(respuesta a un superior muy buen amigo: Coronel Ludgardo Soto Chacón)
Un abrazo mi coronel:
Yo soy un hombre de fe, pero lo digo siempre muy bajito y
cada vez que puedo evitarlo lo evito.
La razón, data de mis
más tempranos años, cuando me explicaron el Libro de Job, que junto a la parábola
del hijo pródigo me llevaron de la admiración al odio y que todavía no puedo
entender, pero por lo menos me conformo con mi propia ignorancia,
reconociéndola y aceptando que hay infinidad de cosas que requieren de una
inteligencia infinita a la que los mortales, con mucha suerte, sólo tenemos
atisbos.
Lo cierto es que Job nunca renegó de Dios quien lo probó
diciéndole al Diablo que lo tentase. Perdió todo, hasta sus hijos y NO RENEGÓ
DE DIOS.
Dios después lo colmó de todo, pero esa historia no me gusta
porque Dios se comportó como un diosito griego cualquiera, o como uno
escandinavo. También, porque sé que un hijo perdido no lo reemplaza otro ni que
sea el mesías.
En nuestra FAV un
superior muy querido y admirado, perdió a toda su familia en un accidente aéreo
de la aviación civil. Eso no le impidió seguir su carrera de aviador hasta que
le tocó a él mismo, tener un accidente gravísimo en un B-25.
El B-25 cayó en el Estado Lara (el B-40 estaba en BALANDA),
pegó de un poste en el aterrizaje forzoso e hizo un giro, donde el Dios que
puso a prueba a JOB y al mismo superior con la pérdida de su familia en el
accidente de aviación civil, intercedió la primera vez para salvarlos, a él y
al copiloto (también el SOPC) y la segunda que había un teniente de la otrora
Guardia Nacional (nada, absolutamente nada que ver con la actual) quien ante el
avance del incendio y las llamas, los sacó a los tres.
Por esas casualidades del destino, tres de los implicados en
ese accidente, el piloto, fue mi jefe académico en la ESCUSUP y profesor de
toma de decisiones y fue un excelente ingeniero, porque la superioridad en su
gran conocimiento decidió que esas pérdidas y accidentes no debían tronchar la
carrera de un gran oficial.
El que era el copiloto fue un tremendo oficial de planta y
un gran piloto de transporte hasta el fin de su tiempo de servicio. Nos enseñó
muchas cosas que son de mucho agradecer, incluida la fortaleza en las
extremidades inferiores que aún perdura y sobre todo, evitar la saudade, la
morriña, la melancolía, porque en esos regresos de permisos y vacaciones,
venían las sesiones de fortalecimiento de las piernas, donde los paracaídas y
las vueltas al galpón y al patio, barrían cualquier nostalgia y cualquier
pensamiento negativo que mellase el espíritu de aviador militar.
Nosotros en medio de nuestra candidez e ignorancia de
cadetes de primer año, decíamos: "Es que hoy estuvo de guardia y el sol le
calentó el platino". Porque la leyenda urbana en mi EAM era que después
del accidente del B-25 le habían sustituido parte de los huesos craneanos o
craneales o como sea, por una placa de platino.
El tercero, el
oficial de la GN le dieron la Cruz Carlos Meyer por su arrojo.
Con el piloto y el rescatador tuve la suerte de caer en las
mismas coordenadas espacio tiempo y coincidimos como vecinos. Además del
entonces Capitán Suarez Legón (siempre recordado y admirado, nunca
completamente llorado) el Capitán Villasmil y el Subteniente Bendito.
El oficial de la GN dejo la GN y pasó a retiro y tuvo una
gran carrera como compositor. (Garcita Blanca y muchas otras).
Pero regresando a Job, prefiero hacer cosas y no manifestar
muy duro mi fe, ni apelar a ella, no sea que desafíe a alguien y Dios decida
probarme hasta dónde pueda llegar. Ni tentar al Diablo que puede estar pasando
por ahí y por la bocaza, decida tomarlo a uno como blanco de oportunidad.
Después supe que hasta Platón trató el mismo tema: ¿Cómo las
cosas malas le pasan a la gente buena? ¿Cómo la gente mala parece que le va tan
bien? ¿Cómo puede haber castigos tan desproporcionados y haber impunidad para
algunos?
David y su hijo Salomón hablaron del "enigma de la
prosperidad de los impíos", O Jesús del padre que recibe con amor al hijo
malo y le molesta el resentimiento (justo) del bueno.
Así, que creo que con la tragedia de la Venezuela de hoy
tenemos bastante, pero ese mismo dolor debe servir para mantener el amor por
esa misma Venezuela y por la FAV y no perder el tiempo ni maldiciendo a Dios,
ni al Destino sino seguir haciendo lo que hay que hacer y seguir luchando con
un fin útil y superior, el amor con justicia debe prevalecer no sólo esperando
a Dios y al destino sino buscarlo uno mismo y mucho mejor, si es un equipo.
Este es un día agridulce. Hoy es un aniversario (octavo) del
deceso de mi padre, pero también es el cumpleaños de otro aviador
paradigmático, que unos aman y otros odian, unos admiran y otros desprecian,
pero es una gran oportunidad de haber tenido la suerte en el mundo de estar
rodeado de hombres que movían a cualquier cosa menos a la INDIFERENCIA.
Amemos a Dios con todas las fuerzas de nuestro co
Martín Lon Blanco.
Madrid, 13 de junio de
2018
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