si
alguien se pica, sabrá por qué, aunque respondiendo el qui bono es más que
suficiente) y por una gran mayoría de gente dentro de la misma fuerza que no
sabía ni lo que estaba pasando, ni sabía que hacer y encima de eso, los dientes
rotos que habían cumplido sus sueños rojos, siendo puestos en recirculación por
Chávez en su “justicia” y después premiados en diferentes embajadas e
institutos autónomos, sirviendo arrastrados
a la promoción del 75 que en sus manos, se perdió la república, si es que
existió vez alguna.
Guaiquerí llamó la atención del gobierno para bloquearle
cualquier trabajo después del retiro.
Guaiquerí entendió que ser comandante general para no serlo
no era lo que él estaba buscando.
Lo cierto es que el Gral
Anselmi quiso hablar conmigo antes de la reunión en el teatro para contarme
cómo habían sido las cosas. Le dije poner el cargo a la orden era peor para la
FAV, pero él me dijo que lo que había visto de la gente lo LLEVABAN A NO QUERER
SER MÁS COMANDANTE GENERAL.
En el teatro como
siempre, ya la manada estaba buscando el nuevo alfa. Dijo que no quería ser
comandante general y otras cosas importantes y agradeció a todos.
Dijo que si alguien tenía algo que agregar que lo dijese.
NADIE DIJO NADA, se creó un momento desagradable de silencio y para romperlo
levanté la mano y le dije: Mi Comandante General: le reitero lo que le dije
hace un momento, pero si usted tomó su decisión por favor, de su última orden y
es que restituyan en nombre de COGEAVIA en el edificio sede.
Alguien grabó eso y se lo hizo llegar a los beneficiados en
potencia de la desgracia ajena. Esa cinta me la pusieron en el interrogatorio punitivo
que siguió. Expliqué el por qué, POR QUE FUE MI INSTRUCTOR.
Ya antes de eso, lo llamó Chávez estando yo allí, para
decirle que no tenía que retirarse. Le dio las gracias, pero le dijo que no
quería seguir. Después del accidente del Super Puma, se lo volvieron a pedir
dos veces, las dos veces dijo que no.
Después vino el período de aborregamiento general y de subyugación
de la FAV en la porquería que la habían convertido.
De ver en retrospectiva todo eso desde lejos, en tiempo y
distancia me doy cuenta de otro error que cometí a lo largo de mi vida. Yo
pensaba y “creía” que la historia la hacían los grandes hombres y la escribían
aquellos que no podían hacerla.
Hoy con sesenta y dos
años, la vida me ha enseñado, después de ver la chusma en la calle y la
mediocridad de los protagonistas militares y políticos de esta época que
CUALQUIERA PUEDE HACER LA HISTORIA, PERO QUE SÓLO LOS GRANDES HOMBRES PUEDEN
ESCRIBIR LA VERDADERA HISTORIA.
Antes del primer LIBRO del general Retirado Anselmi, me
llamó y hablamos sobre técnicas de escritura, le dije algo parecido al párrafo
anterior, que le diera con todo. Así lo hizo.
No se sale indemne de decirle tres veces no al zombi ni a su
banda delincuencial. A pesar de sus postgrados en gerencia (IESA, Fort Mc Nair,
etc) muy pocos empresarios tenían los arrestos para ponerlo al frente por miedo
al gobierno. Sin embargo, los golpes de niña saben a piña y siguió para
adelante y sacó una obra respetable y perdurable.
Ojalá su viuda y sus hijos puedan mitigar en algo su dolor y
su pérdida atesorando sus recuerdos y su amor.
Los pilotos no tienen mucho miedo a la muerte. Los
eufemismos de que los pilotos son inmortales no creo que los haya inventado un
piloto.
Alguien claustrofóbico y con miedo a la oscuridad. Es decir,
NO UN PILOTO. Los pilotos no pueden ser claustrofóbicos ni tener miedo a la
oscuridad.
Eso de que vuelan más
alto, tampoco.
Esos son inventos de gente que no está acostumbrada volar en
un espacio más pequeño que un ataúd y en una noche más oscura que una cripta,
rodeado de combustible y volando a 540 nudos sobre miles de libras de
explosivos. Los pilotos saben que la muerte tiene cuatro etapas:
Rigor mortis.
Algor mortis.
Livor mortis.
Pallor Mortis.
La muerte puede ocurrir en cada vuelo, en cualquier lugar y
en cualquier momento.
Lo demás son tonterías, pero sí, como creyentes sabemos que,
aunque el cuerpo regrese al polvo y el alma a Dios, espiritualmente, deseamos
ser recordados por las personas que amamos y por las que nos aman. Así que, los
recuerdos, en especial, los dulces son mejores que cualquier palabra de pésame,
también ayudan más las oraciones las oraciones.
Los guerreros también desean ser recordados con miedo y
respeto por los enemigos y esos mismos guerreros saben como en el Bushido que
la “muerte es ligera como una pluma, pero el deber es pesado como una montaña”.
Por eso Aquiles se fue a Troya. Ahora es que van a temer aún más los escritos
de Régulo Anselmi.
Recordemos a Régulo Antonio Anselmi Espín, riéndonos de un
chiste, con un buen trago o una buena comida, con la dedicación de un vuelo,
cuando nos apoyó o reconfortó en algo.
Murió combatiendo. La pluma es más fuerte que la espada y dijo
lo que tenía que decir. Fue un gran hombre y por eso escribió una verdadera
historia, la de él, a su mejor saber y entender. El que tenga ojos que lea y el
que tenga oídos que compre audiolibros.
Yo estoy seguro de que el Ángel del Señor le dio la gota
dulce.
MARTÍN GUILLERMO LON
BLANCO.
Madrid, 6 de julio de
2018
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