miércoles, 25 de marzo de 2015

Götterdämmerung. (Eulogia militar)



Götterdämmerung.
 

No soy dado a tratar temas sensibles por esta vía, pero la nostalgia, el agradecimiento, el honor me propele a hacerlo. No negaré que siento rabia, impotencia, malestar y decepción, por algunas facetas de este asunto. Trataré de no respirar por la herida, en respeto de los familiares de mi General Merlina Godoy y de tantos otros de mis superiores, compañeros y subalternos que dieron la vida por el país y la FAV y de otros tantos que con un poco más de suerte que de virtud, sólo tuvimos que dar una vida y aún seguimos viviendo.
No voy a criticar ni a atribuir las partes desgraciadas de este suceso a ninguna condición política. El mal que las produce trasciende esa esfera y demuestra que es más profundo: está en el alma y la cultura nacional y permite que cosas como estas ocurran a pesar de que hay instituciones que se crearon para que esto no sucediera y porque la hipoxia del poder ciega a los que debieron hacer algo, los que creen que serán inmortales, poderosos siempre y que se sustentan en su sólo esfuerzo y no sobre las bases de las pasadas generaciones.
Sufrirán igual o peor. Y digo esto no como oráculo, ni por estar sentado en una catedra pítica, sino porque lo he visto en esta vida.
Empezaré diciendo que inicié estas palabras con una de las obras de Wagner: Götterdämmerung, que significa "el ocaso de los dioses". No quiero hacerle propaganda a los dioses paganos nórdicos, tampoco a un compositor que fue usado para las tropelías socialistas y nacionalistas de Hitler y sus secuaces y que con unos retoques aquí y unos allá, vuelven estar muy de moda. Sino por una razón más personal: los que entramos en la EAM en el año 73, con el secreto en el corazón de ser pilotos de caza, con apenas diecisiete años y estábamos en formación de mediodía, veíamos a los instructores del GEA llegar con sus bragas, que con gran amistad y camaradería iban a almorzar y sí, sí y sí, los veíamos como unos dioses.
De todos ellos Odín o Wotan, era mi General Atilio Merlina Godoy, quien era apreciado y admirado por todos los alumnos pilotos de los años superiores sin excepción y por algunos especialistas que vieron truncados sus sueños y fueron descartados de vuelo. Ellos sabían que "el Gallo" no jugaba a Dios y que los estaba salvando de ellos mismos. Estos Cadetes también veían al entonces Teniente Coronel Merlina, levitando mientras se dirigía a comer, aunque estuviese caminando como un humano y mortal común. Tranquilo y sin fanfarrias
A los que la realidad nos impide caernos a embustes (hoy en día), sabemos el tipo de piloto de caza, de instructor y de líder militar que nuestro General Merlina Godoy fue. Y no podemos dejar de ver el legado que dejó en la aviación de combate y en la Fuerza.
Repito: la hipoxia del poder afecta la visión y el hecho de que no se reconozca ese aporte a nivel institucional y nacional sólo demuestra un nivel de ignorancia y mezquindad que puede explicar de manera sucinta, concreta pero sobretodo, parsimoniosa, del porqué de las plagas de carácter bíblico que han azotado a nuestra sociedad y a nuestro estamento militar que a efectos de la eulogía que pretendo hacerle al “Gallo” Merlina Godoy, circunscribiré al tiempo desde su graduación hasta la fecha de su natural pero infausto y doloroso deceso.
¿Por qué negarle, hasta la satisfacción que da, el reconocimiento de la misión cumplida?
¿Por qué el salario de emociones, de la cual mi general era millonario, no tuvo, ni tiene un CADIVI o un control de cambio, donde recibieran estas y le dieran el menor de los óbolos, para que sus últimos años, su atención médica, su entierro y sepultura estuviesen de acuerdo a su aporte institucional y su grado, fueran, sino felices, por lo menos los más humanos y menos dolorosos posibles?
¿Por qué las muy dignas, dignísimas mujeres de su casa y sus varones tienen que apelar además de al cielo a todo el mundo para tapar la deshonra institucional y nacional que grita lo malagradecido que es este país y que tal vez también lo seamos todos?
Sí, definitivamente estoy respirando por la herida y en el fondo de mi corazón estoy cocinando maldiciones peores que las de los celtas británicos lanzaban contra las legiones romanas o de las que los chinos son tan expertos.
¿Por qué el abuelito Merlina se murió un poco triste, preocupado y desconsolado?
¿No lo hacía un héroe haber luchado por la democracia y haberla sostenido durante toda su carrera y más allá?
¿No lo hacía un héroe haber formado tantos pilotos, haberse desplegado tantas veces y haber sido parte del esfuerzo de disuasión que le brindó al país más de medio siglo de paz?
¿No había volado las misiones más exigentes y peligrosas?
¿No había dejado sola a su familia para responder a cualquier llamado militar?
¿Por qué se encontraba en una situación económica lamentable por causas fuera de su voluntad y control?
¿Por qué no robó?
¿Debía depender de su voluntad y control los derechos que la nación y su “sociedad” habían jurado y prometido darle y hacían propaganda de ello por todas las vías, a cambio de su carrera militar a dedicación de cuerpo y alma?
¿Es que acaso había perdido sus derechos a atención médica y a su pensión por no estar viviendo cerca del IPSFA y el Hospital Militar o de Horizonte?
Ya estoy a punto de escupir mi diagnóstico, su amargura quema mi garganta, mi nariz y mis ojos, pero debo precisar que este es poco original. Se lo oí al Señor Takei, quien hacía el papel del señor Zulu de Star Trek y decía en una conferencia TED TALKs ya que es un: norteamericano nissei.
Al gallo Merlina, como a muchos otros antes que él y a muchos después, los traicionó la PATRIA.
Una patria que ofreció villas y castillas, nunca ser millonarios pero sí acompañarlo en lo básico hasta el final, lo mismo que a su familia. A TODAS VISTAS: NO CUMPLIÓ. La realidad es terca.
¿Qué estaba en los EEUU. Bueno, no fue ahí donde la nación o la patria o lo que sea, lo mandó a aprender a volar?
¿Y si se hubiese matado en los cincuenta sólo sin familia como alumno piloto, quién hubiese tenido que hacer la recolecta para el funeral como hoy está haciendo su familia?
Mi repugnancia a los leguleyerismos de cualquier tipo me obligan a tener que preguntarle a mi Coronel Sánchez León o a otro con iguales laureles de jurisconsulto: si lo descrito por el señor Takei que yo denuncio hoy a viva voz ¿qué es?: ¿A mi general Merlina la PATRIA lo traicionó o lo ESTAFÓ?
 
