DEL MAL QUE VAS A MORIR.
No escogí esta materia. Pero bendigo al que la escogió por
mí.
Después de un accidentado inicio que empezó con un duelo y
una posterior victimización por el hampa, la ilegal y la legal que prolifera en nuestro
país, el autor de este libro comenzó su cruzada personal por exponer a un grupo
de alumnos, su conocimiento y su visión.
Definitivamente, era algo vital. Un conocimiento extenso y
abisal elevaba los razonamientos hacía arriba, sustentados además por una
praxis, una experiencia vital abnegada, heroica y positiva, en una sociedad
donde eso no se le permite sino a los grandes semidioses que rigen
autoritariamente desde sus tumbas y dictan a semidioses temporales, sus
sentencias y el camino escogido por ellos, para nuestro presente y nuestro
futuro.
El doctor Gustavo Villasmil, hijo de héroe y héroe digno de
su padre, es un hereje. Un hereje que se levanta contra los idolones de nuestro
pasado y nuestro ahora. No lanza anatemas ni maldiciones, sólo muestra un
ejemplo y los resultados de este, no se para en gremios. Milita en la verdad y
la compasión. Diagnostica y resuelve, está más allá de los idola tribu, fori, theatri
y specus que campean en nuestra sociedad nacional.
Está plenamente consciente de su finitud, entendió
claramente el salmo donde se le pide al Creador que nos enseñe de la muerte
para hacernos más humildes y más sabios.
Amén de más humildes y menos soberbios y prepotentes.
Esto, que escribimos hoy, no es un ditirambo, ni una loa. Es sólo un reconocimiento
en este desierto donde la valentía moral
aparece como un árbol frondoso, que
protege del viento y del sol, al retoño del árbol del saber venezolano, como en
un diminuto oasis.
En la clase del viernes pasado, el doctor Villasmil, nos obsequió un libro que escribió a cuatro
manos con un prestigioso periodista: Roberto Giusti. La obra de ciento
cincuenta páginas se acabó en una corta noche. Pero este escrito no podía
escribirse en el menos propicio de los días del año, por eso, se retardo hasta
hoy.
Cuando un médico de vocación y emulación sabe por experiencia
propia, el vía crucis y los tormentos de la peor enfermedad en los pacientes y
hace de esa experiencia una plataforma contra ese mismo mal y en contra de ambición
e indiferencia que potencian sus síntomas, para evitarle el mal y reducir el
dolor a aquellos que no lo escogieron,
en medio de este ambiente generalizado de desconfianza, odio y vanidosa estulticia,
hacen del libro una necesidad imperiosa de leer, comprender, saber y HACER.
Este es un libro que debe ser leído, comprado, discutido y regalado por todos
los venezolanos que aspiran y trabajan por un país mejor.
El Doctor Villasmil en su libro armoniza los genes y los
memes del genoma y de la cultura, la que es posible en nosotros, los venezolanos, sin esa
falsa armonía de patriarcas que sacrifican a generaciones y que únicamente una
religión de genocidas se atreve a llamar “héroes”.
No. El libro categóricamente se opone a los Huitzilopochtlis
y Tlalocs de pacotilla que abundan en nuestra historia, en nuestra política y
en cualquier otro ambiente donde se impone el autoritarismo civil y militar que
llena nuestros arquetipos de “Gente arrecha”.
Tampoco es, este humilde escrito destinado a una guardería
ni a un Kínder. Estamos hablando de la Universidad subordinada a los problemas
graves de la nación. En el libro del Doctor Villasmil se aprecian las ventajas
médicas y culturales que podríamos conseguir y se aspira que los padres de los
párvulos se lo enseñen a estos y les ahorren el dolor y la enfermedad. Que el
bienestar de los niños venezolanos de ahora, con su salud, le rindan homenaje a
los niños huérfanos que cruzaron el mar océano con viruelas, en esa cruzada por
el bien que inició nuestro gran monarca, Carlos III, mucho mejor gobernante que
doctorzuelos y generalotes en nuestra cronología republicana de fracasos culturales y políticos.
También relata lo que significa el esfuerzo de una élite
justificada, que desde 1936 se dedicó a crear la Venezuela de verdad verdad,
con los residuos de lo que había sido un infierno de fiebres, espasmos y
asesinatos en nombre de la justicia y el progreso.
Y le ganaron al mundo. Cambiaron la naturaleza y la hicieron
obedecer, imitándola, no luchando contra ella.
No lo dice el doctor Villasmil, sino la OMS, la ONU y todo epidemiólogo
decente en el planeta. Ya no tenemos héroes tísicos ni viudos por la fiebre
amarilla, por el paludismo ni la esquistomiasis.
Se en el fondo, que el alma noble que nos queda como país, reconocerá
este esfuerzo. Mi problema no es el del reconocimiento, sino del logro por la
acción y oportunidad. Los héroes de hoy no son para inspirarnos después de
muertos, no, son para vivir y producir más y mejor vida. Aquí y ahora. Vida humana, mucho más importante que las
falsas dicotomías de las obsoletas, e inútiles ideologías, que con sus
estúpidos, estériles y por demás falsos dilemas, quieren anclarnos al siglo XIX del que nos libraran o libertaran, los
héroes sanitaristas y epidemiólogos del año 36 y de una larga fila de médicos,
enfermeras, sanitaristas, que le enseñaron al mundo resultados, que nadie aún,
ha podido superar. ¡Cómo los necesitan en África, a esos venezolanos ahora!
Las tropas de Napoleón Bonaparte no aprendieron y fueron
derrotadas, según los mismos los
franceses, por el “General Invierno”. Ni el Emperador ni su cuñado aprendieron
nada cuando a sus propios ejércitos, a los de Inglaterra y España, los derrotaran
en tierras de América, en el Caribe, el “Mariscal Paludismo”, el “General
Fiebre Amarilla” y los “coroneles Bilharzia y Chagas”(si, se que en esa época
no se llamaban así, tenían sus nombres en Creole). ¡Y después dicen que no hay
héroes civiles aquí!
No dudo que el libro como su autor e inspirador tendrán sus “opositores”
y “detractores”. ¡Cuándo no!! Pero más allá de las aspiraciones de cualquier
gremio, esta obra brinda la oportunidad de nuclear a todos, a la nación entera
tras un noble fin, que redundará en el bien de común, mucho más que el oro de
El Dorado y el petróleo del oropel, porque el algoritmo del éxito es sanear,
educar, adiestrar, entrenar y producir. Ha sido tonto y contraproducente,
alterar ese orden.
Felicito al Doctor Villasmil, a la UCV, al gremio Médico, a
todo venezolano de bien y a todo amante de la humanidad, por esta obra y más
aún por la trayectoria que relata y las metas que aspira, porque al fin y al
cabo los pacientes sólo son enfermos sufrientes y tanto ellos como los síntomas
y curas, están más allá de nacionalidades, Estados, Banderas e ideologías.
Después de terminar el libro, me felicité de ser venezolano
y de ser humano.
¡Cómo deseo mandárselo a mis hijos, a mis amigos y a los que
fueron mis subalternos!!!!!
¡Honor y gloria a los héroes del 36 y a sus herederos de gesta!!!
Martín Guillermo Lon Blanco.
Caracas, 2 de julio del
2015.