martes, 1 de agosto de 2017

LOS TRAFICANTES DE LA MUERTE.









Hay personas que trafican con la muerte. Pueden ser perros de la guerra, funerarios, accionistas de cementerios y hornos crematorios.
Se les llama “Zamuros, “Buitres”, “Carroñeros”.
Pero en Venezuela hay más categorías.
Los generales y políticos que usan como franquicia a los “libertadores muertos” para ganar batallas de segunda mano y justificar las derrotas en todo lo que emprenden.
Buscan mantener “vivos” a los muertos que les conviene. Ellos son los médiums por el cual los muertos hablan y gobiernan a los vivos bobos que les siguen.
Pero los chavistas han inventado una nueva franquicia, cuyos máximos exponentes y los más asesinos y crueles son los hermanitos Rodríguez. “De la raza le viene al galgo”.
No son ellos solos.
Se aprovechan de los muertos de su propia familia. Unos se sienten felices y orgullosos de ser altos jerarcas, porque a un hermano ahora inmortal, lo tiraron de un helicóptero o lo mataron en el asalto de un banco, realizando “una confiscación revolucionaria”.
Bueno, no eran sólo chavistas. Unos que no lo eran o que inconscientemente lo son y no lo saben, obtuvieron cargos en la Venezuela Democrática, porque a un hermanito o padre lo fusilaron aun siendo comunistas, los mismos guerrilleros en las serranías de Venezuela.
Pero en vileza, avilantez, odio, racismo y de todo aquello que pueda afear el espíritu humano, están los hermanitos Rodríguez. Quienes han hecho de la memoria delincuencial de su propio padre, uno de los negocios más sucios y productivos del chavismo criminal, que lo es, desde su comienzo bajo un árbol muerto y que ahora florece con la sangre y lágrimas de todos los venezolanos.
Fraudulentos de nacimiento, están en todas las estafas y fraudes electorales y están soldados al poder por la admiración de delincuentes sin los arrestos que le ven al progenitor de los hermanitos en cuestión. Léase Chávez y Maduro.
Han destruido Venezuela tanto nacional como internacionalmente. Tienen familias como sus conductas y como su legado. Disfuncionales 100%.
El médico asesino además cumple con la tarea de descalificar psiquiátricamente a todo aquel que se oponga a su poder y al de sus mecenas de quienes sí sabe todos sus secretos y la hediondez, peste y podredumbre que reina entre las tinieblas de las almas de los Chávez, Maduro, Flores y sus secuaces,  que asolan Venezuela.
El espíritu y la imagen diabólica de su progenitor los protege. Les da estatura moral en la ética criminal del castro-chavismo. El haber delinquido en muchas acciones, desde el robo hasta el homicidio y secuestro, les da suficiente manto de felonías para esconder y justificar sus asquerosas acciones.
Han sobrado en Venezuela personas así. Peor jamás tan rastreros como estos. Necesitan pasar los huesos de su criminal padre, al Panteón Nacional para roer nuevamente sus jugosos huesos.
Los manejos electorales, que son los afeites e implantes con los que el travestismo autoritario quiere disfrazarse de democrático, los han efectuado estos dos crápulas. Probablemente, si su ambigüedad sexual no se correspondiese con su ambigüedad moral, el equivalente psicoanalista nazi los calificaría como “platónicamente incestuosos”.
Repiten ad nauseam a la niña que caminaba ante el féretro del secuestrador y delincuente. Muerto por un exceso policial al que el mismo muerto había denodadamente colaborado a crear.
Los compañeros criminales del delincuente caído recibieron sus premios en el chavismo. En el Ministerio de Relaciones Exteriores, con canonjías y lo que se llama puestos de enriquecimiento y ocio.
Ya decretaron que los muertos de las protestas son de la oposición. Ya decretaron que la Prostituyente no es para “exterminar a la oposición”. Como decía el poco original Zombi al que tanto aman y del que tanto dependen, quien citaba una canción o un verso importantísimo en el pensamiento palurdo y balurdo latinoamericano: “Por más que te contonees siempre se te ve el bojote”.
El suplicio, merecido o no de Venezuela, continua.


MARTÍN LON BLANCO.

MADRID, 31 de julio de 2017.
1 Año de lo que por lo visto, van a ser muchos en el exilio.

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