Hoy, que los generales y generalas, almirantes y almirantas se dan golpes de pecho y gimen porque la patria traicionó al Libertador hace ciento ochenta y cuatro años: ¿no podían cumplir con sus deberes con mi GENERAL Merlina Godoy y respetarle a lo que tenía derecho y que murió este mes?
En fin, fracasé en mi propósito de tratar de consolar a los deudos de mi general y terminé, por lo visto, sin mucha compostura, llorando con ellos. Tal vez es la edad y la falta de horas de vuelo que me están afectando. No sólo es la falta de recursos económicos y médicos, no es sólo la inepcia y la cadena de humillaciones del supuesto sistema de bienestar social que tanto malestares y humillaciones crea, es que no hay una pensión de salario de emociones. La pérdida del Gallo es un sobregiro en esa mísera cuenta.
Les mostré esta carta a mi esposa y a mis hijos. Cuando me pase a mí no cuenten con ¡nadie! Vean el ejemplo de esas señoras y ADMIRENLO, porque son nobles.
Creo que una asociación de esposas e hijos sería mejor que todas esas “instituciones de bienestar” e institutos de oficiales en retiro que parecen alcaravanes y cuervos porque la mayor parte del tiempo sólo avisan de quien se murió pero le dejan a la familia del finado el calvario del IPSFA; Horizonte, IORFAN, etc, etc, etc y demás organizaciones de tortura burocrática para los oficiales retirados y sus familias.
Yo nunca volé con el Gallo, no tuve la suerte. Yo no trabajé con el Gallo, tuve la mala suerte. Pero si fui sortario volando en una fuerza tecnificada y disciplinada que él se empeñó en construir y dejar en heredad. Conocí a superiores que el formó y en estos estaba la impronta de mi General Merlina.
En mi mente y en mi corazón pasa la formación de despedida al aviador caído, (missing wingman formation) pero esta vez no va romper el número tres para salir de la formación. Rompe EL LIDER y deja una formación chinga, fea, deslucida. Esta vez no está liderando el Gallo.
Mi pésame a su distinguida familia. Mi pésame a los que están haciendo la recolecta del funeral, mi pésame a todos los pilotos de caza de la FAV que sienten un hueco en el alma por la pérdida y la situación del funeral y el desamparo a la familia Merlina. Mi pésame a todos los hombres y mujeres de azul decentes, que siempre son la gran mayoría. Mi pésame a los amigos y amigas civiles de la

Fuerza Aerea Venezolana F A V que aman y admiran a los hombres que la hicieron grande. Mi pésame y agradecimiento a los que pudieron colaborar en metálico o en electrónico.
Mi pésame al país y mi pésame a la Fuerza.
¡Ay del país que abandona a sus soldados!
¡Ay del país que abandona a sus guerreros que lucharon por él!
El Gallo muere como Escipión el africano a quien su patria, Roma, lo traicionó después de derrotar a Aníbal y destruir Cartago.
Cuando lo desterraron, al salir el navío ,se volteo y dijo:
-¡!!Patria ingrata!!!! ¡¡¡¡¡Nunca tendrás mis huesos!!!!!!
Por lo menos me consuela que gracias a sus nobles mujeres, lo enterrarán en Miami.
Hoy los ángeles tendrán un team acrobático. Uno muy bueno. Formación GALLO.






2 comentarios:

  1. Buen escrito....doloroso como real...nuestro sistema de bienestar social esta caduco, fuera de foco y dolorosamente incompetente.

    ResponderEliminar
  2. Hermano.conmovedor hasta el tuétano..verdades amargas.."Y si peco en las palabras toscas de estas líneas oscuras y sin nombre,doblando mis rodillas en el polvo,¡pido perdón a Dios y no a los hombres! http://desdelalma.net/1/verdades.html

    ResponderEliminar